La
base del sueño
1. ¿No es acaso cierto que de los
sueños surge un mundo que parece ser real? Mas examina lo que es ese mundo. Obviamente
no es el mundo que viste antes de irte a dormir. Es más bien una distorsión de él, urdida exclusivamente
en torno a lo que tú hubieses preferido que ocurriera. En él eres “libre” para
reconstruir lo que parecía atacarte y convertirlo en un tributo a tu ego, que
se indignó por el “ataque”. Ése no sería
tu deseo a menos que no te identificases a ti mismo con él, que siempre se ve a
sí mismo y, por lo tanto, a ti, como sometido a un constante ataque y sumamente
vulnerable a él.
2. Los sueños son caóticos porque
están regidos por tus deseos conflictivos, y así, lo que es verdad les trae sin
cuidado. Son el mejor ejemplo de cómo se puede utilizar la percepción para substituir
la verdad por ilusiones. Al despertar no los tomas en serio, pues el hecho de
que la “realidad” se viola tan radicalmente en ellos resulta evidente. Sin
embargo, son una manera de ver el mundo y de modificarlo para que se adapte
mejor al ego. Son ejemplos
impresionantes, tanto de la incapacidad del ego para tolerar la realidad, como
del hecho de que tú estás dispuesto a cambiarla para su beneficio.
3. La diferencia entre lo que ves en
sueños y lo que ves al despertar no te resulta inquietante. Reconoces que lo que ves al despertar se
desvanece en los sueños. Al despertar, no obstante, no esperas que haya
desaparecido. En los sueños eres tú quien determina todo. Las personas
se convierten en lo que tú quieres que sean y hacen lo que tú les ordenas. No se
te impone ningún límite en cuanto a las substituciones que puedes llevar a cabo.
Por algún tiempo parece como si se te hubiese dado el mundo para que hicieses
de él lo que se te antojase. No te das cuenta de que lo estás atacando y
tratando de subyugar para que se avenga a tus deseos.
4. Los sueños son desahogos
emocionales en el nivel de la percepción en los que literalmente profieres a
gritos: “¡Quiero que las cosas sean como yo quiero!” Y aparentemente lo
consigues. Mas los sueños son inseparables
de su fuente. La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la
ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. Pues el
sueño de que tienes la capacidad de controlar la realidad y de substituirla por
un mundo que prefieres es aterrador. Tus intentos de eliminar la realidad son
terroríficos, pero no estás dispuesto a aceptar esto. Por lo tanto, lo substituyes con la fantasía
de que la realidad es lo que es temible, y no lo que tú quieres hacer de ella. Y de este modo la culpa se vuelve real.
5. Los sueños te muestran que tienes
el poder de construir un mundo a tu gusto, y que por el hecho de desearlo lo
ves. Y mientras lo ves no dudas de su
realidad. Mas he ahí un mundo, que aunque claramente existe solo en tu mente,
parece estar afuera. No reaccionas ante
él como si tú mismo lo hubieras construido, ni te das cuenta de que las
emociones que el sueño suscita no pueden sino proceder de ti. Los personajes
del sueño y sus acciones parecen dar lugar al sueño. No te das cuenta de que
eres tú el que los hace actuar por ti, ya que si fueras tú el que actuase, la culpa no
recaería sobre ellos y la ilusión de satisfacción desaparecería. Estos hechos no
son ambiguos en los sueños. Pareces despertar, y el sueño desaparece. Pero lo
que no reconoces es que lo que dio origen al sueño no desapareció con él. Tu deseo de construir otro mundo que no es
real sigue vivo en ti. Y pareces despertar a lo que no es sino otra forma de ese
mismo mundo que viste en tus sueños. Estás soñando continuamente. Lo único que
es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando
estás despierto es la forma que adoptan,
y eso es todo. Su contenido es el mismo. Constituyen tu protesta contra la
realidad, y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar. En los sueños que tienes mientras estás
despierto, la relación especial ocupa un lugar especial. Es el medio con el que
tratas de que los sueños que tienes mientras duermes se hagan realidad. Desde
la relación especial no puedes despertar, ya que ésta representa tu resolución
de mantenerte aferrado a la irrealidad y de impedirte a ti mismo despertar. Y
mientras le otorgues más valor a estar dormido que a estar despierto, no
querrás despertar.
6. El Espíritu Santo, siempre práctico
en Su sabiduría, acepta tus sueños y los emplea en beneficio de tu despertar. Tú
te habrías valido de ellos para seguir durmiendo. Dije anteriormente que el
primer cambio que tiene que producirse antes de que los sueños desaparezcan, es
que tus sueños de miedo se conviertan en sueños felices. Eso es lo que el
Espíritu Santo hace en la relación especial. No la destruye ni te priva de
ella. Pero sí la usa de manera diferente, a fin de ayudarte a que Su propósito
se vuelva real para ti. Seguirás teniendo una relación especial, pero no será
una fuente de dolor o de culpa, sino de dicha y liberación. No será solo para ti, pues en eso reside su
infortunio. De la misma manera en que su falta de santidad la mantiene como
algo aparte, su estado de santidad la convierte en una ofrenda para todo el
mundo.
7. Tu relación especial se convertirá
en el medio de erradicar la culpabilidad en todos los que son bendecidos a
través de ella. Será un sueño feliz, y uno que compartirás con todo aquel que
se cruce en tu camino. La bendición que el Espíritu Santo ha derramado sobre tu
relación santa se extenderá a través de ella. No creas que Él se ha olvidado de
nadie en el propósito que te ha dado. Y no pienses que se ha olvidado de ti a
quien Él dio el regalo. Él se vale de todo
aquel que lo invoca como medio para la salvación de todos. Y los despertará a
través de ti que le ofreciste tu relación a Él. ¡Si tan solo reconocieses Su
gratitud! ¡O la mía a través de la Suya!
Pues estamos unidos en un propósito, al
ser de un mismo sentir con Él.
8. No permitas que el sueño se apodere
de ti y te haga cerrar los ojos. No es extraño que los sueños puedan dar lugar
a un mundo irreal. Lo que sí es increíble es que tengas el deseo de
hacer eso. Tu relación con tu hermano se ha convertido en una relación en la
que ese deseo ha sido eliminado, pues su propósito ha sido trocado de uno de
sueños a uno de verdad. Mas no estás
seguro de esto porque piensas que quizá eso sea lo que es el sueño. Estás tan
acostumbrado a elegir entre sueños, que no te das cuenta de que por fin has
elegido entre la verdad y todas las ilusiones.
9. El Cielo, no obstante, es algo
seguro. No es un sueño. Su llegada
significa que has elegido la verdad, y que ésta ha llegado porque has estado
dispuesto a permitir que tu relación especial satisfaga sus condiciones. El Espíritu
Santo ha depositado dulcemente el mundo real en tu relación: el mundo de sueños
felices, desde los cuales despertar es algo fácil y natural. Pues del mismo
modo en que los sueños que tienes cuando estás dormido y los que tienes cuando
estás despierto son una representación de los deseos que albergas en tu mente, así
también el mundo real y la verdad del Cielo están unidos en la Voluntad de
Dios. El sueño del despertar se convierte
fácilmente en realidad. Pues ese sueño refleja tu voluntad unida a la Voluntad
de Dios. Y lo que esta Voluntad dispone que se haga jamás ha dejado de
hacerse.
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