El ejemplo de la
curación
1. La única manera de curar es ser curado. El milagro se extiende sin
tu ayuda, pero tú eres esencial para que pueda dar comienzo. Acepta el milagro
de curación y se extenderá por razón de lo que es. Su naturaleza es extenderse
desde el instante en que nace. Y nace en el instante en que se ofrece y se
recibe. Nadie puede pedirle a otro que sane. Pero puede permitirse a sí mismo a
ser sanado, y así ofrecerle al otro lo que él ha recibido. ¿Quién podría
ofrecer a otro lo que él mismo no tiene? ¿Y quién podría compartir lo que se
niega a sí mismo? El Espíritu Santo te habla a ti, no a otro. Y al escucharle, Su Voz se
extiende porque has aceptado lo que dice.
2. La salud es el testigo de la salud. Mientras no se dé testimonio de
ella, no será convincente. Sirve de prueba solo cuando ha sido demostrada, por
lo que tiene que proveer un testigo que nos induzca a creer. Nadie se cura con
mensajes contradictorios. Te curas cuando lo único que deseas es curar. Tu
propósito indiviso hace que esto sea posible. Pero si tienes miedo de la
curación, entonces no puede efectuarse a través de ti. Lo único que se requiere
para que se efectúe es que no haya miedo. Los temerosos no se han curado, por
lo tanto, no pueden curar. Esto no quiere decir que para que puedas curar tenga
que haber desaparecido del todo el conflicto de tu mente. Pues si así fuese, no habría entonces
necesidad de curación. Mas sí quiere decir que, aunque solo sea por un
instante, tienes que amar sin atacar. Un instante es suficiente. Los milagros
no están circunscritos al tiempo.
3. El instante santo es la morada de los milagros. Desde ahí, cada
milagro viene a este mundo como testigo de un estado mental que ha trascendido
el conflicto y alcanzado la paz. El instante santo lleva el consuelo de la paz
al campo de batalla, demostrando así que la guerra no tiene efectos. Pues todo
el dolor que la guerra ha tratado de ocasionar, los cuerpos despedazados y los
miembros mutilados, los moribundos gimientes y los muertos silenciosos son
dulcemente elevados y consolados.
4. Allí donde un milagro ha venido a sanar no hay tristeza. Y lo único
que se requiere para que todo esto ocurra es un instante de tu amor sin traza
alguna de ataque. En ese instante sanas y en ese mismo instante se consuma toda
curación. ¿Qué podría estar separado de ti una vez que has aceptado la
bendición que el instante santo brinda? No tengas miedo de bendecir, pues Aquel
que te bendice ama al mundo y no deja nada en él que pueda ser motivo de temor.
Pero si te niegas a dar tu bendición, el mundo te parecerá ciertamente temible,
pues le habrás negado su paz y su consuelo y lo habrás condenado a la muerte.
5. Aquel que pudo haber salvado a un mundo tan penosamente despojado
de todo, pero que se volvió atrás por temor a ser curado, ¿no vería acaso a ese
mundo como una condenación? Los ojos de
los moribundos reflejan reproche, y el sufrimiento susurra: “¿De qué tienes
miedo?” Examina detenidamente su
pregunta. La hace en tu nombre. El mundo
agonizante tan solo te pide que dejes de atacarte a ti mismo por un instante
para que él pueda sanar.
6. Ven al instante santo y sé curado, pues nada de lo que recibes ahí
se olvida cuando regresas al mundo. Y al
haber sido bendecido, traerás bendiciones contigo. Se te da vida para que se la impartas al mundo
moribundo. Y los ojos dolientes ya no acusarán, sino que brillarán con
agradecimiento hacia ti que los bendijiste. El fulgor del instante santo
iluminará tus ojos y les dará visión para que puedan ver más allá del
sufrimiento y, en su lugar, contemplar la faz de Cristo. La curación reemplaza
al sufrimiento. El que ve la faz de Cristo no lo puede percibir, pues ambas
cosas no pueden estar presentes a la vez. Y el mundo será el testigo de lo que
veas y dará testimonio de ello.
