El Amigo que Dios
te dio
1. Cualquier cosa en este mundo que creas que es buena o valiosa, o
por la que vale la pena luchar, te puede hacer daño y lo hará. No porque tenga
el poder de hacerlo, sino únicamente porque al negar que no es más que una ilusión,
le otorgas realidad. Y así, es real para ti, y no algo que no es nada. Y al
haberse percibido como real se le abrieron las puertas al mundo de las
ilusiones enfermizas. Toda creencia en el pecado, en el poder del ataque, en
herir y hacer daño, en el sacrificio y en la muerte ha llegado a ti de esa
manera. Nadie puede otorgarle realidad solo a una sola ilusión y escaparse del
resto. Pues ¿quién podría elegir quedarse solo con aquellas ilusiones que
prefiere y, al mismo tiempo, encontrar la seguridad que solo la verdad puede
conferir? ¿Quién podría creer que todas las ilusiones son iguales y, al mismo
tiempo, sostener que una de ellas es mejor que las demás?
2. No vivas tu mísera vida en soledad, con una ilusión como tu único
amigo. Ésa no es una amistad digna del Hijo de Dios ni una que pueda
satisfacerle. Dios le ha dado, por lo tanto, un Amigo mejor, Uno en Quien
reside todo el poder de la tierra y del Cielo. Esa ilusión que tú consideras tu
amigo te oculta la gracia y majestad de Aquél e impide que le des la bienvenida
con los brazos abiertos a Su amistad y a Su perdón. Aparte de Él no tienes
amigos. No busques otro amigo para que ocupe Su lugar. No hay ningún otro. Lo
que Dios dispuso no tiene substituto, pues, ¿qué ilusión podría reemplazar a la
Verdad?
3. El que mora con sombras está ciertamente solo, mas la soledad no es
la Voluntad de Dios. ¿Permitirías que una sombra usurpara el trono que Dios
dispuso fuese para tu Amigo si te dieras cuenta de que si este trono está vacío
el tuyo estaría vacío y desocupado también? No hagas de una ilusión tu amigo,
pues si lo haces, ocupará el lugar de Aquel que Dios te dio para que fuera tu
Amigo. Y Él es el único Amigo que en realidad tienes. Te trae regalos que no
son de este mundo, y solo Aquél a Quien se le confiaron puede asegurarse de que
los recibas. Y los depositará ante tu trono cuando hagas sitio para Él en el
Suyo.
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