Capítulo
18
EL FINAL
DEL SUEÑO
El
substituto de la realidad
1. Substituir es aceptar una cosa por
otra. Solo con que examinaras exactamente lo que esto implica, percibirías de
inmediato cuánto difiere del objetivo que el Espíritu Santo te ha dado y quiere
alcanzar por ti. Substituir es elegir entre dos opciones, renunciando a un
aspecto de la Filiación en favor de otro. Para este propósito especial, uno de
ellos se juzga como más valioso y reemplaza al otro. La relación en la que la
substitución tuvo lugar queda de este modo fragmentada y, por consiguiente, su
propósito queda dividido. Fragmentar es excluir, y la substitución es la
defensa más potente que el ego tiene para mantener vigente la separación.
2. El Espíritu Santo nunca utiliza
substitutos. En cualquier situación en la que el ego percibe a una persona como
substituta de otra, el Espíritu Santo solo ve su unión e indivisibilidad. No
elige entre ellas, pues sabe que son una sola. Al estar unidas, son una sola
porque son lo mismo. La substitución es claramente un proceso en el que se
perciben como si fuesen diferentes. El deseo del Espíritu Santo es unir, el del
ego, separar. Nada puede interponerse entre lo que Dios ha unido y el Espíritu
Santo considera uno. Pero todo parece interponerse en las relaciones
fragmentadas que el ego patrocina a fin de destruirlas.
3. La única emoción en la que la
substitución es imposible es el amor. El miedo, por definición, conlleva substitución,
pues es el substituto del amor. El miedo es una emoción fragmentada y
fragmentadora. Parece adoptar muchas
formas y cada una parece requerir que uno actúe de modo diferente para poder
obtener satisfacción. Si bien esto parece dar lugar a un comportamiento muy
variable, un efecto mucho más serio reside en la percepción fragmentada de la
que procede dicho comportamiento. No se considera a nadie como un ser completo.
Se hace hincapié en el cuerpo, y se le da una importancia especial a ciertas
partes de éste, las cuales se usan como baremo de comparación, ya sea para
aceptar o para rechazar, y así expresar una forma especial de miedo.
4. Tú que crees que Dios es miedo tan solo
llevaste a cabo una substitución. Ésta ha adoptado muchas formas porque fue la
substitución de la verdad por la ilusión; la de la plenitud por la
fragmentación. Dicha substitución a su vez ha sido tan desmenuzada y
subdividida, y dividida de nuevo una y otra vez, que ahora resulta casi
imposible percibir que una vez fue una sola y que todavía sigue siendo lo que
siempre fue. Ese error, que redujo la verdad a la ilusión, lo infinito a lo
temporal y la vida a la muerte fue el único que cometiste. Todo tu mundo se
basa en él. Todo lo que ves lo refleja y
todas las relaciones especiales que has entablado proceden de él.
5. Tal vez te sorprenda oír cuán
diferente es la realidad de lo que ves. No te das cuenta de la magnitud de ese único
error. Fue tan inmenso y tan absolutamente increíble que de él no pudo sino
surgir un mundo totalmente irreal. ¿Qué
otra cosa, si no, podía haber surgido de él? A medida que empieces a examinar sus aspectos
fragmentados te darás cuenta de que son bastante temibles. Pero nada que hayas
visto puede ni remotamente empezar a mostrarte la enormidad del error original,
el cual pareció expulsarte del Cielo, fragmentar el Conocimiento al convertirlo
en inútiles añicos de percepciones desunidas y forzarte a llevar a cabo más
substituciones.
6. Ésa fue la primera proyección del
error al exterior. El mundo surgió para
ocultarlo, y se convirtió en la pantalla sobre la que se proyectó, la cual se
interpuso entre la verdad y tú. Pues la verdad se extiende hacia dentro, donde
la idea de que es posible perder no tiene sentido y lo único que es concebible
es un mayor aumento. ¿Crees que es realmente extraño que de esa proyección del
error surgiera un mundo en el que todo está invertido y al revés? Eso fue
inevitable. Pues si la verdad se llevase
ante esto, permanecería en calma, sin tomar parte en la absurda proyección
mediante la cual este mundo fue construido. No llames pecado a esa proyección,
sino locura, pues eso es lo que fue y lo que sigue siendo. Tampoco la revistas
de culpa, pues la culpa implica que realmente ocurrió. Pero sobre todo, no
le tengas miedo.
7. Cuando te parezca ver alguna forma
distorsionada del error original tratando de atemorizarte, di únicamente: “Dios
es Amor, no miedo”, y desaparecerá. La
verdad te salvará, pues no te ha abandonado para irse al mundo demente y así
apartarse de ti. En tu interior se encuentra la cordura, y fuera de ti, la
demencia. Pero tú crees que es al revés: que la verdad se encuentra fuera, y el
error y la culpa dentro. Tus míseras e insensatas substituciones, trastocadas
por la locura y formando torbellinos que se mueven sin rumbo cual plumas arrastradas
por el viento, son insubstanciales. Se funden, se juntan y se separan de
acuerdo con patrones cambiantes que no tienen sentido y que no tienen que ser
juzgados en absoluto. No tiene objeto
juzgarlos individualmente. Las
insignificantes diferencias que en lo relativo a la forma parece haber entre
ellas no son diferencias reales en absoluto. Ninguna de tus substituciones tiene
importancia. Eso es lo único que tienen en común, nada más. Sin embargo, ¿qué otra cosa es necesaria para
hacer que todas sean lo mismo?
