La decisión de
alcanzar la compleción
1. Cuando se examina la relación especial es necesario, antes que
nada, darse cuenta de que comporta mucho dolor. Tanto la ansiedad como la
desesperación, la culpa y el ataque están presentes, intercalados con períodos
en que parecen haber desaparecido. Es esencial que todos estos estados se vean
tal como realmente son. Sea cual fuere
la forma en que se manifiesten, son siempre un ataque contra el ser para que el
otro se sienta culpable. He hablado de
esto con anterioridad, pero hay algunos aspectos de lo que realmente se está
intentando que aún no hemos examinado.
2. Dicho llanamente, el intento de culpabilizar va siempre dirigido
contra Dios, pues el ego quiere que
creas que Dios y solo Él, es culpable, lo cual deja a la Filiación vulnerable
al ataque y sin ninguna protección contra él. La relación de amor especial es el arma
principal del ego para impedir que llegues al Cielo. No parece ser un arma, pero si examinases
cuánto la valoras y por qué, te darías cuenta de que lo es.
3. La relación de amor especial es el regalo más ostentoso del ego y
el que mayor atractivo tiene para aquellos que no están dispuestos a renunciar
a la culpabilidad. Aquí es donde más claramente se puede ver la “dinámica” del
ego, pues, contando con la atracción de su ofrenda, las fantasías que se
centran sobre la relación de amor especial son con frecuencia muy evidentes. Normalmente se consideran aceptables e incluso
naturales. Nadie considera raro amar y odiar al mismo tiempo, y aun los que
creen que odiar es un pecado, simplemente se sienten culpables por ello, pero no
hacen nada por corregirlo. Esto es lo que es “normal” en la separación, y
aquellos que aprenden que no es normal en absoluto, parecen ser los que no son
normales. Pues este mundo es lo opuesto al Cielo al haber sido concebido para
ser su opuesto, y todas las cosas aquí son exactamente lo inverso a la verdad. En
el Cielo, donde el significado del amor se conoce perfectamente, el amor es lo
mismo que la unión. Aquí, donde en lugar del amor se acepta la ilusión de amor,
el amor se percibe como separación y exclusión.
4. En la relación especial—nacida del deseo oculto de que Dios nos ame
con un amor especial—es donde triunfa el odio del ego. Pues la relación especial es la renuncia al
Amor de Dios y el intento de asegurar para uno mismo la condición de ser
especial que Él nos negó. Es esencial
para la supervivencia del ego que tú creas que el especialismo no es el
infierno, sino el Cielo. Pues el ego
jamás querría que vieras que lo único que la separación conlleva son pérdidas,
al ser la única condición en la que el Cielo no puede existir.
5. Para todo el mundo el Cielo es la compleción. En esto no puede
haber desacuerdo porque tanto el ego como el Espíritu Santo lo aceptan. Están,
no obstante, en completo desacuerdo con respecto a lo que es la compleción y a
cómo se alcanza. El Espíritu Santo sabe que la compleción reside en primer
lugar en la unión, y luego en la extensión de ésta. Para el ego, la compleción reside en el
triunfo y en la extensión de la “victoria” incluso hasta el triunfo definitivo
sobre Dios. El ego cree que con esto el
ser se libera finalmente, pues entonces no quedaría nada que pudiera ser un
obstáculo para él. Ésa es su idea del
Cielo. Para el ego, pues, la unión—la
condición en la que él no puede interferir—tiene que ser el infierno.
6. La relación especial es un mecanismo extraño y antinatural del ego
para unir Cielo e infierno, e impedir que se pueda distinguir entre uno y otro.
Tratar de encontrar lo que supuestamente
es lo “mejor” de los dos mundos, simplemente ha dado lugar a que se tengan
fantasías de ambos y a que sea imposible percibir a ninguno de ellos tal como
realmente es. La relación especial es el triunfo de esta confusión. Es un tipo de unión en que la unión está
excluida, pues la exclusión es la base de dicho intento de unión. ¿Qué mejor
ejemplo que esto puede haber de la máxima del ego: “Busca, pero no halles?”
7. Lo más curioso de todo es el concepto del yo que el ego fomenta en
las relaciones especiales. Este “yo” busca relaciones para completarse a sí
mismo. Pero cuando encuentra la relación especial en la que piensa que puede
lograrlo, se entrega a sí mismo y trata de “intercambiarse” por el yo del otro.
Eso no es unión, pues con ello no hay
aumento ni extensión. Cada uno de ellos
trata de sacrificar el yo que no desea a cambio de uno que cree que prefiere. Y
se siente culpable por el “pecado” de apropiarse de algo y de no dar nada
valioso a cambio. ¿Qué valor le puede adjudicar a un yo del que quiere
deshacerse para obtener uno “mejor”?
8. Ese otro yo “mejor” que el ego busca es siempre uno que es más
especial. Y quienquiera que parezca poseer un yo especial es “amado” por lo que
se puede sacar de él. Cuando ambos miembros de la relación especial ven en el
otro ese yo especial, el ego ve “una unión bendecida en el Cielo”. Pues ni uno
ni otro reconocerá que ha pedido el infierno y, por ende, no interferirá en la
ilusión que el ego tiene del Cielo y que le ofrece para que suponga un
obstáculo para él. Pero si el contenido de todas las ilusiones es el miedo y solo
el miedo, la ilusión del Cielo no es más que una forma “atractiva” de miedo en
la que la culpa está profundamente soterrada y se manifiesta en forma de
“amor”.
