Los regalos de la
paternidad
1. Te has dado cuenta de tu necesidad de curación. ¿Le ofrecerías
entonces cualquier otra cosa a la Filiación, habiendo reconocido la necesidad
que tú mismo tienes de ella? Pues en esto estriba el comienzo del retorno al
Conocimiento; los cimientos sobre los que Dios te ayudará a construir de nuevo
el sistema de pensamiento que compartes con Él. Ni una sola piedra que coloques
sobre esos cimientos dejará de ser bendecida por Él, pues estarás restaurando
la santa morada de Su Hijo, donde Él dispone que Su Hijo esté y donde está. Sea
cual sea la parte de la mente del Hijo de Dios en la que reinstauras esta
realidad, la reinstauras también en ti mismo. Moras en la Mente de Dios junto
con tu hermano, pues la Voluntad de Dios no es estar solo.
2. Estar solo es estar separado de lo infinito, mas ¿cómo iba a ser
posible esto si lo infinito no tiene fin? Nadie puede estar más allá de lo
ilimitado porque lo que no tiene límites está necesariamente en todas partes. En Dios no hay principios ni finales, pues Su
universo es Él Mismo. ¿Cómo ibas a poder excluirte a ti mismo del universo o de
Dios que es el universo? Mi Padre y yo somos uno contigo, pues tú formas parte
de nosotros. ¿Crees realmente que parte de Dios puede extraviarse o estar
ausente de Él?
3. Si no formaras parte de Dios, Su Voluntad no estaría unificada. ¿Es
concebible esto? ¿Podría una parte de Su
Mente no contener nada? Si nadie excepto
tú puede ocupar tu lugar en Su Mente y el que lo ocuparas constituyó tu
creación, sin ti habría un lugar vacío en la Mente de Dios. La extensión no
puede ser bloqueada ni tampoco tiene vacíos. Continúa eternamente, por mucho
que sea negada. Negar su realidad puede constituir un retraso en el tiempo,
pero no en la eternidad. Por eso es por lo que tus creaciones no han cesado de
extenderse y por lo que hay tanto esperando tu retorno.
4. Esperar es posible
únicamente en el tiempo, pero el tiempo carece de significado. Tú que
inventaste las demoras puedes dejar atrás el tiempo reconociendo simplemente
que ni los principios ni los finales fueron creados por el Eterno, Quien no
impuso límites a Su Creación o a aquellos que crean como Él. Desconoces esto
debido simplemente a que has tratado de limitar lo que Él creó y, por lo tanto,
crees que la Creación está limitada. ¿Cómo, entonces, ibas a poder conocer tus
creaciones habiendo negado lo infinito?
5. Las leyes del universo no admiten contradicciones. Lo que es válido
para Dios es válido para ti. Si no crees
que estás en Dios, tampoco creerás que Él está en ti. Lo infinito no tiene sentido
sin ti y tú no tienes sentido sin Dios. Dios y Su Hijo no pueden tener fin,
pues somos el universo. Dios no está incompleto ni desprovisto de Hijos. Puesto
que Su Voluntad no fue estar solo, creó un Hijo como Él. No Le niegues Su Hijo,
pues tu renuencia a aceptar Su Paternidad te ha negado a ti la tuya. Ve en Sus
Creaciones a Su Hijo, pues las tuyas fueron creadas en Su honor. El universo
del amor no se detiene porque tú no lo veas, ni tus ojos han perdido la
capacidad de ver por el hecho de estar cerrados. Contempla la gloria de Su
Creación y te darás cuenta de lo que Dios ha salvaguardado para ti.
6. Dios te ha dado un lugar en Su Mente que es tuyo para siempre. Pero
solo puedes conservarlo si lo das de la misma manera en que se te dio. ¿Cómo
ibas a poder estar solo allí cuando se te dio precisamente porque Dios no
dispuso estar solo? No es posible reducir la Mente de Dios. Tan solo se puede expandir, pues todo lo que
Él crea tiene la función de crear. El amor no limita, y lo que crea no está
limitado. Dar sin límites es lo que Dios ha dispuesto para ti porque eso es lo
único que puede brindarte Su Júbilo, el cual es Su Voluntad compartir contigo. Tu
amor es tan ilimitado como el Suyo porque es el Suyo.
