El final de las
ilusiones
1. Es imposible abandonar el pasado sin renunciar a la relación
especial. Pues la relación especial es
un intento de revivir el pasado y alterarlo. Toda imaginada ofensa, todo dolor que todavía
se recuerde, así como todas las desilusiones pasadas y las injusticias y
privaciones que se percibieron forman parte de la relación especial, que se
convierte en el medio por el que intentas reparar tu herido amor propio. Sin el
pasado, ¿de qué base dispondrías para elegir a un compañero en particular? Toda elección al respecto se hace por razón de
algo “malo” que ocurrió en el pasado a lo que aún estás aferrado y por lo que
otro tiene que pagar.
2. La relación especial es una venganza contra el pasado. Al tratar de eliminar todo sufrimiento pasado,
pasa por alto el presente, pues está obsesionada con el pasado y comprometida
totalmente con él. Ninguna relación
especial se experimenta en el presente. Sombras del pasado la envuelven y la
convierten en lo que es. No tiene ningún significado en el presente, y si no
significa nada en el ahora, no significa nada en absoluto. ¿Cómo ibas a poder cambiar el pasado, salvo en
fantasías? ¿Y quién te puede dar aquello
de lo que según tú se te privó en el pasado?
El pasado no es nada. No trates
de culparlo por tus privaciones, pues el pasado ya pasó. En realidad es
imposible que no puedas desprenderte de lo que ya pasó. Debe ser, por lo tanto,
que estás perpetuando la ilusión de que todavía está ahí porque crees que sirve
para algún propósito que quieres ver realizado. Y debe ser también que ese propósito
no puede realizarse en el presente, sino solo en el pasado.
3. No subestimes la intensidad del deseo del ego por vengarse del
pasado. El ego es absolutamente cruel y completamente demente. Se acuerda de todo lo que hiciste que lo
ofendió e intenta asegurarse de que pagues por ello. Las fantasías que introduce en las relaciones
que ha escogido para exteriorizar su odio, son fantasías de tu destrucción. Pues
el ego te guarda rencor por el pasado, y si te escapas del pasado se vería
privado de consumar la venganza que, según él, tan justamente mereces. Sin
embargo, si no te tuviera a ti de aliado de tu propia destrucción, el ego no
podría utilizar el pasado contra ti. En
la relación especial permites tu propia destrucción. Que eso es demente es
obvio. Lo que no es tan obvio es que el
presente no te sirve de nada mientras persigas el objetivo del ego como aliado
suyo.
4. El pasado ya pasó. No
intentes conservarlo en la relación especial que te mantiene encadenado a él, y
que quiere enseñarte que la salvación se encuentra en el pasado y que por eso
necesitas volver a él para encontrarla. No hay fantasía que no encierre un
sueño de represalias por lo ocurrido en el pasado. ¿Qué prefieres, exteriorizar ese sueño o
abandonarlo?
5. No parece que lo que buscas en la relación especial sea la
venganza. Y ni siquiera cuando el odio y la crueldad se asoman fugazmente se
quebranta seriamente la ilusión de amor. Sin embargo, lo único que el ego nunca permite
que llegue a tu conciencia es que la relación especial es la exteriorización de
tu venganza contra ti mismo. ¿Qué otra cosa podría ser? Cuando vas en busca de una relación especial,
no buscas la gloria dentro de ti. Has
negado que se encuentre en ti, y la relación se convierte en su substituto. La venganza pasa a ser aquello con lo que
substituyes la Expiación, y lo que pierdes es poder escaparte de la venganza.
6. Frente a la demente noción que el ego tiene de la salvación, el
Espíritu Santo te ofrece dulcemente el instante santo. Hemos dicho antes que el
Espíritu Santo tiene que enseñar mediante comparaciones, y que se vale de
opuestos para apuntar hacia la verdad. El instante santo es lo opuesto a la
creencia fija del ego de que la salvación se logra vengando el pasado. En el instante santo se comprende que el
pasado ya pasó, y que, con su pasar, el impulso de venganza se arrancó de raíz
y desapareció. La quietud y la paz del
ahora te envuelven con perfecta dulzura. Todo ha desaparecido, excepto la verdad.
