Pues Ellos han
llegado
1. ¡Cuán santo debes de ser, que desde ti la Voz de Dios llama
amorosamente a tu hermano para que puedas despertar en él la Voz que contesta
tu llamada! ¡Y cuán santo debe ser tu hermano cuando en él reside tu salvación,
junto con su libertad! Por mucho que lo
quieras condenar, Dios mora en él. Pero mientras ataques Su hogar elegido y
luches con Su anfitrión, no podrás saber que Dios mora igualmente en ti. Mira a
tu hermano con dulzura. Contempla amorosamente a aquel que lleva a Cristo
dentro de sí, para que puedas ver su gloria y regocijarte de que el Cielo no
esté separado de ti.
2. ¿Sería mucho pedir que tuvieras un poco de confianza en aquel que
te trae a Cristo para que todos tus pecados te sean perdonados, sin excluir ni
uno solo que todavía quieras valorar? No olvides que una sola sombra que se
interponga entre tu hermano y tú nubla la faz de Cristo y el recuerdo de Dios. ¿E
intercambiarías Éstos por un odio inmemorial? El suelo que pisas es tierra
santa por razón de Aquellos que, al estar ahí contigo, la han bendecido con Su
Inocencia y Su Paz.
3. La sangre del odio desaparece permitiendo así que la hierba vuelva
a crecer con fresco verdor, y que la blancura de todas las flores resplandezca bajo
el cálido sol de verano. Lo que antes era un lugar de muerte ha pasado a ser
ahora un templo viviente en un mundo de luz. Y todo por Ellos. Es Su Presencia
la que ha elevado nuevamente a la santidad para que ocupe su lugar ancestral en
un trono ancestral. Y debido a Ellos los milagros han brotado en forma de
hierba y flores sobre el terreno yermo que el odio había calcinado y dejado
estéril. Lo que el odio engendró Ellos lo han des-hecho. Y ahora te encuentras
en tierra tan santa que el Cielo se inclina para unirse a ella y hacerla
semejante a él. La sombra de un viejo odio ya no existe, y toda desolación y
aridez ha desaparecido para siempre de la tierra a la que Ellos han venido.
4. ¿Qué son cien años para Ellos o mil o cientos de miles? Cuando
Ellos llegan, el propósito del tiempo se consuma. Lo que nunca tuvo lugar
desaparece en la nada cuando Ellos llegan. Lo que el odio reivindicaba se
entrega ahora al amor, y la libertad ilumina cada ser vivo y lo eleva hasta el
Cielo, donde las luces se encienden con mayor fulgor a medida que cada uno de
ellos vuelve al hogar. Lo incompleto se vuelve completo de nuevo, y el gozo del
Cielo aumenta porque lo que era suyo le ha sido restituido. La tierra ha
quedado limpia de toda mancha de sangre, y los dementes se han desprendido de
sus vestimentas de demencia para unirse a Ellos en el lugar donde tú te
encuentras.
5. El Cielo se siente agradecido por este regalo que por tanto tiempo
le había sido negado. Pues Ellos han venido a congregar a los Suyos. Lo que se
había clausurado se abre y lo que se mantenía oculto de la luz se abandona, de
manera que ésta pueda envolverlo con su fulgor, sin dejar ningún espacio o
distancia entre la luz del Cielo y el mundo.
6. El más santo de todos los lugares de la tierra es aquel donde un
viejo odio se ha convertido en un amor presente. Y Ellos acuden sin demora al
templo viviente, donde se les ha preparado un hogar. No hay un lugar en el
Cielo que sea más santo. Y Ellos han venido a morar en el templo que se les ha
ofrecido para que sea Su lugar de reposo, así como el tuyo. Lo que el odio le
ha entregado al amor, se convierte en la luz más brillante de todo el
resplandor del Cielo. Y el fulgor de todas las luces celestiales cobra mayor
intensidad, como muestra de gratitud por lo que se les ha restituido.
7. Los ángeles revolotean amorosamente a tu alrededor, a fin de
mantener alejado de ti todo sombrío pensamiento de pecado y asegurarse de que
la luz permanezca allí donde ha entrado. Las huellas de tus pasos iluminan el
mundo, pues por donde tú caminas el perdón te acompaña jubilosamente. No hay
nadie en la tierra que deje de dar gracias a aquel que ha restaurado su hogar,
protegiéndolo así del crudo invierno y del gélido frío. ¿Y cómo podrían el
Señor de los Cielos y Su Hijo dar menos como muestra de agradecimiento cuando
han recibido mucho más?
8. Ahora el templo del Dios viviente ha sido reconstruido para ser
nuevamente el anfitrión de Aquel que lo creó. Donde Él mora, Su Hijo mora con
Él y nunca están separados. Y dan gracias de que finalmente se les haya dado la
bienvenida. Donde antes se alzaba una cruz, se alza ahora el Cristo resucitado,
y en Su visión las viejas cicatrices desaparecen. Un milagro inmemorial ha
venido a bendecir y a reemplazar una vieja enemistad, cuyo fin era la
destrucción. Con dulce gratitud Dios el Padre y el Hijo regresan a lo que es Suyo
y a lo que siempre lo será. Ahora se ha consumado el propósito del Espíritu
Santo. Pues Ellos han llegado. ¡Por fin han llegado!
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