La igualdad de los
milagros
1. Cuando ninguna percepción se interponga entre Dios y Sus Creaciones
o entre Sus Hijos y las suyas, el conocimiento de la Creación no podrá sino
continuar eternamente. Los reflejos que aceptas en el espejo de tu mente
mientras estás en el tiempo, o bien te acercan a la eternidad o bien te alejan
de ella. Pero la eternidad en sí está más allá del tiempo. Salte del tiempo, y con la ayuda del reflejo
de la eternidad en ti, extiéndete y tócala. Y pasarás del tiempo a la Santidad
tan inevitablemente como el reflejo de la Santidad exhorta a todos a dejar a un
lado la culpa. Sé un reflejo de la paz
del Cielo aquí y lleva este mundo al Cielo, pues el reflejo de la verdad atrae
a todo el mundo a ésta, y a medida que todos entran en ella, dejan atrás todos
los reflejos.
2.
En el Cielo la realidad no se refleja, sino que se comparte. Al compartir su reflejo aquí, su verdad se
vuelve la única percepción que el Hijo de Dios acepta. De este modo aflora en él el recuerdo de su
Padre, y a partir de ese momento nada más puede satisfacerle, excepto su propia
realidad. Ustedes en la tierra no tienen idea de lo que significa no tener
límites, pues el mundo en el que aparentemente viven es un mundo de límites. No es cierto que en este mundo pueda ocurrir
algo que no conlleve grados de dificultad. El milagro, por lo tanto, tiene una
función única, y lo inspira un Maestro único que trae las leyes de otro mundo a
éste. Obrar milagros es lo único que
puedes hacer que trasciende la idea de grados de dificultad, pues los milagros
no están basados en diferencias, sino en la igualdad.
3. Los milagros no compiten entre sí, y el número de milagros que
puedes obrar es ilimitado. Pueden ser legión
y a la vez simultáneos. Esto no es difícil de entender una vez que concibes que
sean posibles. Lo que más cuesta entender es que la falta de grados de
dificultad que caracteriza al milagro es algo que tiene que proceder de otra
parte y no de aquí. Desde el punto de vista del mundo, eso es imposible.
4. Tal vez te hayas dado cuenta de que tus pensamientos no compiten
entre sí, y de que, aunque haya conflicto entre ellos, pueden ocurrir simultáneamente
y con gran profusión. Puedes ciertamente
estar tan acostumbrado a eso que apenas te sorprenda ya. No obstante, estás acostumbrado también a
clasificar algunos de tus pensamientos como más importantes o mejores que
otros, como más sabios, productivos o valiosos. Esto es cierto con respecto a los pensamientos
que se les ocurren a los que creen vivir separados. Pues algunos pensamientos
son reflejos del Cielo, mientras que otros los suscita el ego, el cual tan solo
aparenta pensar.
5. El resultado de todo esto es un patrón zigzagueante y variable que
nunca descansa y jamás se detiene. Se
mueve incesantemente por todo el espejo de tu mente, y los reflejos del Cielo
aparecen fugazmente para luego desvanecerse a medida que la obscuridad los
envuelve. Allí donde había luz, la obscuridad la elimina en un instante, dando
lugar a que patrones que alternan entre la luz y la obscuridad atraviesen tu
mente sin tregua. La poca cordura que aún te queda permanece ahí gracias a un
sentido de orden que tú mismo estableces. Mas el hecho mismo de que puedas
hacer eso y seas capaz de imponer orden donde reina el caos, demuestra que tú
no eres un ego y que en ti tiene que haber algo más que un ego. Pues el ego es caos, y si eso fuera lo único
que hay en ti, te resultaría imposible imponer ningún tipo de orden. No
obstante, aunque el orden que le impones a tu mente limita al ego, también te
limita a ti. Poner orden es juzgar y clasificar por medio de juicios. Por lo tanto, es una función que le
corresponde al Espíritu Santo, no a ti.
6. Te parecerá difícil aprender que no tienes ninguna base para poner
orden en tus pensamientos. El Espíritu Santo te enseña esta lección
ofreciéndote los ejemplos deslumbrantes de los milagros, a fin de mostrarte que
tu modo de poner orden es desacertado, pero que se te ofrece uno mejor. El
milagro responde siempre de la misma manera ante cualquier petición de ayuda.
No la juzga. Simplemente reconoce lo que es y responde consecuentemente. No se
detiene a considerar qué petición es más importante, más urgente o más
apremiante. Tal vez te preguntes por qué se te pide que hagas algo que no
requiere que emitas ningún juicio, cuando todavía eres prisionero de los
juicios. La respuesta es muy simple: el Poder de Dios, no el tuyo, es el que
engendra los milagros. El milagro en sí no hace sino dar testimonio de que el
Poder de Dios se encuentra dentro de ti. Ésa es la razón de que el milagro
bendiga por igual a todos los que de alguna manera son partícipes en él, y ésa
es también la razón de que todos sean partícipes en él. El Poder de Dios es
ilimitado. Y al ser siempre máximo, ofrece todo a cualquiera que se lo pida. No
hay grados de dificultad en esto. A una petición de ayuda se le presta ayuda.
