La impecabilidad de
tu hermano
1. Lo opuesto a las ilusiones no es la desilusión, sino la verdad. Solo
para el ego, para el que la verdad no tiene significado, parecen ser las
ilusiones y la desilusión las únicas alternativas, y diferentes entre sí. Pero
en verdad son lo mismo. Ambas aportan el mismo cúmulo de sufrimiento, aunque
cada una parece ser la única manera de escaparse de la aflicción que la otra
ocasiona. Toda ilusión alberga dolor y sufrimiento entre los tenebrosos
pliegues de las pesadas vestiduras tras las que oculta su inexistencia. Sin
embargo, esas sombrías y pesadas vestiduras son las que cubren a aquellos que
van en pos de ilusiones y las que los mantienen ocultos del júbilo de la
verdad.
2. La verdad es lo opuesto a las ilusiones porque ofrece dicha. ¿Qué
otra cosa sino la dicha podría ser lo opuesto al sufrimiento? Abandonar un tipo
de sufrimiento e ir en busca de otro no es un escape. Cambiar una ilusión por
otra no es realmente un cambio. Tratar de encontrar felicidad en el sufrimiento
es una insensatez, pues, ¿cómo se iba a poder encontrar felicidad en el
sufrimiento? Lo único que se puede hacer en el tenebroso mundo del sufrimiento
es seleccionar algunos aspectos de él, verlos como si fueran diferentes y luego
definir la diferencia como felicidad. Percibir una diferencia donde no la hay,
no obstante, realmente no cambia nada.
3. Lo único que hacen las ilusiones es ocasionar culpa, sufrimiento,
enfermedad y muerte a sus creyentes. La forma en que las ilusiones se aceptan
es irrelevante. A los ojos de la razón, ninguna forma de sufrimiento se puede
confundir con la dicha. La dicha es eterna. Puedes estar completamente seguro
de que todo lo que aparenta ser felicidad y no es duradero es realmente miedo. La
dicha no se convierte en pesar, pues lo eterno no puede cambiar, pero el pesar
puede volverse dicha, pues el tiempo cede ante lo eterno. Únicamente lo eterno
permanece inmutable, pero todo lo que se encuentra en el tiempo puede cambiar
con el paso de éste. No obstante, para que el cambio sea real y no imaginado,
las ilusiones tienen que ceder ante la verdad y no ante otros sueños igualmente
irreales. Eso no sería diferente.
4. La razón te diría que la única manera de escaparte del sufrimiento
es reconociéndolo y tomando el camino opuesto. Toda verdad es lo mismo y todo
sufrimiento es lo mismo también, pero ambos son diferentes entre sí desde
cualquier punto de vista, en toda circunstancia y sin excepción. Creer que
puede haber una sola excepción es confundir lo que es lo mismo con lo que es
diferente. Una sola ilusión que se atesore y se defienda contra la verdad,
priva a ésta de todo significado y le otorga realidad a las ilusiones. Tal es
el poder de las creencias, las cuales son incapaces de transigir. Y la fe en la
inocencia sería fe en el pecado si cualquiera de ellas excluyera un solo ser
vivo y le negara la bendición de su perdón.
5. Tanto la razón como el ego te dicen eso mismo, pero la
interpretación que hacen de ello es completamente diferente. El ego te asegura
ahora que es imposible que puedas ver a nadie libre de culpa. Y si esta manera
de ver es la única que puede liberarte de la culpa, entonces la creencia en el
pecado no puede sino ser eterna. Pero la razón ve eso de otro modo, pues la
razón ve que la fuente de una idea es lo que hace que ésta sea cierta o falsa. Esto
tiene que ser así, si la idea es semejante a su fuente. Por lo tanto—dice la
razón—si el propósito que se le asignó al Espíritu Santo fue ayudarte a escapar
de la culpa, y ese propósito le fue dado por Aquel para Quien nada que Su
Voluntad disponga es imposible, los medios para lograrlo tienen que ser más que
posibles. Tienen que existir y tú tienes que estar en posesión de ellos.
6. Ésta es una etapa crucial en este curso, pues en este punto tiene
que tener lugar una completa separación entre tú y el ego. Pues si ya dispones
de los medios para dejar que el propósito del Espíritu Santo se alcance, dichos
medios pueden utilizarse. A medida que los utilices, tu fe en ellos será cada
vez mayor. Para el ego, sin embargo, eso es imposible, y nadie emprende lo que
no ofrece ninguna esperanza de poderse lograr. Tú sabes que lo que la Voluntad
de tu Creador dispone es posible, pero aquello que inventaste no lo cree. Ahora
tienes que elegir entre ti y lo que es solo una ilusión de ti. No ambas cosas,
sino una sola. 8 No tiene objeto intentar eludir esta decisión. Hay que
tomarla. La fe y la creencia pueden inclinarse hacia cualquiera de esas dos
opciones, pero la razón te dice que el sufrimiento se encuentra únicamente en
una de ellas y la dicha en la otra.
7. No abandones a tu hermano ahora, pues ustedes que son lo mismo no
decidirán por separado ni de manera diferente. Se dan el uno al otro o bien
vida o bien muerte; son cada uno el salvador del otro o su juez, y se ofrecen
refugio o condenación. Este curso, o bien se creerá enteramente o bien no se
creerá en absoluto. Pues es completamente cierto o completamente falso, y no se
puede creer en él solo parcialmente. Y tú te escaparás enteramente del
sufrimiento o no te escaparás en absoluto. La razón te dirá que no hay un lugar
intermedio donde te puedas detener indeciso, esperando a elegir entre la
felicidad del Cielo o el sufrimiento del infierno. Hasta que no elijas el
Cielo, estarás en el infierno y abatido por el sufrimiento.
8. No hay ninguna parte del Cielo de la que puedas apropiarte y tejer
ilusiones de ella. Ni hay una sola ilusión con la que puedas entrar en el
Cielo. Un salvador no puede ser un juez ni la misericordia puede ser
condenación. Y la visión no puede condenar, sino únicamente bendecir. Aquel Cuya función es salvar, salvará. Cómo lo
ha de lograr está más allá de tu entendimiento, pero cuándo lo va a hacer está
en tus manos. Pues el tiempo es una invención tuya y, por lo tanto, lo puedes
gobernar. No eres esclavo de él ni del mundo que fabricaste.
9. Examinemos más de cerca la ilusión de que lo que fabricaste tiene
el poder de esclavizar a su hacedor. Ésa es la misma creencia que dio lugar a
la separación. Es la idea insensata de que los pensamientos pueden abandonar la
mente del pensador, ser diferentes de ella y oponerse a ella. Si eso fuera
cierto, los pensamientos no serían extensiones de la mente, sino sus enemigos. Aquí
vemos nuevamente otra forma de la misma ilusión fundamental que ya hemos
examinado muchas veces con anterioridad. Solo si fuese posible que el Hijo de
Dios pudiera abandonar la Mente de su Padre, hacerse diferente y oponerse a Su
Voluntad, sería posible que el falso ser que inventó, y todo lo que éste
fabricó, fuesen su amo.
10. Contempla la gran proyección, pero no la mires con miedo, sino con
la determinación de que tiene que ser sanada. Nada que hayas fabricado tiene
poder alguno sobre ti, a menos que todavía quieras estar separado de tu Creador
y tener una voluntad que se oponga a la Suya. Pues solo si crees que Su Hijo
puede ser Su enemigo parece entonces posible que lo que has inventado sea
asimismo enemigo tuyo. Prefieres condenar al sufrimiento Su alegría y hacer que
Él sea diferente. Sin embargo, al único sufrimiento al que has dado lugar ha
sido al tuyo propio. ¿No te alegra saber que nada de eso es cierto? ¿No son
buenas nuevas oír que ni una sola de las ilusiones que forjaste ha substituido
a la Verdad?
11. Son solo tus pensamientos los que han sido imposibles. No puede
ser que la salvación sea imposible. 3 Pero sí es imposible ver a tu salvador
como un enemigo y al mismo tiempo reconocerlo. No obstante, puedes reconocerlo
como lo que es porque ésa es la Voluntad de Dios. Lo que Dios le confirió a tu
relación santa aún se encuentra en ella. Pues lo que Él le dio al Espíritu
Santo para que te lo diera, el Espíritu Santo te lo dio. ¿No querrías
contemplar al salvador que se te ha dado? ¿Y no intercambiarías con gratitud la
función de verdugo que le adjudicaste por la que en verdad tiene? Recibe de él
lo que Dios le dio para ti, no lo que trataste de darte a ti mismo.
12. Más allá del cuerpo que has interpuesto entre tu hermano y tú, y
reluciendo en la áurea luz que le llega desde el círculo radiante e infinito
que se extiende eternamente, se encuentra tu relación santa, que Dios Mismo
ama. ¡Cuán serena descansa en el tiempo y, sin embargo, más allá de él! a ¡Cuán
inmortal y, sin embargo, en la tierra! ¡Y cuán grande el poder que en ella
reside! El tiempo acata su voluntad, y la tierra será lo que ella disponga que
sea. En ella no existe una voluntad separada ni el deseo de que algo se
encuentre separado. Su voluntad no hace excepciones y lo que dispone es verdad.
Toda ilusión que se lleva ante su perdón se pasa por alto dulcemente y
desaparece. Pues Cristo ha renacido en su centro para iluminar Su morada con
una visión que pasa por alto al mundo. ¿No querrías que esa santa morada fuera
también la tuya? En ella no hay sufrimiento, sino únicamente dicha.
13. Lo único que necesitas hacer para morar ahí apaciblemente junto a
Cristo, es compartir Su visión. Su visión se le concede inmediatamente y de
todo corazón a todo aquel que esté dispuesto a ver a su hermano libre de
pecado. Y tienes que estar dispuesto a no excluir a nadie, si quieres liberarte
completamente de todos los efectos del pecado. ¿Te concederías a ti mismo un
perdón parcial? ¿Puedes alcanzar el Cielo mientras un solo pecado aún te tiente
a seguir sufriendo? El Cielo es el hogar de la pureza perfecta, y Dios lo creó
para ti. Contempla a tu santo hermano, tan libre de pecado como tú, y permítele
que te conduzca hasta allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario