El soñador del
sueño
1. Sufrir es poner énfasis en todo lo que el mundo ha hecho para
hacerte daño. En esto puede verse claramente la versión descabellada que el mundo
tiene de la salvación. Al igual que en un sueño de castigo en el que el soñador
no es consciente de lo que provocó el ataque contra él, éste se ve a sí mismo
atacado injustamente y por algo que no es él. Es la víctima de ese “algo”, una
cosa externa a él, por la que no tiene por qué sentirse responsable en absoluto.
Él debe ser inocente porque no sabe lo que hace, sino solo lo que le hacen a
él. Su ataque contra sí mismo, no obstante, aún es evidente, pues es él quien
sufre. Y no puede escapar porque ve la
causa de su sufrimiento fuera de sí mismo.
2. Ahora se te está mostrando que sí puedes escapar. Lo único que
necesitas hacer es ver el problema tal como es y no de la manera en que lo has
urdido. ¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad
es muy simple, pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación,
concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? Sin las nubes, el
problema se vería en toda su elemental simplicidad. La elección, entonces, no
sería difícil porque una vez que el problema se ve claramente, resulta obvio
que es absurdo. Nadie tiene dificultad alguna en dejar que un problema sencillo
sea resuelto si ve que le está haciendo daño y que se puede resolver
fácilmente.
3. El “razonamiento” que da lugar al mundo, sobre el que descansa y
mediante el cual se mantiene vigente es simplemente éste: “Tú eres la causa de
lo que yo hago. Tu sola presencia justifica mi ira, y existes y piensas aparte
de mí. Yo debo ser el inocente, ya que eres tú el que ataca. Y lo que me hace
sufrir son tus ataques”. Todo el que examina este “razonamiento” exactamente
como es se da cuenta de que es incongruente y de que no tiene sentido. Sin
embargo, da la impresión de ser razonable, ya que ciertamente parece como si el
mundo te estuviese hiriendo. Y así, no parece necesario buscar la causa más
allá de lo obvio.
4. Pero ciertamente hay necesidad de ello. La necesidad de liberar al
mundo de la condenación en la que se halla inmerso es algo que todos los que
habitan en él comparten. Sin embargo, no reconocen esta necesidad común. Pues
cada uno piensa que si desempeña su papel, la condenación del mundo recaería
sobre él. Y esto es lo que percibe debe ser su papel en la liberación del
mundo. La venganza tiene que tener un blanco. De lo contrario, el cuchillo del
vengador se encontraría en sus propias manos, apuntando hacia sí mismo. Pues
para poder ser la víctima de un ataque que él no eligió, tiene que ver el arma
en las manos de otro. Y así, sufre por razón de las heridas que le infligió un
cuchillo que él no estaba empuñando.
5. Ése es el propósito del mundo que ve. Y desde este punto de vista,
el mundo provee los medios por los que dicho propósito parece alcanzarse. Los
medios dan testimonio del propósito, pero no son de por sí la causa. Ni la causa puede cambiar porque se la vea
separada de sus efectos. La causa produce los efectos, los cuales dan luego
testimonio de ella, no de sí mismos. Mira, pues, más allá de los efectos. No es
en ellos donde radica la causa del sufrimiento y del pecado. No centres tu
atención en el sufrimiento ni en el pecado, ya que no son sino reflejos de lo
que los causa.
6. El papel que desempeñas en el proceso de salvar al mundo de la
condenación es la manera en que te escapas tú. Recuerda que el testigo del
mundo del mal solo puede hablar en favor de aquello que vio la necesidad del
mal en el mundo. Y ahí es donde contemplaste tu culpabilidad por primera vez. El
primer ataque contra ti mismo tuvo lugar cuando te separaste de tu hermano. Y
de esto es de lo que el mundo da testimonio. No busques otra causa ni recurras
a las poderosas legiones de sus testigos para des-hacerla. Ellos apoyan la
fidelidad que la separación te exige. Y a lo que oculta la verdad no es adonde
debes dirigirte a fin de encontrar la verdad.
7. Los testigos del pecado ocupan un reducido espacio. Y es ahí donde
encuentras la causa de la perspectiva que tienes acerca del mundo. Hubo un
tiempo en que no eras consciente de cuál era la causa de todo lo que el mundo
parecía hacerte sin tú haberlo pedido o provocado. De lo único que estabas
seguro era de que entre las numerosas causas que percibías como responsables de
tu dolor y sufrimiento, tu culpabilidad no era una de ellas. Ni tampoco eran el
dolor y el sufrimiento algo que tú mismo hubieses pedido en modo alguno. Así es
como surgieron todas las ilusiones. El que las teje no se da cuenta de que es
él mismo quien las urde ni cree que la realidad de éstas dependa de él. Cualquiera
que sea su causa, es algo completamente ajeno a él y su mente no tiene nada que
ver con lo que él percibe. No puede dudar de la realidad de sus sueños porque
no se da cuenta del papel que él mismo desempeña en su fabricación y en hacer
que parezcan reales.
8. Nadie puede despertar de un sueño que el mundo esté soñando por él.
Pues en ese caso él se ha convertido en parte del sueño de otro. No puede
elegir despertar de un sueño que él no urdió. Es la víctima impotente de un sueño concebido
y preciado por otra mente, la cual no se
preocupa por él en absoluto, y es tan indiferente a su paz y a su felicidad
como lo es el tiempo o la hora del día. No lo ama, sino que caprichosamente lo
obliga a desempeñar cualquier papel que satisfaga su sueño. Es tan poca su
valía que él no es más que una sombra danzante, que sube y baja al compás de un
guion disparatado concebido dentro del fútil sueño del mundo.
