El sueño feliz
1. Prepárate ahora para
des-hacer lo que nunca tuvo lugar. Si ya entendieses la diferencia que existe
entre la verdad y las ilusiones, la Expiación no tendría objeto. El instante
santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los
medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. Pues todos
ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cambiar tus sueños de terror a
sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al Conocimiento. No
te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es
un avance y lo que es un retroceso. Has considerado algunos de tus mayores
avances como fracasos, y evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes
triunfos.
2. Nunca solicites el
instante santo después de haber tratado de eliminar por tu cuenta todo odio y
temor de tu mente. Ésa es Su función. Nunca intentes pasar por alto tu
culpabilidad antes de pedirle ayuda al Espíritu Santo. Ésa es Su función.
Tu papel consiste únicamente en estar dispuesto, aunque sea mínimamente, a que Él elimine todo vestigio
de odio y de temor, y a ser perdonado. Sobre tu poca fe, unida a Su entendimiento,
Él establecerá tu papel en la Expiación y se asegurará de que lo cumplas sin
ninguna dificultad. Y con Él construirás los peldaños, tallados en la sólida
roca de la fe, que se elevarán hasta el Cielo. Y no serás tú el único que se
valga de ellos para ascender hasta él.
3. A través de tu santa
relación, renacida y bendecida en cada instante santo que tú no planees, miles
de seres ascenderán hasta el Cielo junto contigo. ¿Puedes acaso planear tú eso?
¿O puedes prepararte a ti mismo para tal función? Sin embargo, es posible porque es la Voluntad
de Dios. Y Él no va a cambiar de parecer al respecto. Tanto el propósito como
los medios Le pertenecen. Tú has aceptado el propósito; los medios se te proveerán.
Un propósito como éste es inconcebible sin los medios. Él proveerá los medios a
todo aquel que comparta Su propósito.
4. Los sueños felices se
vuelven reales, no porque sean sueños, sino únicamente porque son felices. Por
lo tanto, no pueden sino ser amorosos. Su mensaje es: “Hágase Su Voluntad”, y
no: “Quiero que sea de otra manera”. La sincronización de medios y propósito es
una empresa que está más allá de tu entendimiento. Ni siquiera te has dado
cuenta de que has aceptado el propósito del Espíritu Santo como tu propósito, y
lo único que harías sería utilizar medios profanos para su logro. La poca fe
que se necesitó para cambiar de propósito es todo lo que se requiere para
aceptar los medios y para ponerlos en práctica.
5. No es un sueño amar a
tu hermano como a ti mismo, ni tu relación santa es tampoco un sueño. Lo único
que aún le queda del mundo de los sueños es que todavía es una relación
especial. Mas le es muy útil al Espíritu Santo, Quien tiene una
función especial aquí. Tu relación se convertirá en el sueño feliz a través del
cual Él podrá derramar Su alegría sobre miles y miles de personas que creen que
el amor es miedo y no felicidad. Deja que Él lleve a cabo la función que le
asignó a tu relación al aceptarla en tu nombre, y no habrá nada que no
contribuya a ella para que se convierta en lo que Él quiere que sea.
6. Cuando sientas que la
santidad de tu relación se ve amenazada por algo, detente de inmediato y, a
pesar del temor que puedas sentir, ofrécele al Espíritu Santo tu consentimiento
para que Él cambie ese instante por el instante santo que preferirías tener. Él
jamás dejará de complacer tu ruego. Pero no te olvides de que tu relación es
una, por lo tanto, es inevitable que cualquier cosa que suponga una amenaza
para la paz de uno sea asimismo una amenaza para la paz del otro. El poder de haberse unido a su bendición
reside en el hecho de que ahora es imposible que tú o tu hermano puedan
experimentar miedo por separado o intentar lidiar con él por su propia cuenta. No pienses que eso es necesario o incluso
posible. Pero de la misma manera en que es imposible, es imposible también que
el instante santo le llegue a uno de ustedes y no al otro. Y les llegará a ambos
a petición de cualquiera de los dos.
7. El que esté más cuerdo
de los dos en el momento en que se perciba la amenaza, debe recordar cuán
profundo es su endeudamiento con el otro y cuánta gratitud le debe, y alegrarse
de poder pagar esa deuda brindando felicidad a ambos. Que recuerde esto y diga:
Deseo
que éste sea un instante santo para mí, a fin de compartirlo con mi hermano, a
quien amo. Es imposible que se me pueda conceder a mí sin él o a él sin mí. Pero
nos es totalmente posible compartirlo ahora. Elijo, por lo tanto, ofrecerle este
instante al Espíritu Santo, para que Su
bendición pueda descender sobre nosotros y mantenernos a los dos en paz.
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