8. Deja que se las lleve el viento,
formando torbellinos y dando tumbos hasta que se pierdan de vista, lejos, muy lejos
de ti. Y vuélvete hacia la majestuosa
calma interna, donde en santa quietud mora el Dios viviente que nunca
abandonaste y que nunca te abandonó a ti. El Espíritu Santo te lleva dulcemente
de la mano, y desanda contigo el camino recorrido en el absurdo viaje que
emprendiste fuera de ti mismo, conduciéndote con gran amor de vuelta a la
verdad y a la seguridad de tu interior. Él lleva ante la verdad todas tus
dementes proyecciones y todas tus descabelladas substituciones, las cuales
ubicaste fuera de ti. Así es como Él
invierte el curso de la demencia y te restaura a la razón.
9. En tu relación con tu hermano,
donde el Espíritu Santo se ha hecho cargo de todo a petición tuya, Él ha fijado
el rumbo hacia dentro, hacia la verdad que comparten. En el demente mundo de afuera
nada se puede compartir, sino únicamente substituir. En realidad, compartir y
substituir no tienen absolutamente nada en común. Dentro de ti amas a tu hermano
con un amor perfecto. Ésa es tierra santa en la que ninguna substitución puede
tener lugar y donde solo la verdad de tu hermano puede morar. Ahí están unidos
en Dios, tan unidos como lo están con Él. El error original jamás llegó hasta
ahí ni lo hará jamás. Ahí reside la
Verdad Radiante, a la que el Espíritu Santo ha confiado tu relación. Deja que
la lleve ahí, donde tú quieres que esté. Ofrécele un poco de fe en tu
hermano, para ayudarle a que te muestre que ningún substituto del Cielo que hayas
inventado puede excluirte de éste.
10. En ti no hay separación, y no hay
substituto que pueda mantenerte separado de tu hermano. Tu realidad fue la Creación
de Dios, la cual no tiene substituto. Están tan firmemente unidos en la
verdad, que solo Dios mora allí. Y Él jamás aceptaría otra cosa en lugar de ustedes. Los ama a los dos por igual y cual uno. Y tal como Él los ama, así
son. Ustedes no están unidos en ilusiones, sino en un Pensamiento tan santo
y tan perfecto que las ilusiones no pueden permanecer allí para mancillar el
santo lugar donde se encuentran unidos. Dios está contigo, hermano mío. Unámonos
en Él en paz y con gratitud, y aceptemos Su regalo como nuestra más santa y
perfecta realidad, la cual compartimos con Él.
11. El Cielo le es restituido a toda
la Filiación a través de tu relación, pues en ella reside la Filiación, íntegra
y hermosa, y a salvo en tu amor. El Cielo ha entrado silenciosamente, pues todas
las ilusiones se han llevado dulcemente ante la verdad en ti, y el amor ha
refulgido sobre ti, bendiciendo tu relación con la verdad. Dios y Su Creación han entrado juntos a
formar parte de ella. ¡Cuán santa y hermosa es esta relación, la cual la verdad
ilumina! El Cielo la contempla y se regocija de que lo hayas dejado venir a ti.
Y Dios Mismo se alegra de que tu relación siga siendo tal como fue creada. El
universo que se encuentra en tu interior se une a ti, junto con tu hermano. Y
el Cielo contempla con amor aquello que está unido en él, junto con su Creador.
12. Aquel a quien Dios ha llamado no
debe prestar oídos a ningún substituto. La llamada de los substitutos no es más
que el eco del error original que fragmentó el Cielo. ¿Y qué fue de la paz de los que prestaron
oídos a dicha llamada? Regresa conmigo al Cielo, y caminando junto con tu hermano
ve a otro mundo más allá de éste, hasta llegar a la belleza y alegría que ese
otro mundo te ofrece. ¿Quieres debilitar y fragmentar aún más lo que ya se
encuentra fragmentado y sin esperanzas? ¿Es ahí donde buscarías la felicidad? ¿No preferirías acaso reparar lo que ha sido
quebrantado y unirte a la cruzada para devolverle la plenitud a lo que fue asolado
por la separación y la enfermedad?
13. Has sido llamado, junto con tu
hermano, a la más santa función que este mundo puede ofrecer. Ésa es la única función que no tiene límites,
y que llega hasta cada uno de los fragmentos de la Filiación cual auxilio sanador
y unificador. Esto es lo que se te ofrece en tu relación santa. Acéptalo ahora, y lo darás tal como lo has
recibido. La Paz de Dios se te da con el luminoso propósito en el que te unes a
tu hermano. La santa luz que os unió tiene que extenderse, de la misma forma en
que la aceptaron.
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