El problema y
la respuesta
1. Este curso es muy simple. Quizá pienses que no necesitas un curso
que en última instancia enseña que solo la realidad es verdad. Pero ¿crees
realmente esto? Cuando percibas el mundo real, reconocerás que no lo creías. Mas
la rapidez con la que tu nueva y única percepción real se convertirá en
conocimiento no te dejará más que un instante en el que darte cuenta de que
solamente eso es verdad. Y luego todo lo que inventaste pasará al olvido, lo
bueno y lo malo, lo falso y lo verdadero. Pues cuando el Cielo y la tierra se
vuelvan uno dejarás de ver incluso el mundo real. El mundo no acabará
destruido, sino que se convertirá en el Cielo. Lo que constituye la
reinterpretación del mundo es la transferencia de toda percepción a
Conocimiento.
2. La Biblia dice que os volváis como niños. Los niños reconocen que
no entienden lo que perciben, por lo tanto, preguntan cuál es su significado. No
cometas la equivocación de creer que entiendes lo que percibes, pues su significado
se te escapa. Mas el Espíritu Santo ha preservado su significado para ti, y si
le permites que lo interprete, Él te devolverá lo que tú despreciaste. Sin
embargo, mientras creas que sabes cuál es el significado de lo que percibes, no
verás la necesidad de preguntárselo a Él.
3. No sabes cuál es el significado de nada de lo que percibes. Ni uno
solo de los pensamientos que albergas es completamente verdadero. Reconocer
esto sienta las bases para un buen comienzo. No es que estés desencaminado, es
que no has aceptado ninguna guía. Tu mayor necesidad es aprender a percibir,
pues no entiendes nada. Reconoce esto, pero no lo aceptes, pues el entendimiento
es tu herencia. Las percepciones son algo que se aprende y ya dispones de un
Maestro. Mas para estar dispuesto a aprender de Él tienes que estar dispuesto a
poner en duda todo lo que aprendiste por tu cuenta, pues tú que no te enseñaste
a ti mismo bien no deberías ser tu propio maestro.
4. Solamente tú puedes privarte a ti mismo de la verdad. Dios, no
obstante, no te negará la respuesta que Él dio. Pide, pues, lo que es tuyo, lo cual no es obra
tuya, y no te defiendas contra la verdad. Tú ocasionaste el problema que Dios
ha resuelto. Por lo tanto, hazte únicamente esta simple pregunta: ¿Deseo el problema o la solución? Decídete por la solución y la tendrás, pues la
verás como es, y que ya dispones de ella.
5. Tal vez te quejes de que este curso no es lo suficientemente
específico para poderse entender y aplicar. Mas tal vez no hayas hecho lo que
específicamente propugna. Éste no es un
curso de especulación teórica, sino de aplicación práctica. Nada podría ser más específico que el que le
digan a uno que si pide recibirá. El Espíritu Santo te dará la respuesta para
cada problema específico mientras creas que los problemas son específicos. Su respuesta es a la vez una y muchas mientras
sigas creyendo que lo que es uno es muchos. Puede que tengas miedo de Su especificidad por
temor a lo que crees que pueda exigirte. Mas es únicamente pidiendo como aprenderás que
lo que procede de Dios no te exige nada en absoluto. Dios solo da, nunca quita. Cuando te niegas a
pedir, es porque crees que pedir equivale a quitar en vez de a compartir.
6. El Espíritu Santo te dará solo lo que es tuyo, sin pedirte nada a
cambio. Pues lo que es tuyo es todo lo
que existe, y lo compartes con Dios. Ésa es su realidad. ¿Podría el Espíritu Santo, que solo dispone
restituir, ser capaz de malinterpretar la pregunta que necesitas hacer para comprender
Su respuesta? Has oído la respuesta, pero has malentendido la pregunta. Crees que pedirle consejo al Espíritu Santo es
pedir que se te prive de algo.
7. Criatura de Dios, no entiendes a tu Padre. Crees en un mundo que
arrebata porque crees que arrebatando puedes obtener lo que quieres. Y esa percepción te ha costado perder de vista
el mundo real. Tienes miedo del mundo
tal como lo ves, pero el mundo real sigue siendo tuyo solo con que lo pidas. No
te lo sigas negando, pues únicamente puede liberarte. Nada que proceda de
Dios puede esclavizar a Su Hijo, a quien Él creó libre y cuya libertad está al
amparo de Su Ser. Bienaventurado tú que estás dispuesto a pedirle la verdad a
Dios sin miedo, pues solo así podrás aprender que Su Respuesta es la liberación
del miedo.
8. Hermosa criatura de Dios, estás pidiendo solamente lo que te
prometí. ¿Crees que yo te iba a engañar?
El Reino de los Cielos está dentro de
ti. Ten fe en que la verdad está en mí
porque yo sé que está en ti. Los Hijos
de Dios no tienen nada que no compartan. 6 Pídele la verdad a cualquier Hijo de
Dios y me la habrás pedido a mí. Cada
uno de nosotros tiene dentro de sí la respuesta para poder dársela a
quienquiera que la pida.
