La
función de la razón
1.
La percepción selecciona y configura el mundo que ves. Literalmente lo
selecciona siguiendo las directrices de la mente. Las leyes del tamaño, de la
forma y de la luminosidad tendrían validez, quizá, si otras cosas fuesen iguales.
Pero no lo son. Pues es mucho más probable que halles lo que buscas que lo que
prefieres pasar por alto. La apacible y queda Voz que habla en favor de Dios no
se ve ahogada por los estridentes gritos e insensatos arranques de furia con
los que el ego acosa a aquellos que desean escucharla. La percepción es una
elección, no un hecho. Pero de esta elección depende mucho más de lo que te has
dado cuenta hasta ahora. Pues tu creencia acerca de Quién eres depende
enteramente de la voz que elijas escuchar y de los panoramas que elijas ver. La
percepción da testimonio únicamente de esto, nunca de la realidad. Puede
mostrarte, no obstante, bajo qué condiciones es posible tener conciencia de la
realidad o aquellas en las que nunca sería posible.
2.
La realidad no necesita tu cooperación para ser lo que es. Pero tu conciencia
de ella necesita tu ayuda, ya que tener esa conciencia es algo que tú eliges. Si
le prestas oídos a los dictados del ego y ves lo que él te indica ver, no
podrás sino considerarte a ti mismo insignificante, vulnerable y temeroso. Experimentarás
depresión, una sensación de no valer nada, así como sentimientos de
inestabilidad e irrealidad. Creerás que eres la desvalida víctima de fuerzas
que están más allá de tu control y que son mucho más poderosas que tú. Y
creerás que el mundo que fabricaste rige tu destino. Pues tendrás fe en eso.
Pero no creas que el tener tu fe puesta en eso, hace que sea real.
3.
Hay otra Visión y otra Voz en las que reside tu libertad y que solo están a la
espera de tu decisión. Si depositas tu fe en Ellas, percibirás otro Ser en ti. Este
otro Ser considera que los milagros son algo natural, pues son tan simples y
naturales para él como respirar lo es para el cuerpo. Constituyen la respuesta
obvia a las peticiones de ayuda, que es la única que él ofrece. Los milagros le parecen antinaturales al ego
porque no entiende cómo es posible que mentes separadas puedan influenciarse
unas a otras. Y si estuvieran separadas
ciertamente no podrían hacerlo. Pero las mentes no pueden estar separadas. Este
otro ser es perfectamente consciente de esto. Y así, reconoce que los milagros
no afectan la mente de otro, sino la suya propia. Los milagros siempre cambian
tu mente, pues no hay ninguna otra.
4.
No te das cuenta de hasta qué punto la idea de la separación ha interferido en
el ejercicio de la razón. La razón mora en el otro ser que has excluido de tu
conciencia. Y nada de lo que has permitido que permanezca en ella es capaz de
razonar. ¿Cómo va a ser posible que aquel segmento de la mente que está
desprovisto de razón pueda entender lo que es la razón o comprender la
información que ésta le podría suministrar? De ese segmento pueden surgir todo
tipo de preguntas, pero dado que la pregunta básica solo puede proceder de la
razón, él jamás la podrá plantear. Al igual que todo lo que procede de la
razón, la pregunta básica es simple y obvia, si bien, aún no se ha planteado. Mas
no creas que la razón no la podría contestar.
5.
El plan de Dios para tu salvación no se habría podido establecer sin tu
voluntad y consentimiento. Tuvo que haber sido aceptado por el Hijo de Dios,
pues lo que Dios dispone para él, él no puede sino aceptarlo. Y Dios no dispone
nada sin Su Hijo ni Su Voluntad depende del tiempo para consumarse. Por lo
tanto, lo que se unió a la Voluntad de Dios tiene que encontrarse en ti ahora,
puesto que es eterno. Tienes que haber reservado un lugar en el que el Espíritu
Santo puede morar y donde ya se encuentra. Tiene que haber estado ahí desde que
surgió la necesidad de Él, la cual quedó satisfecha en ese mismo instante. Eso
es lo que tu razón te diría, si escuchases. Mas es claro que ése no es el
razonamiento del ego. El hecho de que la naturaleza de tu razón le sea ajena al
ego es prueba de que no hallarás la respuesta en él. No obstante, si esto es
así, dicha respuesta tiene que existir. Y si existe para ti, y su propósito es
tu libertad, debes ser libre de encontrarla.