7. Puede que por algún tiempo
todavía trates de llevar ilusiones al instante santo, obstaculizando así el que
seas plenamente consciente de la absoluta diferencia que existe—con respecto a
todo—entre tu experiencia de la verdad y tu experiencia de la ilusión. Mas no
seguirás tratando de hacer eso por mucho más tiempo. En el instante santo el poder del Espíritu
Santo prevalecerá porque te habrás unido a Él. Las ilusiones que cargas contigo atenuarán la
experiencia que tienes de Él por algún tiempo e impedirán que retengas la
experiencia en tu mente. Mas el instante
santo es eterno, y las ilusiones que tienes acerca del tiempo no impedirán que
lo intemporal sea lo que es ni que lo experimentes tal como es.
8. Lo que Dios te ha dado, te lo dio de verdad y no podrás sino
recibirlo de verdad. Pues los dones de
Dios están desprovistos de toda realidad a menos que tú los recibas. Recibirlos consuma Su dación. Tú los recibirás porque Su Voluntad es darlos.
Él dio el instante santo para que te
fuese dado a ti, y es imposible que no lo recibas, puesto que Él lo dio. Cuando dispuso que Su Hijo fuese libre, Su
Hijo fue libre. En el instante santo se
encuentra Su recordatorio de que Su Hijo será siempre exactamente como fue
creado. Y el propósito de todo lo que el Espíritu Santo enseña es recordarte
que has recibido lo que Dios te dio.
9. No hay nada por lo que tengas que guardarle rencor a la realidad. Lo único que debes perdonar son las ilusiones
que has albergado contra tus hermanos. Su realidad no tiene pasado, y lo único que se
puede perdonar son las ilusiones. Dios
no le guarda rencor a nadie, pues es incapaz de albergar ningún tipo de
ilusión. Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus ilusiones, perdonándolos
por las ilusiones que percibes en ellos. Así aprenderás que has sido perdonado, pues
fuiste tú quien les ofreció ilusiones. En el instante santo esto es lo que se lleva a
cabo por ti mientras estés en el tiempo, para de este modo brindarte la
verdadera condición del Cielo.
10. Recuerda que siempre eliges entre la verdad y las ilusiones, entre
la verdadera expiación que cura y la “expiación” del ego que destruye. Todo el Poder y Amor de Dios, sin límite
alguno, te apoyarán a medida que busques únicamente el papel que te corresponde
desempeñar en el plan de Expiación que procede de Su Amor. Sé un aliado de Dios y no del ego en tu
búsqueda para descubrir cómo alcanzar la Expiación. Con Su ayuda basta, pues Su
Mensajero sabe cómo restituirte el Reino y hacer que todo tu interés en la
salvación se centre en tu relación con Él.
11. Busca y encuentra Su mensaje en el instante santo, en el que se
perdonan todas las ilusiones. Desde ahí
el milagro se extiende para bendecir a todo el mundo y resolver todo problema,
percíbase como grande o pequeño, como que puede ser resuelto o como que no. No hay nada que no ceda ante Él y Su majestad.
Unirse en estrecha relación con el Él es
aceptar todas las relaciones como reales, y gracias a su realidad, abandonar
las ilusiones a cambio de la realidad de tu relación con Dios. Alabada sea la
relación que tienes con Él y ninguna otra. La verdad reside en ella y no en ninguna otra
parte. Eliges esto o nada.
12. Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a aceptar la
verdadera relación que tenemos Contigo, en la que no hay ilusiones y en la que
jamás puede infiltrarse ninguna. Nuestra
santidad es la Tuya. ¿Qué puede haber en
nosotros que necesite perdón si Tu Perdón es perfecto? El sueño del olvido no es más que nuestra
renuencia a recordar Tu Perdón y Tu Amor. No nos dejes caer en la tentación, pues la
tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. Y que recibamos únicamente lo que Tú has dado,
y que aceptemos solo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. Amén.
N.T. Hemos utilizado “especialismo” para traducir el término inglés
“specialness”, cuyo significado es “la calidad, condición, estado o deseo de
ser especial”.
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