La Expiación y los Milagros
6. Respondes a lo que percibes, y tal como percibas así te comportarás.
La Regla de Oro te pide que te comportes con los demás como tú quisieras que
ellos se comportasen contigo. Esto significa que tanto la percepción que
tienes de ti como la que tienes de ellos debe ser fidedigna. La Regla de
Oro es la norma del comportamiento apropiado. Tú no puedes comportarte de
manera apropiada a menos que percibas correctamente. Dado que tú y tu
prójimo son miembros de una misma familia en la que gozan de igual rango, tal
como te percibas a ti mismo y tal como lo percibas a él, así te comportarás
contigo y con él. Debes mirar desde la percepción de tu propia santidad a la
santidad de los demás.
1. Yo estoy a cargo del proceso de Expiación, que
emprendí para darle comienzo. Cuando le ofreces un milagro a cualquiera de mis
hermanos, te lo ofreces a ti mismo y me lo ofreces a mí. La razón por la que te
lo ofreces a ti mismo primero es porque yo no necesito milagros para mi propia
Expiación, pero estoy detrás de ti por si fracasas temporalmente. Mi papel en
la Expiación es cancelar todos los errores que de otro modo tú no podrías
corregir. Cuando se te haya restituido la conciencia de tu estado original
pasarás naturalmente a formar parte de la Expiación. A medida que compartas
conmigo mi renuencia a aceptar error alguno en ti o en los demás, debes unirte
a la gran cruzada para corregirlos. Escucha mi voz, aprende a des-hacerlos y haz
todo lo necesario por corregirlos. Tienes el poder de obrar milagros. Yo
proveeré las oportunidades para obrarlos, pero tú debes estar listo y
dispuesto. Te convencerás de tu capacidad al obrarlos, ya que la convicción
llega con el logro. La capacidad es el potencial, lograrlos es su expresión, y
la Expiación—la profesión natural de los Hijos de Dios—es el propósito.
2. “El Cielo y la tierra pasarán” significa que no
continuarán existiendo como estados separados. Mi palabra, que es la
resurrección y la vida, no pasará porque la vida es eterna. Tú eres la obra de
Dios y Su obra es totalmente digna de amor y totalmente amorosa. Así es como el
hombre debiera pensar de sí mismo en su corazón, pues eso es lo que realmente
es.
3. Los perdonados son el medio de la Expiación. Al
estar infundidos por el Espíritu perdonan a su vez. Aquellos que han sido
liberados deben unirse para liberar a sus hermanos, pues ése es el plan de la
Expiación. Los milagros son el medio a través del cual las mentes que sirven al
Espíritu Santo se unen a mí para la salvación o liberación de todas las
Creaciones de Dios.
4. Yo soy el único que puede obrar milagros
imparcialmente porque yo soy la Expiación. Tú tienes un papel en la Expiación
que yo te indicaré. Pregúntame qué milagros debes llevar a cabo.
Ello te ahorrará esfuerzos innecesarios porque estarás actuando bajo
comunicación directa. La naturaleza impersonal del milagro es una
característica esencial del mismo, ya que me permite dirigir su aplicación, y
bajo mi dirección los milagros conducen a la experiencia altamente personal de
la revelación. Un guía no controla, pero sí dirige, dejando a tu discreción el
que le sigas o no. “No nos dejes caer en la tentación” significa:
“Reconoce tus errores y elige abandonarlos siguiendo mi dirección”.
5. El error no puede realmente amenazar a la
verdad, la cual siempre puede resistirlo. En realidad, solo el error es
vulnerable. Eres libre de establecer tu reino donde mejor te parezca,
pero no puedes sino elegir acertadamente si recuerdas esto: El Espíritu
está eternamente en estado de gracia. Tu realidad es únicamente
Espíritu. Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia.
Desde este punto de vista, la Expiación des-hace todos los errores, y de esta
forma extirpa las raíces del temor. Cada vez que experimentas las palabras
tranquilizadoras de Dios como una amenaza, es siempre porque estás defendiendo
una lealtad mal ubicada o desacertada. Al proyectar eso sobre otros los
aprisionas, pero solo en la medida en que refuerzas los errores que ellos ya
han cometido. Eso los hace vulnerables a las distorsiones de los demás, ya que
la percepción que tienen de sí mismos está distorsionada. El que obra
milagros tan solo puede bendecirlos, lo cual desvanece sus distorsiones y los libera
de su prisión.
7. Los milagros se dan en la mente que está lista
para ellos. Dicha mente, al estar unida, se extiende a todos aun cuando el que
obra milagros no se dé cuenta. La naturaleza impersonal del milagro se debe a
que la Expiación en sí es una, lo cual une a todo lo creado con su
Creador. Como expresión de lo que verdaderamente eres, el milagro sitúa a
la mente en un estado de gracia. La mente, entonces, naturalmente da la
bienvenida tanto al Huésped interno como al desconocido externo. Al invitar
adentro al desconocido, éste se convierte en tu hermano.
8. El hecho de que el milagro pueda tener efectos
en tus hermanos de los que ni siquiera eres consciente no debe preocuparte. El
milagro siempre te bendecirá. Los milagros que no se te ha pedido que hagas no
dejan de tener valor. Siguen siendo expresiones de tu estado de gracia, pero
dado mi absoluto conocimiento del plan en su totalidad, yo debo controlar su
ejecución. La naturaleza impersonal de la mentalidad milagrosa asegura tu
gracia, pero solo yo estoy en posición de saber dónde pueden concederse.
9. Los milagros son selectivos únicamente en el
sentido de que se canalizan hacia aquellos que pueden usarlos en beneficio
propio. Puesto que esto hace que sea inevitable el que los extiendan a otros,
se suelda una fuerte cadena de Expiación. Esta selectividad, sin embargo, no
toma en cuenta la magnitud del milagro mismo, ya que el concepto de tamaño
existe en un plano que de por sí es irreal. Dado que el milagro tiene como
objeto restablecer la conciencia de la realidad, no sería eficaz si estuviera
limitado por las leyes que gobiernan el error que tiene como objeto corregir.
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