1. La ira nunca está justificada. El ataque no tiene fundamento. Con
esto comienza uno a escapar del miedo y con esto también es como lo logrará. Con
esto se intercambian los sueños de terror por el mundo real. Pues es en esto
donde yace el perdón, lo cual es tan solo natural. No se te pide que concedas
perdón allí donde se debería responder con ataque y donde el ataque estaría
justificado. Pues eso querría decir que perdonas un pecado pasando por alto lo
que realmente se encuentra ahí. Eso no es perdón, ya que supondría que, al
reaccionar de una manera que no está justificada, tu perdón se ha convertido en
la respuesta al ataque que se ha perpetrado. Y así, el perdón no habría sido
apropiado, al haberse concedido donde no era debido.
2. El perdón está siempre justificado. Sus cimientos son sólidos. No
perdonas lo imperdonable ni pasas por alto un ataque real que merece castigo. La
salvación no reside en que a uno le pidan responder de una manera antinatural
que no concuerda con lo que es real. En lugar de ello, la salvación solo te
pide que respondas adecuadamente a lo que no es real, no percibiendo lo que no
ha ocurrido. Si el perdón no estuviera justificado, se te estaría pidiendo que
sacrificaras tus derechos cuando devuelves perdón por ataque. Mas se te pide
simplemente que consideres el perdón como la respuesta natural ante cualquier
aflicción basada en un error que, por ende, no es más que una petición de
ayuda. El perdón es la única respuesta cuerda, pues impide que tus derechos
sean sacrificados.
3. Este entendimiento es el único cambio que le permite al mundo real
alzarse para ocupar el lugar de los sueños de terror. El miedo no puede surgir
a menos que se justifique el ataque; y si éste tuviera una base real, el perdón
no tendría base alguna. El mundo real se alcanza cuando percibes que aquello en
lo que el perdón se basa es completamente real y está plenamente justificado. Mientras
creas que el perdón es un regalo inmerecido, no podrás sino reforzar la culpa
que quieres “perdonar”. El perdón que no está justificado es un ataque. Y eso
es todo lo que el mundo puede jamás ofrecer. Puede que algunas veces perdone a
los “pecadores”, pero sigue siendo consciente de que han pecado. De modo que no
se merecen el perdón que les concede.
4. Éste es el falso perdón del que el mundo se vale para mantener viva
la sensación de pecado. Y puesto que se considera que Dios es justo, parece
imposible que Su perdón pueda ser verdadero. De este modo, el temor a Dios es
el resultado inevitable de considerar que el perdón es algo inmerecido. Nadie
que se considere a sí mismo culpable puede evitar sentir temor a Dios. Pero se
salva de este dilema si perdona. 6 La mente tiene que considerar al Creador tal
como se considera a sí misma. Si puedes ver que tu hermano es digno de perdón,
es que has aprendido que tú tienes el mismo derecho a ser perdonado que él. Y no
pensarías que Dios tiene destinado para ti un juicio temible que tu hermano no
se merece. Pues la verdad es que tú no mereces ni más ni menos que él.
5. Todo perdón que se considera merecido sana, pues le otorga al
milagro la fuerza para pasar por alto las ilusiones. Así es como aprendes que
tú también tienes que haber sido perdonado. No hay ninguna apariencia que no
pueda pasarse por alto. Pues si la hubiera, sería necesario que primero hubiese
algún pecado que estuviera más allá del alcance del perdón. Tendría que haber
algún error que fuera más que una simple equivocación, un tipo especial de
error que fuese inmutable y eterno, y que estuviera más allá de cualquier
posibilidad de corrección o escape. Tendría que haber un error capaz de
des-hacer la Creación y de construir un mundo que pudiera reemplazarla y destruir
la Voluntad de Dios. Solo si esto fuera posible podría haber algunas
apariencias capaces de ser inmunes al milagro y de no ser sanadas por él.
6. No hay prueba más contundente de que lo que deseas es la idolatría,
que la creencia de que hay algunas clases de enfermedad y de desdicha que el
perdón no puede sanar. Esto quiere decir que prefieres conservar algunos ídolos
y que todavía no estás completamente listo para abandonarlos todos. Y así,
piensas que algunas apariencias son reales y que no son apariencias en
absoluto. No te dejes engañar con respecto al significado de la creencia fija
según la cual algunas apariencias son más difíciles de pasar por alto que
otras. Pues eso siempre significa que crees que el perdón tiene límites. Y te
habrás fijado una meta en la que el perdón es parcial y en la que puedes
liberarte de la culpa solo en parte. ¿Qué otra cosa puede significar esto sino
que el perdón que te concedes a ti mismo así como a todos los que parecen estar
separados de ti es falso?
7. Tiene que ser verdad que o bien el milagro cura toda clase de
enfermedad o bien no cura en absoluto. Su propósito no puede ser juzgar qué
formas son reales y qué apariencias verdaderas. Si se tuviera que excluir una
sola apariencia de la curación, habría una ilusión que formaría parte de la
verdad. Y no podrías escapar totalmente de la culpa, sino solo en parte. Tienes
que perdonar al Hijo de Dios completamente, pues, de lo contrario, conservarás
una imagen de ti mismo fragmentada y seguirás temiendo mirar en tu interior y
encontrar allí tu liberación de todos los ídolos. La salvación descansa en la
fe de que es imposible que haya algunas clases de culpa que tú no puedas
perdonar. Por lo tanto, no hay ninguna apariencia que hubiese podido ocupar el
lugar de la verdad con respecto al Hijo de Dios.
8. Contempla a tu hermano con el
deseo de verlo tal como es. Y no excluyas ninguna parte de él de tu deseo de
que se cure. 3 Curar es hacer íntegro. Y a lo que es íntegro no le pueden
faltar partes que se hayan dejado fuera. El perdón consiste en reconocer esto y
en alegrarnos de que no haya ninguna forma de enfermedad que el milagro no
tenga el poder de curar.
9. El Hijo de Dios es perfecto, ya que de otro modo no podría ser el
Hijo de Dios. Y no lo podrás conocer mientras creas que no merece librarse de
todas las consecuencias y manifestaciones de la culpa. De la única forma que
debes pensar acerca de él si quieres conocer la verdad acerca de ti mismo es
así: Te doy gracias, Padre, por Tu perfecto Hijo, pues en su gloria veré la mía
propia. He aquí la jubilosa afirmación de que no hay ninguna forma de mal que
pueda prevalecer sobre la Voluntad de Dios; el feliz reconocimiento de que la
culpa no ha triunfado porque tú hayas deseado que las ilusiones fuesen reales. ¿Y
qué es esto sino una simple afirmación de la verdad?
10. Contempla a tu hermano con esta esperanza en ti y comprenderás que
él no pudo haber cometido un error que hubiese podido cambiar la verdad acerca
de él. No es difícil pasar por alto errores a los que no se les ha atribuido
efectos. Mas no perdonarás aquello que consideres que tiene el poder de hacer
del Hijo de Dios un ídolo. Pues en ese caso él se habrá convertido para ti en
una imagen sepulcral y en un signo de muerte. ¿Podría ser eso tu salvador? 6
¿Podría acaso el Padre estar equivocado con respecto a Su Hijo? ¿No será más
bien que te has engañado a ti mismo con respecto a aquel que se te dio para que
lo curases a fin de que tú te pudieras salvar y liberar?
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