9. Pídele cualquier cosa al Hijo de Dios y su Padre te lo concederá,
pues Cristo no se engaña con respecto a Su Padre ni Su Padre se engaña con
respecto a Cristo. No te engañes,
entonces, con respecto a tu hermano, y considera sus pensamientos amorosos como
lo único que constituye su realidad, pues al negar que su mente esté dividida
sanarás la tuya. Acéptalo como su Padre lo acepta y cúrale en Cristo, pues
Cristo es su curación así como la tuya. Cristo es el Hijo de Dios que no está
en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos como
el Pensamiento de Su Padre, mediante el cual fue creado. No te engañes con respecto al Hijo de Dios, ya
que, si lo haces, no podrás sino engañarte con respecto a ti mismo. Y al engañarte con respecto a ti mismo te
engañarás con respecto a tu Padre, para Quien cualquier engaño es imposible.
10. En el mundo real no hay enfermedades, pues en él no hay separación
ni división. En él solo se reconocen los pensamientos amorosos y, puesto que
todo el mundo dispone de tu ayuda, la Ayuda de Dios va contigo a todas partes. A medida que muestras tu buena voluntad de
aceptar esta Ayuda, la ofrecerás porque la desearás. Nada estará fuera del alcance de tu poder
sanador porque nada que pidas te será negado. ¿Qué problema puede haber que no desaparezca
ante la Presencia de la Respuesta de Dios? Pide, entonces, conocer la realidad de tu
hermano porque eso es lo que percibirás en él, y en su belleza verás reflejada
la tuya.
11. No aceptes la percepción variable que tu hermano tiene de sí mismo,
pues su mente dividida es la tuya, y no aceptarás tu propia curación sin la
suya. Compartís el mundo real de la misma manera en que compartís el Cielo, y
la curación de tu hermano es tu curación. Amarte a ti mismo es curarte a ti mismo, y no
puedes percibir una parte de ti como enferma y lograr tu objetivo. Hermano mío,
sanamos juntos según vivimos juntos y amamos juntos. No te engañes con respecto al Hijo de Dios,
pues él es uno consigo mismo y uno con su Padre. Ama a aquel que es el bienamado de su Padre, y
te darás cuenta del amor que tu Padre te profesa a ti.
12. Si percibes que un hermano te ha ofendido arranca la ofensa de tu
mente, pues sería el Cristo el que te ofende y estás engañado con respecto a
Él. Sana en Cristo y no te sientas
ofendido por Él, pues en Él la ofensa no tiene cabida. Si lo que percibes te
ofende, te ofendes a ti mismo y condenas al Hijo de Dios a quien Dios no
condena. Deja que el Espíritu Santo
elimine todas las ofensas que el Hijo de Dios comete contra sí mismo y no
percibas a nadie si no es a través de Su consejo, pues Él quiere salvarte de
toda condenación. Acepta Su poder
sanador y extiéndelo a todos los que Él te envíe, pues Su voluntad es sanar al
Hijo de Dios, con respecto al cual Él no se engaña.
13. Los niños perciben fantasmas, monstruos y dragones espantosos y se
aterran. Mas si preguntan a alguien en quien confían cuál es el significado de
lo que perciben, y están dispuestos a abandonar sus propias interpretaciones en
favor de la realidad, su miedo desaparece junto con ellas. Cuando se ayuda a un
niño a que se dé cuenta de que lo que pensaba que era un fantasma es en
realidad una cortina; el “monstruo” una sombra y el “dragón” un sueño deja
entonces de tener miedo y se ríe felizmente de su propio temor.
14. Hijo mío, tienes miedo de tus hermanos, de tu Padre y de ti mismo.
Pero estás simplemente engañado con respecto a ellos y con respecto a ti. Pregúntale al Maestro de la realidad lo que
ellos son y lo que eres tú, y al escuchar Su respuesta, tú también te reirás de
tus miedos y los reemplazarás con la paz. Pues el miedo no se encuentra en la realidad,
sino en las mentes de aquellos niños que no entienden lo que ésta es. Es
únicamente su falta de entendimiento lo que les asusta, mas cuando aprenden a
percibir correctamente dejan de tener miedo. Y así, cuando vuelvan a tener miedo preguntarán
cuál es la verdad. No es la realidad de
tus hermanos ni la de tu Padre ni la tuya lo que te asusta. No sabes lo que son, y así los percibes a
ellos y a ti mismo como fantasmas, monstruos y dragones. Pregúntale cuál es su realidad a Aquel que la
conoce y Él te dirá lo que ellos son. Pues tú no lo sabes y, puesto que estás
engañado con respecto a lo que ves, necesitas la realidad para poder desvanecer
tus miedos.
15. ¿No intercambiarías tus miedos por la verdad, teniendo en cuenta
que puedes lograrlo solo con pedirlo? Pues si Dios no está engañado con
respecto a ti, únicamente tú puedes estar engañado con respecto a ti mismo. Puedes,
no obstante, aprender del Espíritu Santo cuál es la verdad acerca de ti, y Él
te enseñará que, al ser tú parte de Dios, el engaño no tiene cabida en ti. Cuando
te percibas a ti mismo sin engaño alguno, aceptarás el mundo real en lugar del
mundo falso que fabricaste. Y entonces tu Padre descenderá hasta ti y dará el
último paso por ti, elevándote hasta Él.
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