La “dinámica” del
ego
1. Nadie puede escapar de las ilusiones a menos que las examine, pues
no examinarlas es la manera de protegerlas. No hay necesidad de sentirse amedrentado por ellas,
pues no son peligrosas. Estamos listos para examinar más detenidamente el
sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo
desvanecerá, y puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar
listo para ello. Mantengámonos en calma al hacerlo, pues lo único que estamos
haciendo es buscar honestamente la verdad. La “dinámica” del ego será nuestra
lección por algún tiempo, pues debemos primero examinarla para poder así ver
más allá de ella, ya que le has otorgado realidad. Tranquilamente
desvaneceremos juntos este error, y después miraremos más allá de él hacia la
verdad.
2. ¿Qué es la curación sino el acto de despejar todo lo que
obstaculiza el Conocimiento? ¿Y de qué otra manera puede uno disipar las
ilusiones, excepto examinándolas directamente y sin protegerlas? No tengas
miedo, por lo tanto, pues lo que estarás viendo es la fuente del miedo, y estás
comenzando a darte cuenta de que el miedo no es real. Te das cuenta también de
que sus efectos se pueden desvanecer solo con que niegues su realidad. El
siguiente paso es, obviamente, reconocer que lo que no tiene efectos no existe.
Ninguna ley opera en el vacío, y lo que no lleva a ninguna parte no ha
ocurrido. Si la realidad se reconoce por su extensión, lo que no conduce a ninguna
parte no puede ser real. No tengas miedo de mirar al miedo, pues no puede ser
visto. La claridad, por definición, desvanece la confusión, y cuando se mira a
la obscuridad a través de la luz, ésta no puede por menos que disiparla.
3. Comencemos esta lección acerca de la “dinámica del ego” dándonos
cuenta de que la expresión en sí no significa nada. Dicha expresión encierra
una contradicción intrínseca que la priva de todo sentido. ”Dinámica” implica
el poder para hacer algo, y toda la falacia de la separación radica en la
creencia de que el ego tiene el poder de hacer algo. Tienes miedo del ego
porque crees eso. No obstante, la verdad es muy simple: Todo poder es de Dios. Lo
que no procede de Él no tiene el poder de hacer nada.
4. Cuando observamos al ego, por lo tanto, no estamos examinando
ninguna dinámica, sino tan solo ilusiones. Puedes ciertamente examinar un
sistema ilusorio sin miedo, pues si su origen no es real no puede tener
efectos. El miedo se vuelve claramente más impropio si reconoces el objetivo
del ego, el cual está tan obviamente desprovisto de sentido que cualquier
esfuerzo en su favor es, por fuerza, inútil. El objetivo del ego es claramente alcanzar
su propia autonomía. Desde un principio, pues, su propósito es estar separado,
ser autosuficiente e independiente de cualquier poder que no sea el suyo. Por
eso es por lo que es el símbolo de la separación.
5. Toda idea tiene un propósito, y su propósito es siempre el
resultado natural de lo que dicha idea es. Todo lo que procede del ego es lo
que resulta naturalmente de su creencia central, y la manera de cancelar sus
resultados es reconociendo simplemente que la fuente de éstos no es natural, ya
que está en desacuerdo con tu verdadera naturaleza. He dicho anteriormente que
ejercer la voluntad en oposición a Dios es querer que los deseos ilusorios se
hagan realidad, pero eso no es realmente ejercer la voluntad. Su Voluntad es
Una porque la Extensión de Su Voluntad no puede ser diferente de Ella. El
verdadero conflicto que experimentas, por lo tanto, es entre los deseos vanos
del ego y la Voluntad de Dios, que tú compartes con Él. ¿Cómo iba a ser eso un conflicto real?
6. Tuya es la independencia de la Creación, no la de la autonomía. Tu función creadora radica en tu completa
dependencia de Dios, Quien comparte Su Función contigo. Al estar dispuesto a
compartirla, se volvió tan dependiente de ti como tú lo eres de Él. No le adscribas la arrogancia del ego a Aquel
cuya Voluntad no es ser independiente de ti. Él te ha incluido en Su Autonomía.
¿Puedes realmente creer que la autonomía significa algo aparte de Él? La
creencia en la autonomía del ego te está costando el conocimiento de tu
dependencia de Dios, en la cual reside tu libertad. El ego considera cualquier
dependencia como una amenaza, e incluso ha tergiversado tu añoranza de Dios y
la ha convertido en un medio para consolidarse a sí mismo. Pero no te dejes
engañar por la interpretación que hace de tu conflicto.
7. El ego siempre ataca en defensa de la separación. Al creer que
tiene el poder de hacerlo no hace otra cosa, ya que su objetivo de autonomía no
es otra cosa. El ego está totalmente confundido con respecto a la realidad,
pero no pierde de vista su objetivo. Está mucho más alerta que tú porque está
completamente seguro de su propósito. Tú
estás confundido porque no reconoces el tuyo.
8. Debes reconocer que lo que menos quiere el ego es que te des cuenta
de que le tienes miedo. Pues si el ego pudiera producir miedo, ello
menoscabaría tu independencia y debilitaría tu poder. Sin embargo, su único
argumento para que le seas leal es que él puede darte poder. Si no fuera por
esta creencia no le escucharías en absoluto. ¿Cómo iba a poder, entonces,
seguir existiendo si te dieses cuenta de que al aceptarlo te estás
empequeñeciendo y privándote a ti mismo de poder?
9. El ego puede permitir, y de hecho lo hace, que te consideres
altanero, incrédulo, frívolo, distante, superficial, insensible, desapegado e
incluso desesperado, pero no permite que te des cuenta de que realmente tienes
miedo. Minimizar el miedo, pero no des-hacerlo, es el empeño constante del ego,
y es una capacidad para la cual demuestra ciertamente gran ingenio. ¿Cómo iba a
poder predicar separación a menos que la reforzase con miedo? ¿Y le seguirías
escuchando si reconocieras que eso es lo que está haciendo?
10. La más seria amenaza para el ego, pues, es que te des cuenta de
que cualquier cosa que parezca separarte de Dios es únicamente miedo, sea cual
sea la forma en que se manifieste e independientemente de cómo el ego desee que
lo experimentes. Su sueño de autonomía se estremece hasta su raíz cuando cobras
conciencia de esto. Pues si bien puedes tolerar una falsa idea de
independencia, no aceptarías el costo en miedo que ello supone una vez que lo
reconocieras. Pero ése es su costo y el ego no puede reducirlo. Si pasas por
alto el amor estás pasándote por alto a ti mismo, y no podrás sino tener miedo
de la irrealidad porque te habrás negado a ti mismo. Al creer que tu ataque
contra la verdad ha tenido éxito, creerás que el ataque tiene poder. Dicho
llanamente, pues, te has vuelto temeroso de ti mismo. Y nadie quiere
encontrar lo que cree que le destruiría.
11. Si el objetivo de autonomía del ego se pudiera lograr, el
propósito de Dios podría ser truncado, y eso es imposible. Solamente
aprendiendo lo que es el miedo puedes por fin aprender a distinguir lo posible
de lo imposible y lo falso de lo verdadero. De acuerdo con las enseñanzas del ego, su
objetivo se puede lograr, pero el propósito de Dios no. De acuerdo con las
enseñanzas del Espíritu Santo, únicamente el propósito de Dios se puede lograr,
y ya se ha logrado.
12. Dios depende de ti tanto como tú de Él porque Su Autonomía incluye
la tuya y, por lo tanto, está incompleta sin ella. Solo puedes establecer tu
autonomía identificándote con Él y llevando a cabo tu función tal como es en
verdad. El ego cree que alcanzar su objetivo es la felicidad. Pero te ha sido
dado conocer que la función de Dios es la tuya y que la felicidad no se puede
encontrar aparte de vuestra Voluntad conjunta. Reconoce únicamente que el
objetivo del ego, que tan diligentemente has perseguido, no te ha aportado más
que miedo, y se hará muy difícil mantener que el miedo es felicidad. Respaldado
por el miedo, esto es lo que el ego quiere que creas. Pero el Hijo de Dios no está
loco y no lo puede creer. De reconocer esto, no lo aceptaría, pues solo un loco
elegiría el miedo en lugar del amor y solo un loco podría creer que atacando es
como se alcanza el amor. Pero el que ha sanado se da cuenta de que solo el
ataque, del que el Amor de Dios lo protege completamente, puede producir miedo.
13. El ego analiza; el Espíritu Santo acepta. Solo por medio de la
aceptación se puede llegar a apreciar la plenitud, pues analizar significa
fragmentar o separar. Tratar de entender la totalidad fragmentándola es,
claramente, el enfoque típicamente contradictorio que el ego utiliza para todo.
El ego cree que el poder, el entendimiento y la verdad radican en la
separación, y que para establecer esta creencia tiene que atacar. Al no darse
cuenta de que es imposible establecer esa creencia, y obsesionado por la
convicción de que la separación es la salvación, el ego ataca todo lo que
percibe, desmenuzándolo en partes pequeñas y desconectadas sin ninguna relación
significativa entre sí y, desprovistas, por lo tanto, de todo significado. El
ego siempre substituirá lo que tiene significado por el caos, pues si la
separación es la salvación, la armonía es una amenaza.
14. Las interpretaciones que el ego hace de las leyes de la percepción
son, y no pueden sino ser, exactamente lo opuesto a las del Espíritu Santo. El ego se concentra en el error y pasa por
alto la verdad. Hace que todos los errores que percibe sean reales, y
concluye—utilizando su razonamiento típicamente circular—que la idea de una
verdad consistente no tiene sentido por razón de los errores. El siguiente paso, entonces, es obvio. Si la
idea de una verdad consistente no tiene sentido, la inconsistencia tiene que
ser verdad. Teniendo muy presente el error y protegiendo lo que ha hecho
“real”, el ego procede al siguiente paso en su sistema de pensamiento: el error
es real y la verdad es un error.
15. El ego no trata de comprender esto, lo cual es obviamente
incomprensible, pero trata por todos los medios de demostrarlo y eso es lo que
hace constantemente. Valiéndose del análisis para atacar el significado, el ego
logra pasarlo por alto, y lo que le queda es una serie de percepciones
fragmentadas que unifica en beneficio propio. Esto se convierte, entonces, en el universo
que él percibe. Y es este universo lo que a su vez se convierte en la
demostración de su realidad.
16. No subestimes el poder de atracción que las demostraciones del ego
ejercen sobre aquellos que están dispuestos a escucharle. La percepción
selectiva escoge sus testigos cuidadosamente, y el testimonio de esos testigos
es congruente. Los argumentos en favor de la locura son convincentes para los
locos, pues todo razonamiento concluye allí donde comienza, y no hay sistema de
pensamiento que pueda trascender su propia fuente. Aun así, el razonamiento que
carece de sentido no puede demostrar nada, y aquellos a quienes convence no
pueden sino estar engañados. ¿Cómo iba a poder el ego enseñar verdaderamente cuando
pasa por alto la verdad? ¿Cómo iba a poder percibir lo que ha negado? Sus
testigos dan testimonio de su negación, pero no de lo que ha negado. El ego
mira de frente al Padre y no lo ve, pues ha negado a Su Hijo.
17. ¿Te gustaría recordar al Padre? Acepta a Su Hijo y Lo recordarás. No
hay nada que pueda demostrar que Su Hijo es indigno, pues no hay nada que pueda
probar que una mentira es verdad. Lo que ves en Su Hijo a través de los ojos
del ego es una demostración de que Su Hijo no existe. a Sin embargo,
dondequiera que el Hijo esté allí tiene que estar el Padre. Acepta lo que Dios
no niega y ello te demostrará su verdad. Los testigos de Dios se alzan en Su Luz
y contemplan lo que Él creó. Su silencio es la señal de que han contemplado al
Hijo de Dios, y en la Presencia de Cristo no tienen que demostrar nada, pues
Cristo les habla de Sí Mismo y de Su Padre. Guardan silencio porque Cristo les
habla, y son Sus palabras las que brotan de sus labios.
18. Cada hermano con quien te encuentras se convierte en un testigo de
Cristo o del ego, dependiendo de lo que percibas en él. Todo el mundo te
convence de lo que quieres percibir y de la realidad del reino en favor del
cual has decidido mantenerte alerta. Todo lo que percibes da testimonio del
sistema de pensamiento que quieres que sea verdad. Cada uno de tus hermanos
tiene el poder de liberarte si tú decides ser libre. No puedes aceptar falsos
testimonios acerca de un hermano a menos que hayas convocado falsos testigos
contra él. Si no te habla de Cristo, es que tú no le hablaste de Cristo a él. No
oyes más que tu propia voz, y si Cristo habla a través de ti, Le oirás.
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