Tu papel en la
Expiación
1. Cuando aceptas la inocencia de un hermano ves la Expiación en él. Pues
al proclamarla en él la haces tuya y ves lo que buscabas. Mas no verás el
símbolo de la inocencia de tu hermano refulgiendo en él mientras todavía creas
que no se encuentra en él. Su inocencia es tu Expiación. Concédesela y te darás
cuenta de la verdad de lo que has reconocido. No obstante, para que la verdad pueda ser
recibida, tiene primero que ofrecerse, del mismo modo en que Dios se la dio primero
a Su Hijo. El primero en el tiempo no
significa nada, pero el Primero en la eternidad es Dios el Padre, Quien es a la
vez el Primero y el Único. Más allá del
Primero no hay ningún otro, pues no hay ninguna secuencia, ni segundo ni
tercero, ni nada excepto el Primero.
2. Tú que perteneces a la Primera Causa, que fuiste creado por Él a Su
Semejanza y como parte de Él, eres mucho más que simplemente inocente. El estado de inocencia es sólo la condición en
la que lo que nunca estuvo ahí ha sido eliminado de la perturbada mente que
creyó que estaba. Ese estado y sólo ese estado, es lo que tienes que alcanzar
con Dios a tu lado. Pues hasta que no lo alcances, seguirás creyendo que estás
separado de Él. Tal vez sientas Su Presencia, pero no podrás saber que eres uno
con Él. Esto no se puede enseñar. El aprendizaje se ocupa únicamente de la
condición en la que ello ocurre por su cuenta.
3. Cuando hayas permitido que todo lo que empaña a la verdad en tu
santísima mente sea des-hecho y, consecuentemente, te alces en gracia ante tu
Padre, Él se dará a Sí Mismo a ti como siempre lo ha hecho. Darse a Sí Mismo es lo único que Él sabe y,
así, todo conocimiento consiste en eso. Pues lo que Él desconoce no existe y,
por consiguiente, no se puede dar. No
pidas ser perdonado, pues eso ya se te concedió. Pide, más bien, cómo aprender a perdonar y a
restituir en tu mente inmisericorde lo que siempre ha sido. La Expiación se
vuelve real y visible para los que la ponen en práctica. Ésa es tu única función en la tierra, y debes
aprender que eso es lo único que te interesa aprender. Hasta que no lo aprendas te sentirás culpable,
pues, en última instancia, y sea cual
fuere la forma en que tu culpabilidad se manifieste, ésta procede de no llevar
a cabo tu función en la Mente de Dios con toda tu mente. ¿Cómo ibas a poder escapar de esa culpabilidad
si dejas de cumplir tu función aquí?
4. No tienes que comprender lo que es la Creación para hacer lo que
tienes que hacer antes de que ese conocimiento cobre sentido para ti. Dios no rompe barreras, pues no las creó. Cuando
las abandonas, desaparecen. Dios no
puede fracasar, ya que jamás ha fracasado en nada. Decide que Dios está en lo cierto con respecto
a ti y que eres tú el que está equivocado. Él te creó de Sí Mismo, si bien, dentro de Sí
Mismo. Él sabe lo que eres. Recuerda que
no hay alternativa a Él. No puede haber
nadie, por lo tanto, que no goce de Su Santidad ni nadie que no merezca Su perfecto
Amor. No dejes de llevar a cabo tu función
de amar en un lugar falto de amor que fue engendrado de las tinieblas y el
engaño, pues así es como se des-hacen las tinieblas y el engaño. No te falles a ti mismo, antes bien, ofrécele
a Dios y a ti mismo Su irreprochable Hijo. A cambio de este pequeño regalo de aprecio por
Su Amor, Dios Mismo intercambiará tu regalo por el Suyo.
5. Antes de tomar cualquier decisión por tu cuenta, recuerda que ya
has decidido ir en contra de tu función en el Cielo; luego reflexiona
detenidamente acerca de si quieres tomar decisiones aquí. Tu única función aquí
es decidir en contra de decidir qué es lo que quieres, reconociendo que no lo
sabes. ¿Cómo ibas a poder, entonces, decidir qué es lo que debes hacer? Deja
todas las decisiones en manos de Uno que habla por Dios y a favor de tu función
tal como Él la conoce. De este modo, Él
te enseñará a eliminar la tremenda carga que te has echado encima al no amar al
Hijo de Dios y al tratar de enseñarle culpa en vez de amor. Abandona ese frenético y demente afán que te
priva del gozo de vivir con tu Dios y Padre y de despertar felizmente a Su Amor
y a Su Santidad, los cuales, conjuntamente, constituyen lo que es verdad en ti
y hacen que seas uno con Él.