7. Así, pues, lo único que el mundo requiere para poder sanar es tu curación.
Solo necesita una lección que se haya
aprendido perfectamente. Y de esta manera, cuando tú la olvides, el mundo te
recordará dulcemente lo que le enseñaste. Debido a su agradecimiento, no dejará
de prestarte apoyo a ti que te dejaste curar para que él pudiera vivir. Invocará
a sus testigos para mostrarte la faz de Cristo a ti que les trajiste la visión,
gracias a la cual ellos la presenciaron. El mundo de acusación es reemplazado
por otro en el que todos los ojos se vuelven amorosamente hacia el Amigo que
les trajo su liberación. Y tu hermano percibirá felizmente los muchos amigos
que antes consideraba enemigos.
8. Aunque los problemas no son algo concreto, se manifiestan en formas
concretas, y son estas formas las que configuran el mundo. Nadie entiende la
naturaleza de su problema, pues, de lo contrario, ya no estaría ahí para que él
lo pudiese ver. La naturaleza misma del problema es que no es un problema. Sin
embargo, mientras él lo perciba así, no podrá verlo tal como es. La curación,
en cambio, es evidente en situaciones concretas y se generaliza para incluirlas
a todas. Esto se debe a que todas ellas son realmente la misma situación, a pesar
de sus diferentes formas. La finalidad de todo aprendizaje es la transferencia,
la cual se consuma cuando dos situaciones distintas se ven como la misma, ya
que lo único que se puede encontrar en ellas son elementos comunes. Esto, no
obstante, solo lo puede lograr Uno que no ve las diferencias que tú ves. No
eres tú quien lleva a cabo la transferencia de lo que has aprendido. Pero el
hecho de que dicha transferencia ya se haya llevado a cabo, a pesar de todas
las diferencias que ves, te convence de que esas diferencias no podían ser
reales.
9. Tu curación se extenderá y se aplicará a problemas que no creías
eran tus problemas. Y resultará evidente
también que todos tus diferentes problemas se resolverán tan pronto como te
hayas librado de uno solo de ellos. No puede ser que sus diferencias sean las
que hayan hecho que esto sea posible, pues el aprendizaje no puede saltar de
una situación a su opuesto y obtener los mismos resultados. Toda curación debe
proceder de manera ordenada, de acuerdo con leyes que han sido percibidas
correctamente y que no se han violado. No dejes que la manera en que las percibes
te haga sentir miedo. Estás equivocado, pero hay Alguien dentro de ti que está
en lo cierto.
10. Deja, pues, la transferencia de tu aprendizaje en manos de Aquel
que realmente entiende sus leyes y que se asegurará de que permanezcan
invioladas e ilimitadas. Tu papel consiste simplemente en aplicarte a ti mismo
lo que Él te ha enseñado y Él hará el resto. Así es como los diferentes y
numerosos testigos de tu aprendizaje te demostrarán el poder de lo que has
aprendido. El primer testigo que verás será a tu hermano, pero tras él habrá
miles, y tras cada uno de éstos mil más. Puede que cada uno de ellos parezca tener
un problema distinto del de los demás. Mas todos se resolverán al unísono. Y su
común resolución demostrará que las preguntas no podían haber sido distintas.
11. ¡Que la paz sea contigo a quien se le ofrece curación! Y
comprenderás que se te da la paz cuando aceptas la curación para ti mismo. No
necesitas ser consciente de toda su valía para entender que te has beneficiado
de ella. Lo que ocurrió en aquel instante en que el amor entró sin ninguna
traza de ataque, permanecerá contigo para siempre. Tu curación, así como la de
tu hermano, será uno de sus efectos. Dondequiera que vayas contemplarás sus
múltiples efectos. Todos los testigos que contemples, no obstante, serán solo
una fracción de los que realmente existen. La infinitud no se puede entender
contando todas sus partes separadas. Dios te da las gracias por tu curación,
pues Él sabe que es un regalo de amor para Su Hijo y, por lo tanto, un regalo
que se le hace a Él.
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