9. El atractivo del infierno reside únicamente en la terrible
atracción de la culpabilidad, que el ego ofrece a los que depositan su fe en la
pequeñez. La convicción de pequeñez se encuentra en toda relación especial, ya
que solo los que se consideran a sí mismos necesitados podrían valorar el
especialismo. Exigir que se te considere
especial, y la creencia de que hacer que otro se sienta especial es un acto de
amor, hacen del amor algo odioso. El
verdadero propósito de la relación especial—en estricta conformidad con los
objetivos del ego—es destruir la realidad y substituirla por ilusiones. Pues el
ego en sí es una ilusión, y solo las ilusiones pueden dar testimonio de su
“realidad”.
10. Si percibieras la relación especial como un triunfo sobre Dios,
¿la desearías? No pensemos en su naturaleza aterradora ni en la culpa que
necesariamente conlleva, ni tampoco en la tristeza o en la soledad. Pues esos
no son sino atributos de la doctrina de la separación y de todo el contexto en
que se cree que ésta tiene lugar. El
tema central de su letanía al sacrificio es que para que tú puedas vivir Dios
tiene que morir. Y ése es el tema que se exterioriza en la relación especial. Mediante la muerte de tu yo crees poder atacar
al yo de otro, arrebatárselo, y así reemplazar al yo que detestas. Y lo detestas porque piensas que no te ofrece
la clase de especialismo que tú exiges. Y al odiarlo lo conviertes en algo
ínfimo e indigno porque tienes miedo de él.
11. ¿Cómo podrías conferirle poder ilimitado a lo que crees haber
atacado? La verdad se ha vuelto tan temible para ti, que a menos que sea débil,
insignificante y no merecedora de que se le otorgue valor, no te atreverás a
mirarla de frente. Piensas que estás más
a salvo dotando al pequeño yo que inventaste con el poder que le arrebataste a
la verdad al vencerla y dejarla indefensa. Observa la precisión con que se ejecuta este
rito en la relación especial. Se erige
un altar entre dos personas separadas, en el que cada una intenta matar a su yo
e instaurar en su cuerpo otro yo que deriva su poder de la muerte del otro. Este rito se repite una y otra vez. Y nunca se
completa ni se completará jamás. El rito de compleción no puede completar nada,
pues la vida no procede de la muerte ni el Cielo del infierno.
12. Cada vez que alguna forma de relación especial te tiente a buscar
amor en ritos, recuerda que el amor no es forma, sino contenido. La relación
especial es un rito de formas, cuyo propósito es exaltar la forma para que
ocupe el lugar de Dios a expensas del contenido. La forma no tiene ningún significado
ni jamás lo tendrá. La relación especial
debe reconocerse como lo que es: un rito absurdo en el que se extrae fuerza de
la muerte de Dios y se transfiere a Su asesino como prueba de que la forma ha
triunfado sobre el contenido y de que el amor ha perdido su significado. ¿Desearías que eso fuese posible, aparte de
que es evidente que no lo es? De ser
posible, te habrías convertido a ti mismo en un ser indefenso. Dios no está enfadado. Simplemente no pudo permitir que eso ocurriera.
Y tú no puedes hacer que Él cambie de
parecer al respecto. Ningún rito que
hayas inventado en el que la danza de la muerte te deleita puede causar la
muerte de lo eterno, ni aquello que has
elegido para substituir la Plenitud de Dios puede ejercer influencia alguna
sobre ella.
13. No veas en la relación especial más que el intento absurdo de
querer anteponer otros dioses a Él y de, al adorarlos, encubrir su pequeñez y
la Grandeza de Dios. En nombre de tu propia
compleción no desees esto. Pues cualquier ídolo que antepongas a Él se antepone
a ti y usurpa el lugar de lo que verdaderamente eres.
14. La salvación reside en el simple hecho de que las ilusiones no son
temibles porque no son verdad. Te parecerán temibles en la medida en que no las
reconozcas como lo que son, y no las reconocerás como lo que son en la medida en
que desees que sean verdad. En esa misma
medida estarás negando la verdad y no llevando a cabo la simple elección entre
la verdad y las ilusiones; entre Dios y las fantasías. Recuerda esto, y no te resultará difícil
percibir la elección exactamente como es y solo como es.
15. El núcleo de la ilusión de la separación reside simplemente en la
fantasía de que es posible destruir el significado del amor. Y a menos que se restaure en ti el significado
del amor, tú que compartes su significado no podrás conocerte a ti mismo. La separación no es más que la decisión de no
conocerte a ti mismo. Todo este sistema de pensamiento es una experiencia de
aprendizaje cuidadosamente urdida, diseñada para apartarte de la verdad y
conducirte a las fantasías. Mas por cada
enseñanza que pueda hacerte daño, Dios te ofrece corrección y el escape total
de todas sus consecuencias.
16. Decidir entre si escuchar o no las enseñanzas de este curso y
seguirlas, no es sino elegir entre la verdad y las ilusiones. Pues en este
curso se hace una clara distinción entre la verdad y las ilusiones y no se
confunden en absoluto. ¡Qué simple se
vuelve esta elección cuando se percibe exactamente lo que es! Pues solo las fantasías hacen que elegir sea
confuso, pero las fantasías son totalmente irreales.
17. Éste es, pues, el año en que debes llevar a cabo la elección más
fácil a la que te hayas enfrentado jamás, y también la única. Cruzarás el puente que conduce a la realidad
simplemente porque te darás cuenta de que Dios está al otro lado y de que aquí
no hay nada en absoluto. Cuando te das cuenta de esto, es imposible no tomar la
decisión que naturalmente nace de dicho entendimiento.
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