viernes, 17 de enero de 2020

Capítulo 30 Subtítulo II


 El libre albedrío

1. ¿No te das cuenta de que oponerte al Espíritu Santo es luchar contra ti mismo? Él solo te dice lo que es tu voluntad; Él habla por ti. En Su Divinidad radica la tuya. Y del único conocimiento de que goza es del tuyo, que ha sido salvaguardado para ti a fin de que puedas hacer tu voluntad a través de Él. Dios te pide que hagas tu voluntad. Él se une a ti, pues no estableció Su Reino solo. Y el Cielo mismo, donde todo lo creado es para ti, no representa otra cosa que tu voluntad. Ni una sola chispa de vida fue creada sin tu grato consentimiento y tal como quisiste que fuera. Ni uno solo de los Pensamientos que Dios haya tenido alguna vez pudo haber nacido sin tu bendición. Dios no es tu enemigo. Él solo quiere oírte llamarle “Amigo”.

2. ¡Qué maravilloso es hacer tu voluntad! Pues eso es libertad. A nada más debería llamársele por ese nombre. A menos que hagas tu voluntad no serás libre. ¿Y hubiera podido Dios dejar a Su Hijo sin lo que éste eligió para sí mismo? Lo único que Dios hizo al darte Su perfecta Respuesta fue asegurarse de que nunca perdieses tu voluntad. Escúchala ahora, para que te puedas acordar de Su Amor y conocer tu voluntad. Dios no podría haber permitido que Su Hijo fuese un prisionero de aquello que no desea. Él se une a tu voluntad de ser libre. Y oponerte a Él es decidir ir en contra de ti mismo y elegir estar encadenado.

3. Contempla una vez más a tu enemigo, al que elegiste odiar en vez de amar. Pues así es como nació el odio en el mundo y como se estableció en él el reino del miedo. Escucha ahora a Dios hablarte a través de Aquel que es Su Voz así como la tuya, recordándote que tu voluntad no es odiar ni ser un prisionero del miedo, un esclavo de la muerte o una insignificante criatura de escasa vida. Tu voluntad no tiene límites, pues no es tu voluntad que sea limitada. Lo que mora en ti se ha unido a Dios Mismo en el nacimiento de toda la Creación. Acuérdate de Aquel que te creó, Quien a través de tu voluntad creó todo. Todo lo creado te está agradecido, pues nació gracias a tu voluntad. Ni una sola luz celestial podría brillar si no fuera por ti, pues fue tu voluntad lo que las ubicó en el Cielo.

4. ¿Qué motivos podrías tener para sentir ira contra un mundo que simplemente aguarda tu bendición para ser libre? Si fueras un prisionero, entonces Dios Mismo no podría ser libre. Pues lo que se le hace a quien Dios ama, se le hace a Dios Mismo. No pienses que Aquel que te hizo co-creador del universo junto con Él quiere aprisionarte. Él solo desea que tu voluntad sea eternamente ilimitada. Este mundo aguarda la libertad que le otorgarás cuando hayas reconocido que eres libre. Pero no perdonarás al mundo hasta que no hayas perdonado a Aquel que te dio tu voluntad. Pues es a través de tu voluntad como el mundo se libera. Y no puedes ser libre estando separado de Aquel Cuya santa Voluntad compartes.

5. Dios se dirige a ti y te pide que salves al mundo, pues mediante tu salvación el mundo sana. Y todo el que camina sobre la faz de la tierra depende de tu decisión para aprender que la muerte no tiene ningún poder sobre él, toda vez que comparte tu libertad y voluntad. Tu voluntad es sanarlo, y puesto que esto es una decisión que tomaste con él, él ha sanado. Y ahora Dios ha sido perdonado, pues decidiste ver a tu hermano como amigo.


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