9. Ésta es la única imagen que puedes ver, la única opción que tienes
ante ti, la otra posible causa si es que tú no eres el soñador de tus propios
sueños. Y esto es lo que eliges cuando niegas que la causa del sufrimiento esté
en tu mente. Alégrate de que lo esté, pues de esta manera tú eres el único que
puede determinar tu destino en el tiempo. Las únicas alternativas que tienes
ante ti son o bien una muerte durmiente y sueños de maldad por una parte o bien
un feliz despertar y la alegría de la vida por otra.
10. ¿Qué otras alternativas tienes ante ti sino la vida o la muerte,
despertar o dormir, la guerra o la paz, tus sueños o tu realidad? Existe el
riesgo de pensar que la muerte te puede brindar paz porque el mundo equipara el
cuerpo con el Ser que Dios creó. No obstante, una cosa jamás puede ser su
propio opuesto. Y la muerte es lo opuesto a la paz porque es lo opuesto a la
vida. Y la vida es paz. Despierta y
olvida todos los pensamientos de muerte, y te darás cuenta de que ya gozas de
la Paz de Dios. Sin embargo, si es cierto que realmente puedes elegir, tienes
entonces que ver las causas de las cosas entre las que eliges exactamente como
son y dónde se encuentran.
11. ¿Qué elección puede hacerse entre dos estados cuando solo se reconoce
claramente uno de ellos? ¿Quién es libre
de elegir entre dos efectos si cree que solo puede escoger uno de ellos? Una
elección honesta nunca podría percibirse como una en la que la elección es
entre un insignificante tú y un mundo enorme, cuyos sueños acerca de tu verdad
son diferentes. La brecha que separa a la realidad de los sueños no se
encuentra entre el sueño del mundo y lo que tú sueñas en secreto. Pues en ambos
casos se trata del mismo sueño. El sueño del mundo no es sino una parte de tu
propio sueño de la que te desprendiste y luego viste como si fuese el principio
y el final del tuyo. No obstante, lo que dio comienzo al sueño del mundo fue tu
propio sueño secreto, lo cual no percibes, si bien es lo que causó la parte que
ves, de cuya realidad no dudas. ¿Cómo podrías dudar de ello si aún estás
dormido, soñando en secreto que su causa es real?
12. Sueñas que tu hermano está separado de ti, que es un viejo
enemigo, un asesino que te acecha en la noche y planea tu muerte, deseando además
que sea lenta y atroz. Mas bajo este sueño yace otro, en el que tú te vuelves
el asesino, el enemigo secreto, el sepultador y destructor de tu hermano así
como del mundo. He aquí la causa del sufrimiento, la brecha entre tus míseros
sueños y tu realidad. La pequeña grieta que ni siquiera ves, la cuna de las
ilusiones y del miedo, el momento de terror y de un odio ancestral, el instante
del desastre, están todos aquí. He aquí la causa de la irrealidad. Mas es aquí
donde se des-hará.
13. Tú eres el soñador del mundo de los sueños. Éste no tiene ninguna
otra causa ni la tendrá jamás. Todo lo que aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo
pensar que había perdido su inocencia, repudiado a su Padre y entrado en guerra
consigo mismo no es más que un sueño fútil. Mas ese sueño es tan temible y tan
real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad sin verse inundado
por el frío sudor del terror y sin dar gritos de pánico, a menos que un sueño
más dulce precediese su despertar y permitiese que su mente se calmara para
poder acoger—no temer—la Voz que con amor lo llama a despertar; un sueño más
dulce en el que su sufrimiento cesa y en el que su hermano es su amigo. Dios
dispuso que su despertar fuera dulce y jubiloso, y le proporcionó los medios
para que pudiera despertar sin miedo.
14. Acepta el sueño que Él te dio en lugar del tuyo. No es difícil
cambiar un sueño una vez que se ha identificado al soñador. Descansa en el
Espíritu Santo y permite que Sus dulces sueños reemplacen a los que soñaste
aterrorizado, temiéndole a la muerte. El Espíritu Santo te brinda sueños de
perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la
víctima. Los sueños que te ofrece no son de asesinatos ni de muerte. El sueño
de culpabilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están
cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. Duermes
apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices.
15. Sueña dulcemente con tu hermano inocente, quien se une a ti en
santa inocencia. Y el Mismo Señor de los Cielos despertará a Su Hijo bienamado
de este sueño. Sueña con la bondad de tu hermano en vez de concentrarte en sus
errores. Elige soñar con todas las atenciones que ha tenido contigo, en vez de
contar todo el dolor que te ha ocasionado. Perdónale sus ilusiones y dale
gracias por toda la ayuda que te ha prestado. Y no desprecies los muchos
regalos que te ha hecho solo porque en tus sueños él no sea perfecto. Él
representa a su Padre, a Quien ves ofreciéndote tanto vida como muerte.
16. Hermano, lo único que Él da es vida. Sin embargo, los regalos que
crees que tu hermano te ofrece representan los regalos que sueñas que tu Padre
te hace a ti. Ve todos los regalos que tu hermano te hace a la luz de la caridad
y bondad que se te ofrece. Y no dejes que ningún dolor perturbe tu sueño de profunda
gratitud por los regalos que te hace.
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