6. Una vez que has aprendido a
decidir con Dios, tomar decisiones se vuelve algo tan fácil y natural como
respirar. No requiere ningún esfuerzo, y se te conducirá tan tiernamente como
si te estuvieran llevando en brazos por un plácido sendero en un día de verano.
Decidir parece ser algo difícil debido
únicamente a tu propia volición. El
Espíritu Santo no se demorará en contestar cada pregunta que le hagas con respecto
a lo que debes hacer. Él lo sabe, y te lo
dirá y luego lo hará por ti. Y tú, que
estás cansado, verás que ello es más reparador que dormir, pues puedes llevar tu culpabilidad a tus
sueños, pero no ahí.
7. A menos que seas inocente no puedes conocer a Dios, Cuya Voluntad
es que Lo conozcas. Por lo tanto, tienes que ser inocente. Mas si no aceptas
las condiciones necesarias para conocerle, es que Lo has negado y no Lo
reconoces, si bien, te rodea por todas partes. A Dios no se Le puede conocer sin Su Hijo,
cuya inocencia es la condición en la que se Le puede conocer. Aceptar que Su
Hijo es culpable es una negación del Padre tan absoluta, que impide que el
Conocimiento pueda ser reconocido por la misma mente en la que Dios Mismo lo
depositó. Si tan solo escuchases, te
darías cuenta de cuán absolutamente imposible es esto. No dotes a Dios de atributos que tú
comprendes. Tú no Lo creaste, y
cualquier cosa que comprendas no forma parte de Él.
8. Tu tarea no es construir la realidad. La realidad está aquí sin que tú la hayas
tenido que construir, pero no sin ti. Tú
que has tratado de renunciar a ti mismo y que tan poco has valorado a Dios,
escúchame hablar en favor de ti y de Él. No puedes comprender cuánto te ama tu Padre,
pues en tu experiencia mundana no hay paralelo que te pueda ayudar a
comprenderlo. En la tierra no hay nada
comparable, y nada que alguna vez hayas sentido aparte de Él se parece en lo
más mínimo a Su Amor. Tú no puedes ni
siquiera dar una bendición con perfecta dulzura. ¿No te gustaría conocer a Uno que da para
siempre y que lo único que sabe es dar?
9. Los Hijos del Cielo viven en la luz de la Bendición de su Padre,
pues saben que están libres de pecado. La Expiación fue establecida como un
medio de restaurar la inocencia en las mentes que la habían negado, y que, por
lo tanto, se habían negado el Cielo a sí mismas. La Expiación te muestra la verdadera condición
del Hijo de Dios. No te enseña lo que
eres o lo que tu Padre es. El Espíritu
Santo, que lo recuerda por ti, te enseña sencillamente a eliminar los
obstáculos que se interponen entre ti y lo que sabes. Su memoria es tuya. Si recuerdas lo que has
fabricado estarás recordando lo que no es nada. El recuerdo de la realidad se encuentra en Él
y, por lo tanto, en ti.
10. Los inocentes y los culpables son totalmente incapaces de
entenderse entre sí. Cada uno percibe al
otro exactamente igual a como se percibe a sí mismo, lo cual impide que pueda
haber comunicación entre ellos, pues la percepción que cada uno tiene del otro
es diferente a como el otro se percibe a sí mismo. Dios solo se puede comunicar con el Espíritu
Santo en tu mente porque solo Él comparte el conocimiento de lo que tú eres con
Él. Y solo el Espíritu Santo puede contestarle
a Dios por ti porque solo Él sabe lo que Dios es. Todo lo demás que has puesto
dentro de tu mente no existe, pues lo que no está en comunicación con la Mente
de Dios jamás ha existido. La comunicación
con Dios es Vida. Sin Ella nada puede
existir en absoluto.
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