El reflejo de la
Santidad
1. La Expiación no te hace santo. Fuiste creado santo. La Expiación lleva simplemente lo que no es
santo ante la Santidad; o lo que inventaste ante lo que eres. Llevar ilusiones
ante la verdad o el ego ante Dios es la única función del Espíritu Santo. No
trates de ocultarle al Padre lo que has hecho, pues ocultarlo te ha costado no
conocerte a ti mismo ni conocerlo a Él. El Conocimiento está a salvo, mas ¿qué
seguridad tienes aparte de é? La
invención del tiempo para que ocupara el lugar de lo eterno se basó en tu
decisión de no ser como eres. De esta
manera, la verdad pasó a ser el pasado, y el presente se consagró a las
ilusiones. El pasado fue alterado
también y se interpuso entre lo que siempre ha sido y el ahora. El pasado que tú recuerdas jamás tuvo lugar, y
no representa sino la negación de lo que siempre ha sido.
2. Llevar el ego ante Dios no es sino llevar el error ante la verdad,
donde queda corregido por ser lo opuesto a aquello con lo que se encuentra. Allí
queda disuelto porque la contradicción no puede seguir en pie. ¿Por cuánto
tiempo puede seguir en pie la contradicción una vez que se ha expuesto su
absoluta imposibilidad? Lo que desaparece en la luz no es atacado. Simplemente desaparece porque no es verdad. La idea de que hay diferentes realidades no
tiene sentido, pues la realidad no puede sino ser una sola. No cambia con el tiempo, el estado de ánimo o
la ocasión. Su naturaleza inmutable es
lo que hace que sea real. Esto no se
puede deshacer. El proceso de
des-hacimiento solo es aplicable a la irrealidad. Y eso es lo que la realidad hará por ti.
3. La verdad, simplemente por ser lo que es, te libera de todo lo que
no es verdad. La Expiación es tan dulce que basta con que la llames con un leve
susurro para que todo Su poder acuda en tu ayuda y te preste apoyo. Con Dios a tu lado no puedes ser débil. Pero sin Él no eres nada. La Expiación te
ofrece a Dios. El regalo que rechazaste Él
lo conserva en tu interior. El Espíritu
Santo lo salvaguarda ahí para ti. Dios
no ha abandonado Su Altar, aunque Sus devotos hayan entronado a otros dioses en
él. El templo sigue siendo santo, pues la Presencia que mora dentro de él es la
Santidad.
4. La Santidad espera serenamente en el templo el regreso de aquellos
que la aman. La Presencia sabe que ellos
retornarán a la pureza y a la gracia. La gentileza de Dios los acogerá
amorosamente, desvaneciendo toda sensación de dolor y pérdida con la garantía
inmortal del Amor de su Padre. Allí el miedo a la muerte será reemplazado por
la alegría de vivir, pues Dios es Vida, y ellos moran en la Vida. La Vida es
tan santa como la Santidad mediante la que fue creada. La Presencia de la Santidad vive en todo lo
que vive, pues la Santidad creó la Vida y no puede abandonar lo que creó tan
santo como Ella Misma.
5. En este mundo puedes convertirte en un espejo inmaculado en el que
la Santidad de tu Creador se refleje desde ti hacia todo lo que te rodea. Puedes ser el reflejo del Cielo aquí. Pero el
espejo que desee reflejar a Dios no puede albergar imágenes de otros dioses que
lo empañen. La tierra puede reflejar el
Cielo o el infierno; a Dios o al ego. Lo
único que necesitas hacer es mantener el espejo limpio y libre de toda imagen
tenebrosa que hayas superpuesto sobre él. Dios brillará en él por Su cuenta. Solo el claro reflejo de Dios puede ser
percibido en dicho espejo.
6. Los reflejos se ven en la luz. En las tinieblas es difícil verlos, y su
significado parece encontrarse únicamente en interpretaciones cambiantes en
lugar de en sí mismos. El reflejo de Dios
no necesita interpretación. Es claro. Limpia el espejo, y no habrá nadie que no
pueda entender el mensaje que refulge desde él para que todos lo vean. Ese mensaje es el que el Espíritu Santo pone
frente al espejo que se encuentra en todos. Todos lo reconocen porque se les ha
enseñado que tienen necesidad de él, pero no saben dónde buscar para
encontrarlo. Deja, por lo tanto, que lo vean en ti y que lo compartan contigo.
7. Si pudieras darte cuenta, aunque solo fuese por un instante, del
poder curativo que el reflejo de Dios que brilla en ti puede brindar a todo el
mundo, apenas podrías esperar a limpiar el espejo de tu mente a fin de que
pudiese recibir la imagen de santidad que sana al mundo. La imagen de santidad
que refulge en tu mente no se encuentra oculta ni jamás podrá cambiar. Su significado le resulta evidente a todo
aquel que la contempla, pues todos la perciben de la misma manera. Todos llevan sus diferentes problemas ante su
luz sanadora y allí todos quedan resueltos.
8. La respuesta de la santidad a cualquier forma de error es siempre
la misma. No hay contradicción en lo que
la santidad suscita. Sea cual fuere lo
que se lleve ante ella su única respuesta es la curación. Aquellos que han aprendido a ofrecer
únicamente curación, están por fin listos para alcanzar el Cielo debido a la
santidad que se refleja en ellos. En el
Cielo la santidad no es un reflejo, sino la verdadera condición de lo que aquí
no era más que un reflejo en ellos. Dios
no es una imagen, y Sus Creaciones, en cuanto que parte de Él, lo contienen
dentro de Ellas mismas. Ellas no
reflejan simplemente la verdad, sino que son la verdad.
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