La inmediatez
de la salvación
1. El único problema pendiente es que todavía ves un intervalo entre
el momento en que perdonas y el momento en que recibes los beneficios que se
derivan de confiar en tu hermano. Esto tan solo refleja la pequeña distancia
que aún deseas interponer entre ustedes para que los mantenga un poco
separados. Pues el tiempo y el espacio son la misma ilusión, pero se manifiestan
de forma diferente. Si se ha proyectado más allá de tu mente, piensas que es el
tiempo. Cuanto más cerca se trae a tu mente, más crees que es el espacio.
2. Quieres conservar cierta distancia entre ustedes para que los mantenga separados, y percibes
ese espacio como tiempo porque aún crees que eres algo externo a tu hermano. Eso
hace que la confianza sea imposible. Y no puedes creer que la confianza podría
resolver cualquier problema ahora mismo. Crees, por lo tanto, que es más seguro
seguir siendo un poco cauteloso y continuar vigilando lo que percibes como tus
intereses separados. Desde esta perspectiva te es imposible concebir que puedas
obtener lo que el perdón te ofrece ahora mismo. En el intervalo que crees que
existe entre dar el regalo y recibirlo parece que tienes que sacrificar algo y
perder por ello. Ves la salvación como algo que tendrá lugar en el futuro, pero
no ves resultados inmediatos.
3. Sin embargo, la salvación es inmediata. A no ser que la percibas
así, tendrás miedo de ella, creyendo que, entre el momento en que aceptas su
propósito como el tuyo propio y el momento en que sus efectos llegan hasta ti,
el riesgo de pérdida es enorme. De esta manera, el error que da lugar al miedo
sigue oculto. La salvación eliminaría la brecha que todavía percibes entre
ustedes y permitiría que se convirtieran
en uno instantáneamente. Y es esto lo que crees que supondría una pérdida. No
proyectes este temor en el tiempo, pues el tiempo no es el enemigo que tú
percibes. El tiempo es tan neutral como el cuerpo, salvo en lo que respecta al
propósito que le asignas. Mientras todavía quieras conservar un pequeño espacio
entre ustedes, querrás tener un poco más de tiempo en el que aún puedas negar
el perdón. Y esto no podrá sino hacer que el intervalo que transcurre entre el
momento en que niegas el perdón y el momento en que lo otorgas parezca
peligroso, justificando así el terror.
4. Mas el espacio que hay entre ustedes es evidente solo en el
presente, ahora mismo, y no se puede percibir en el futuro. Tampoco es posible
pasarlo por alto, excepto en el presente. No es lo que puedas perder en el futuro lo que
temes. Lo que te aterroriza es unirte en el presente. ¿Quién puede sentir
desolación, excepto en el momento presente? Una causa futura aún no tiene
efectos. Por lo tanto, eso quiere decir que si sientes temor, su causa se
encuentra en el presente. Y es esa causa la que necesita corrección, no un
estado futuro.
5. Todos los planes que haces para tu seguridad están centrados en el
futuro, donde no puedes planificar. Todavía no se le ha asignado ningún
propósito al futuro, y lo que va a ocurrir aún no tiene causa. ¿Quién puede
predecir efectos que no tienen causa? ¿Y quién podría tener miedo de dichos
efectos a no ser que pensara que éstos ya han sido causados y los juzgara como
desastrosos ahora? La creencia en el pecado da lugar al miedo y, al igual que
su causa, mira hacia adelante y hacia atrás, pero pasa por alto lo que se encuentra
aquí y ahora. Su causa, sin embargo, solo puede estar aquí y ahora si sus
efectos ya se han juzgado como temibles. Mas cuando esto se pasa por alto se
protege la causa y se la mantiene alejada de la curación. Pues el milagro es
algo que es ahora. Se encuentra ya aquí, en gracia presente, dentro del único
intervalo de tiempo que el pecado y el miedo han pasado por alto, pero que, sin
embargo, es el único tiempo que hay.
6. Llevar a cabo la corrección en su totalidad no requiere tiempo en
absoluto. Pero aceptar que la corrección se puede llevar a cabo parece
prolongarse una eternidad. El cambio de propósito que el Espíritu Santo le
brindó a tu relación encierra en sí todos los efectos que verás. Éstos se
pueden ver ahora. ¿Por qué esperar a que se manifiesten en el transcurso del
tiempo, temiendo que tal vez no se den, cuando ya se encuentran aquí? Se te ha
dicho que todo lo que procede de Dios es para el bien. Sin embargo, parece como
si no fuera así. No es fácil dar crédito de antemano al bien que se presenta en
forma de desastre, ni es ésta una idea que tenga sentido.
7. ¿Por qué habría de aparecer el bien en forma de mal? ¿Y no sería un
engaño si lo hiciera? Su causa está aquí, si es que aparece en absoluto. ¿Por
qué, entonces, no son evidentes sus efectos? ¿Por qué razón se ven en el
futuro? Y procuras contentarte con suspiros, y “razonar” que no entiendes esto
ahora, pero que algún día lo entenderás y que su significado te resultará claro
entonces. Esto no es razonar, pues es injusto, y alude claramente al castigo
hasta que el momento de la liberación sea inminente. Pero puesto que el
propósito de la relación ha cambiado ahora para el bien, no hay razón para un
intervalo en que azote el desastre, el cual se percibirá algún día como algo
“bueno”, aunque ahora se perciba como doloroso. Esto es un sacrificio del
ahora, que no puede ser el precio que el Espíritu Santo exige por lo que ha
dado libre de costo.
8. Esta ilusión, no obstante, tiene una causa que, aunque falsa, tiene
que estar en tu mente ahora. Y esta ilusión es tan solo un efecto que tu mente
engendra y una forma de percibir su resultado. Este intervalo de tiempo, en el
que se percibe la represalia como la forma en la que se presenta el “bien”, es solo
un aspecto de la diminuta brecha que hay entre ustedes, la cual todavía no se
ha perdonado.
9. No te contentes con la idea de una felicidad futura. Eso no
significa nada ni es tu justa recompensa. Pues hay causa para ser libre ahora. ¿De
qué sirve la libertad en forma de aprisionamiento? ¿Por qué habría de disfrazarse
de muerte la liberación? La demora no tiene sentido, y el “razonamiento” que
mantiene que los efectos de una causa presente se tienen que posponer hasta un
momento futuro, es simplemente una negación del hecho de que causa y
consecuencia tienen que darse simultáneamente. No es del tiempo de lo que te
tienes que liberar, sino de la diminuta brecha que existe entre ustedes. Y no dejes que ésta se disfrace de tiempo y
que de este modo se perpetúe, ya que al haber cambiado de forma no se puede
reconocer como lo que es. El propósito del Espíritu Santo es ahora el tuyo. ¿No debería ser Su felicidad igualmente tuya?
No hay comentarios:
Publicar un comentario