7. El único juicio involucrado en esto es que el Espíritu Santo divide
la petición en dos categorías: una en la que se extiende amor y otra en la que
se pide amor. Tú no puedes hacer esa división por tu cuenta sin riesgos, pues
estás demasiado confundido como para poder reconocer el amor o para creer que
cualquier otra cosa no es sino una petición de amor. Estás demasiado aferrado a la forma y no al
contenido. Lo que consideras que es
contenido no es contenido en absoluto. Es simplemente forma y nada más que forma. Pues
no respondes a lo que un hermano realmente te ofrece, sino solo a la percepción
particular que tienes de su ofrecimiento tal como el ego lo juzga.
8. El ego es incapaz de entender lo que es el contenido y no se
interesa por él en absoluto. Para el
ego, si la forma es aceptable el contenido lo es también. De otro modo,
atacará la forma. Si crees que entiendes
algo de la “dinámica” del ego, déjame asegurarte que no entiendes nada. Pues por tu cuenta no puedes entenderla. El
estudio del ego no es el estudio de la mente. De hecho, al ego le encanta estudiarse a sí
mismo y aprueba sin reservas los esfuerzos que, para “analizarlo”, llevan a
cabo los que lo estudian, quienes de este modo demuestran su importancia. Lo
único que estudian, no obstante, son formas desprovistas de todo contenido
significativo. Pues su maestro es un disparatado, aunque les oculta este hecho
con gran celo tras palabras que parecen ser muy elocuentes, pero que cuando se
enlazan revelan su falta de coherencia.
9. Esto es típico de los juicios del ego. Por separado, parecen ser
coherentes, pero enlázalos, y el sistema de pensamiento que resulta de ese
enlace es incoherente y totalmente caótico. Pues la forma no es suficiente para
impartirle significado, y la falta de contenido subyacente impide la viabilidad
de un sistema de pensamiento cohesivo. La separación sigue siendo, por lo
tanto, la condición que el ego siempre elegirá. Pues por su cuenta nadie puede
juzgar al ego correctamente. Sin
embargo, cuando dos o más se unen para ir en busca de la verdad, el ego ya no
puede defender por más tiempo su falta de contenido. El hecho de que puedan
unirse les indica que el sistema de pensamiento del ego es falso.
10.
Es imposible recordar a Dios en secreto y a solas. Pues recordarle significa
que no estás solo y que estás dispuesto a recordar ese hecho. No pienses acerca
de ti, pues ninguno de los pensamientos que albergas es para ti únicamente. Si quieres recordar a tu Padre, deja que el
Espíritu Santo ponga orden en tus pensamientos y te dé la única respuesta con
la que Él responde. Todo el mundo anda en busca de amor al igual que tú, pero
no pueden saberlo a menos que se unan a ti en esa búsqueda. Si emprenden la
búsqueda juntos, la luz que los acompañará será tan poderosa que impartirá
significado a todo cuanto vean. La jornada que se hace en solitario está
destinada al fracaso porque ha excluido lo que quiere encontrar.
11. De la misma manera en que Dios se comunica con el Espíritu Santo
en ti, de igual modo el Espíritu Santo te traduce lo que Él le comunica a
través de ti para que puedas entender. Ninguna comunicación de Dios es secreta, pues
todo lo que es Suyo está al descubierto y es completamente accesible a todos,
puesto que es para todos. Nada puede
vivir en secreto, y lo que tú quieres ocultarle al Espíritu Santo no existe. Ninguna interpretación que hagas de un hermano
tiene sentido. Deja que el Espíritu
Santo te muestre a tu hermano y te enseñe tanto su amor como sus peticiones de
amor. Ni tu mente ni la de tu hermano albergan otros órdenes de pensamiento que
no sean estos dos.
12. El milagro es el reconocimiento de que esto es verdad. Allí donde
hay amor, tu hermano no puede sino ofrecértelo por razón de lo que el amor es. Pero donde lo que hay es una petición de amor,
tú tienes que dar amor por razón de lo que eres. Dije antes que este curso te enseñará a
recordar lo que eres y restituirá tu Identidad. Ya hemos aprendido que se trata de una
Identidad compartida. El milagro se
convierte en el medio a través del cual la compartes. Reconocerás tu Identidad
al ofrecerla dondequiera que Ésta no se reconozca. Y Dios Mismo, Quien ha
dispuesto estar con Su Hijo eternamente, bendecirá cada acto de reconocimiento
de Su Hijo con todo el amor que le profesa. El poder de todo Su Amor estará presente en
todos los milagros que le ofrezcas a Su Hijo. ¿Cómo podría entonces haber grados de
dificultad en los milagros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario