El instante santo
y las Leyes de Dios
1. Es imposible usar una relación a expensas de otra sin sentir
culpabilidad. Y es igualmente imposible
condenar parte de una relación y encontrar paz en ella. De acuerdo con las enseñanzas del Espíritu
Santo, todas las relaciones son compromisos totales, si bien no hay conflicto
alguno entre ellas. Tener absoluta fe en que cada una de ellas tiene la
capacidad de satisfacerte completamente solo puede proceder de una perfecta fe en ti
mismo. Mas no puedes tener fe en ti
mismo mientras sigas sintiendo culpabilidad. Y seguirás sintiendo culpabilidad mientras
aceptes la posibilidad—y la tengas en gran estima—de que puedes hacer que un
hermano sea lo que no es solo porque tú
lo desees.
2. La razón de que tengas tan poca fe en ti mismo es que no estás
dispuesto a aceptar el hecho de que dentro de ti se encuentra el amor perfecto.
Y así, buscas afuera lo que no se puede encontrar afuera. Yo te ofrezco la perfecta fe que tengo en ti
en lugar de todas tus dudas. Pero no te olvides de que la fe que tengo en todos
tus hermanos tiene que ser tan perfecta como la que tengo en ti, pues, de lo
contrario, el regalo que te hago sería limitado. En el instante santo compartimos la fe que
tenemos en el Hijo de Dios porque juntos reconocemos que él es completamente
digno de ella, y en nuestro aprecio de su valía no podemos dudar de su
santidad. Y, por lo tanto, le amamos.
3. Toda separación desaparece conforme se comparte la santidad. Pues
la santidad es poder, y cuando se comparte, su fuerza aumenta. Si intentas
satisfacerte gratificando tus necesidades tal como las percibes es porque crees
que la fuerza procede de otro y que lo que tú ganas él lo pierde. Si te percibes como débil, alguien siempre
tiene que salir perdiendo. Sin embargo, hay otra interpretación de las
relaciones que transciende completamente el concepto de pérdida de poder.
4. No te resulta difícil creer que cuando otro le pide amor a Dios tu
propia petición no pierde fuerza. Tampoco crees que cuando Dios le contesta, tus
esperanzas de recibir una respuesta se ven mermadas. Por el contrario, te sientes más inclinado a
considerar el éxito de tu hermano como una prueba de la posibilidad del tuyo. Eso
se debe a que reconoces, aunque sea vagamente, que Dios es una Idea y, por
consiguiente, tu fe en Él se fortalece al compartirla. Lo que te resulta difícil aceptar es el hecho
de que, al igual que tu Padre, tú eres una idea. Y, al igual que Él, te puedes
entregar totalmente sin que ello suponga ninguna pérdida para ti, sino solo ganancias. En esto reside la paz, pues no
hay conflicto.
5. En el mundo de la escasez el amor no significa nada y la paz es
imposible. Pues en él se aceptan tanto la idea de ganar como la de perder y,
por lo tanto, nadie es consciente de que en su interior reside el amor
perfecto. En el instante santo reconoces que la idea del amor mora en ti, y
unes esta idea a la Mente que la pensó y que jamás podría abandonarla. Puesto
que dicha Mente mantiene dentro de sí la idea del amor, no puede haber pérdida
alguna. El instante santo se convierte así en una lección acerca de cómo
mantener a todos tus hermanos en tu mente sin experimentar pérdida alguna, sino
solo compleción. De esto se deduce que solo puedes dar. Y esto es amor, pues
únicamente esto es natural de acuerdo con las Leyes de Dios. En el instante santo prevalecen Sus Leyes, que
son las únicas que tienen sentido. Las
de este mundo, por otra parte, dejan de tenerlo. Cuando el Hijo de Dios acepta
las Leyes de Dios como lo que su propia voluntad gustosamente dispone, es
imposible que se sienta aprisionado o limitado en forma alguna. En ese instante
es tan libre como Dios quiere que sea. Pues en el instante en que se niega a estar
aprisionado, en ese mismo instante deja de estarlo.
6. En el instante santo no ocurre nada que no haya estado ahí siempre.
Lo único que sucede es que se descorre
el velo que cubría la realidad. Nada ha cambiado. Sin embargo, cuando se descorre el velo del
tiempo, la conciencia de inmutabilidad aflora de inmediato. Nadie que aún no
haya experimentado el descorrimiento del velo y se haya sentido
irresistiblemente atraído hacia la luz que se encuentra tras él, puede tener fe
en el amor sin experimentar miedo alguno. Mas el Espíritu Santo te da esa fe
porque me la ofreció a mí y yo la acepté. No tengas miedo de que se te vaya a negar el
instante santo, pues yo no lo negué. Y a través de mí, el Espíritu Santo te lo
dará a ti, del mismo modo en que tú habrás de darlo. No permitas que ninguna necesidad que percibas
nuble la necesidad que tienes del instante santo. Pues en él reconocerás la
única necesidad que los Hijos de Dios comparten por igual, y por medio de este
reconocimiento te unirás a mí para ofrecer lo único que es necesario.
7. La paz llegará a través de nosotros. Únete a mí en la idea de la paz, pues las
mentes se comunican por medio de ideas. Si te entregaras tal como tu Padre
entrega Su Ser, entenderías lo que es la Conciencia de Ser. Y con ello entenderías el significado del
amor. Pero recuerda que el entendimiento
es algo propio de la mente y solo de la
mente. El Conocimiento, por lo tanto, es
algo propio de la mente y sus condiciones se encuentran en ésta junto con él. Si no fueras una idea y nada más que una idea,
no podrías estar en plena comunicación con todo lo que alguna vez haya
existido. Sin embargo, mientras
prefieras ser otra cosa o intentes no ser nada más y al mismo tiempo ser algo
más, no podrás recordar el lenguaje de la comunicación, si bien lo conoces
perfectamente.
8. En el instante santo se recuerda a Dios, y con Él se recuerda el
lenguaje con el que te comunicas con todos tus hermanos. Pues la comunicación se recuerda en unión con
otro, al igual que la verdad. No hay
exclusión en el instante santo porque el pasado desaparece, y con él desaparece
también la base de la exclusión. Sin su fuente, la exclusión se desvanece. Y esto permite que la Fuente que tú y tus
hermanos compartís la reemplace en tu conciencia. Dios y Su Poder ocuparán el
lugar que les corresponde ocupar en ti, y tú experimentarás la plena
comunicación de ideas con ideas. Mediante tu capacidad para hacer esto te darás
cuenta de lo que eres, pues empezarás a entender lo que tu Creador es y lo que
es Su Creación junto con Él.
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