7. ¿Cómo iba a ser posible que una parte de Dios estuviera excluida de
Su Amor o que una parte de Su Amor pudiera ser restringida? Dios es tu
patrimonio porque Su único regalo es Él Mismo. ¿Cómo puedes conocer el regalo
que Él te dio salvo dando como Él da? Da, pues, sin límites ni mesura, para que
te des cuenta de cuánto te ha dado Él. Tu capacidad para aceptar a Dios depende
de que estés dispuesto a dar como Él da. Tu paternidad y tu Padre son uno. La
Voluntad de Dios es crear, y tu voluntad es la Suya. De ello se deduce,
entonces, que tu voluntad es crear, toda vez que tu voluntad emana de la Suya. Y
al ser tu voluntad una extensión de la Suya tiene que ser, por lo tanto,
idéntica a la de Él.
8. No sabes, no obstante, lo que tu voluntad dispone. Eso no es
extraño si te percatas de que negar equivale a “no saber”. La Voluntad de Dios
es que tú eres Su Hijo. Al negar esto, niegas tu propia voluntad y, por lo
tanto, no puedes saber lo que es. Debes preguntar cuál es la Voluntad de Dios
con respecto a todo porque Su Voluntad es también tu voluntad. Tú no sabes lo
que es, pero el Espíritu Santo lo recuerda por ti. Pregúntale, por lo tanto,
cuál es la Voluntad de Dios para ti, y Él te dirá cuál es la tuya. No se puede
hacer demasiado hincapié en el hecho de que tú no lo sabes. Siempre que lo que
el Espíritu Santo te diga parezca ser una coacción, es únicamente porque no has
reconocido tu voluntad.
9. La proyección del ego hace que la Voluntad de Dios parezca ser algo
externo a ti y, por lo tanto, que no es tu voluntad. De acuerdo con esta
interpretación parece que fuera posible que la Voluntad de Dios y la tuya
estuviesen en conflicto, pues Dios parece estar exigiéndote algo que tú no le
quieres dar, y así privarte de lo que anhelas. ¿Cómo iba a ser posible que
Dios, que solo desea lo que es tu voluntad, fuera capaz de eso? Tu voluntad es
Su Vida, que Él te ha dado. Ni siquiera en el tiempo puedes vivir separado de
Él. Dormir no es estar muerto. Lo que Él
creó puede dormir, pero no puede morir. La inmortalidad es Su Voluntad para Su Hijo y
la voluntad de Su Hijo para sí. El Hijo
de Dios no puede disponer la muerte para sí mismo porque su Padre es Vida y Su
Hijo es como Él. La Creación es tu
voluntad porque es Su Voluntad.
10. No puedes ser feliz a menos que hagas lo que realmente es tu
voluntad, y esto no se puede cambiar porque es inmutable. Es inmutable porque
es la Voluntad de Dios y la tuya, pues de otro modo Su Voluntad no podría
extenderse. Tienes miedo de saber cuál es la Voluntad de Dios porque crees que
no es la tuya. Esta creencia es lo que da lugar a la enfermedad y al miedo. Todo síntoma de enfermedad y de miedo emana de
ella porque es la creencia que hace que no quieras saber. Al creer esto te ocultas en la obscuridad,
negando que la luz se encuentre en ti.
11. Se te pide que confíes en el Espíritu Santo únicamente porque Él
habla por ti. Él es la Voz que habla por Dios, pero nunca olvides que Dios no
dispuso estar solo. Él comparte Su Voluntad contigo, no te la impone. Recuerda
siempre que lo que Dios da, Él lo conserva, de modo que nada que ÉI dé puede
contradecirle. Tú, que compartes Su Vida, tienes que compartirla para poder
conocerla, pues compartir es conocer. Bienaventurado tú que estás aprendiendo
que oír la Voluntad de tu Padre es conocer la tuya. Pues tu voluntad es ser como Él, Cuya Voluntad
es que así sea. La Voluntad de Dios es
que Su Hijo sea uno y que esté unido a Él en Su Unicidad. Por eso es por lo que
la curación representa el inicio del reconocimiento de que tu voluntad es la
Suya.
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