El final de las
dudas
1. La Expiación tiene lugar en el tiempo, pero no es para el tiempo. Puesto que se encuentra en ti, es eterna. Lo que encierra el recuerdo de Dios no puede
estar limitado por el tiempo, del mismo
modo en que tú tampoco puedes estarlo. Pues solo si Dios estuviera limitado, podrías
estarlo tú. El instante que se le ofrece
al Espíritu Santo se le ofrece a Dios en tu nombre, y en ese instante
despiertas dulcemente en Él. En el
instante bendito abandonas todo lo que aprendiste en el pasado y de inmediato
el Espíritu Santo te ofrece la lección de la paz en su totalidad. ¿Cómo iba a
requerir tiempo aprender esta lección cuando todos los obstáculos que podrían impedirlo
han sido superados? La verdad transciende al tiempo en tal medida, que toda
ella tiene lugar simultáneamente. Pues
al haber sido creada como una sola, su unicidad es completamente independiente
del tiempo.
2. No permitas que el tiempo sea motivo de preocupación para ti, ni
tengas miedo del instante de santidad que ha de eliminar todo vestigio de
él. Pues el instante de paz es eterno
precisamente porque está desprovisto de miedo. Dicho instante llegará, ya que
es la lección que Dios te da a través del Maestro que Él designó para transformar
el tiempo en eternidad. ¡Bendito sea el
Maestro de Dios, Cuyo gozo reside en mostrarle al santo Hijo de Dios su
santidad! Su gozo no está circunscrito
al tiempo. Sus enseñanzas son para ti
porque Su gozo es el tuyo. A través de
Él te alzas ante el Altar de Dios, donde Él dulcemente transforma el infierno en
Cielo. Pues es únicamente en el Cielo
donde Dios quiere que estés.
3. ¿Cuánto tiempo puede tomar llegar allí donde Dios quiere que estés?
Pues ya estás donde siempre has estado y
donde has de estar eternamente. Todo lo que tienes, lo tienes para siempre. El instante bendito se extiende para abarcar
al tiempo, del mismo modo en que Dios se extiende a Sí Mismo para abarcarte a
ti. Tú que te has pasado días, horas e incluso años encadenando a tus hermanos
a tu ego a fin de apoyarlo y proteger su debilidad, no percibes la Fuente de la
fortaleza. En este instante santo
liberarás a todos tus hermanos de las cadenas que los mantienen prisioneros y
te negarás a apoyar su debilidad o la tuya.
4. No te das cuenta de cuán desacertadamente has utilizado a tus
hermanos al considerarlos fuentes de apoyo para el ego. En tu percepción, por lo tanto, ellos dan
testimonio del ego, y parecen darte motivos para que no lo abandones. Tus hermanos, no obstante, son testigos mucho
más poderosos y mucho más convincentes en favor del Espíritu Santo, Cuya fortaleza respaldan. Eres tú, pues, quien determina el que ellos
apoyen al ego o al Espíritu Santo en ti. Y reconocerás cuál de ellos has elegido por
sus reacciones. Siempre se puede
reconocer a un Hijo de Dios que ha sido liberado a través del Espíritu Santo en
un hermano. No puede ser negado. Si todavía tienes dudas, es tan solo porque no has otorgado completa
liberación. Y debido a ello todavía no
le has dado al Espíritu Santo un solo instante completamente. Pues cuando lo hayas hecho no te cabrá la menor
duda de que lo has hecho. Estarás seguro porque Su testigo hablará tan claramente
en favor de Él, que oirás y entenderás. Seguirás dudando hasta que oigas a un
testigo al que hayas liberado completamente por medio del Espíritu Santo. Y
entonces ya no dudarás más.
5. Aún no has tenido la experiencia del instante santo. Pero la tendrás y la reconocerás con absoluta
certeza. Ningún regalo de Dios se reconoce de otra manera. Puedes practicar el
mecanismo del instante santo y aprender mucho de ello. Mas no puedes suplir su deslumbrante y
reluciente fulgor, que literalmente te cegará solo con que lo veas, impidiéndote ver este
mundo. Y todo ello se encuentra aquí, en
este mismo instante, completo, consumado y plenamente otorgado.
6. Empieza ahora a desempeñar el pequeño papel que te corresponde en
el proceso de aislar el instante santo. Recibirás instrucciones muy precisas a
medida que sigas adelante. Aprender a aislar este segundo y a experimentarlo
como algo eterno es empezar a experimentarte a ti mismo como no separado. No tengas miedo de que no se te vaya a ayudar
en esto. El Maestro de Dios y Su lección respaldarán tu fortaleza. Es solo
tu debilidad lo que se desprenderá de ti cuando comiences a practicar esto,
pues al hacerlo experimentarás el Poder de Dios en ti. Utilízalo aunque solo sea por un instante, y nunca más lo
negarás. ¿Quién puede negar la Presencia
de aquello ante lo cual el universo se inclina con júbilo y agradecimiento? Ante el reconocimiento del universo que da
testimonio de Ella, tus dudas no pueden sino desaparecer.
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