6.
El plan de Dios es muy simple; nunca es indirecto ni se derrota a sí mismo. Dios
no tiene otros pensamientos excepto los que extienden Su Ser, y en esto tu
voluntad tiene que estar incluida. Así pues, debe haber una parte en ti que
conoce Su Voluntad y la comparte. No tiene sentido preguntar si lo que tiene
que ser como es, lo es. Pero sí tiene sentido preguntar por qué no eres
consciente de lo que no puede sino ser como es, pues debe haber una respuesta
para ello si al plan de Dios para tu salvación no le falta nada. Y no puede
faltarle nada porque su Fuente no conoce la
incompleción.
7.
¿Y dónde podría encontrarse la respuesta sino en la Fuente? ¿Y dónde estás tú sino allí donde se encuentra
esa misma respuesta? Tu Identidad, que
es un Efecto tan verdadero de esa Fuente como lo es la respuesta, tiene, por lo
tanto, que estar unida a Ella y ser lo mismo que Ella. Por supuesto que sabes
esto, y mucho más que esto. Pero cualquier parte del Conocimiento supone una
amenaza tan seria para la disociación como todo el Conocimiento en sí. Y
dispondrás de todo el Conocimiento con cualquier parte de él. He aquí la parte
que tú puedes aceptar. Puedes ver lo que la razón te señala porque los testigos
a su favor son inequívocos. Solo aquellos que son completamente dementes
podrían hacer caso omiso de ellos, y tú ya has dejado atrás esa etapa. La razón
es un medio que sirve para los fines del Espíritu Santo por derecho propio. No
se puede reinterpretar ni re-canalizar para que se ajuste a la meta del pecado,
tal como se hace con otros medios. Pues la razón está más allá del alcance de
los medios del ego.
8.
La fe, la percepción y la creencia pueden estar mal ubicadas y servir de apoyo
tanto para las necesidades del gran embaucador como para las de la Verdad. Pero
la razón no tiene cabida en la locura ni se puede adaptar a sus fines en modo
alguno. La fe y la creencia están firmemente arraigadas en la locura, y
conducen la percepción hacia aquello que la mente ha considerado valioso. Pero
la razón no participa en esto en absoluto. Pues si se aplicase la razón, la
percepción cesaría instantáneamente. La razón no forma parte de la demencia,
pues ésta depende enteramente de la ausencia de aquella. El ego nunca hace uso de la razón porque no es
consciente de su existencia. 8 Los que son parcialmente locos tienen acceso a
ella y solo ellos la necesitan. El Conocimiento no depende de la razón, y la
locura no la deja pasar.
9.
La parte de la mente donde reside la razón se consagró, de acuerdo con tu
voluntad en unión con la de tu Padre, al des-hacimiento de la demencia. Ahí el
propósito del Espíritu Santo se aceptó y consumó simultáneamente. La razón le es ajena a la demencia, y aquellos
que hacen uso de ella han adquirido un medio que no puede emplearse para el
pecado. El Conocimiento está mucho más
allá de lo que se puede lograr. Pero la razón puede servir para abrir las
puertas que tú le cerraste.
10.
Ya estás muy cerca de esto. Tu fe y tus creencias han cambiado y has hecho la
pregunta que el ego nunca haría. ¿No te
dice tu razón ahora que la pregunta debe haber emanado de algo que tú no
conoces, pero que aun así debe ser parte de ti? La fe y la creencia, apoyadas por la razón,
producen forzosamente un cambio en tu percepción. Y con este cambio se le hace sitio a la
visión. La visión se extiende más allá
de sí misma, tal como lo hace el propósito al que sirve, así como todos los
medios para su consecución.
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