Las dos emociones
1. Dije anteriormente que solo puedes experimentar dos emociones: amor
y miedo. Una de ellas es inmutable
aunque se intercambia continuamente, al ser ofrecida por lo Eterno a lo eterno.
Por medio de este intercambio es como se
extiende, pues aumenta al darse. La otra
adopta muchas formas, ya que el contenido de las fantasías individuales difiere
enormemente. Mas todas ellas tienen algo
en común: son todas dementes. Están
compuestas de imágenes que no se pueden ver y de sonidos que no se pueden oír. Constituyen
un mundo privado que no se puede compartir. Pues únicamente tienen sentido para su hacedor
y, por consiguiente, no tienen sentido en absoluto. En este mundo su hacedor ronda solo, ya que
únicamente él las percibe.
2. Cada cual puebla su mundo de figuras procedentes de su pasado
individual, y ésa es la razón de que los mundos privados difieran tanto entre
sí. No obstante, las imágenes que cada
cual ve jamás han sido reales, pues están compuestas únicamente de sus
reacciones hacia sus hermanos y no incluyen las reacciones de éstos hacia él. No se da cuenta, por lo tanto, de que él mismo
las forjó y de que están incompletas. Pues dichas figuras no tienen testigos, al ser
percibidas únicamente por una mente separada.
3. A través de estas extrañas y sombrías figuras es como los que no
están cuerdos se relacionan con su mundo demente. Pues solo ven a aquellos que les recuerdan
esas imágenes, y es con ellas con las que se relacionan. Por lo tanto, se comunican con los que no
están ahí y son éstos quienes les contestan. Mas nadie oye su respuesta, excepto aquel que
los invocó, y solo él cree que le contestaron. La proyección da lugar a la percepción, y no
puedes ver más allá de ella. Has atacado
a tu hermano una y otra vez porque viste en él una sombría figura de tu mundo
privado. Y así, no puedes sino atacarte
a ti mismo primero, pues lo que atacas no está en los demás. 8 La única
realidad de lo que atacas se encuentra en tu mente, de modo que, al atacar a
otros, estás literalmente atacando algo que no está ahí.
4. Los que viven engañados pueden ser muy destructivos, pues no se dan
cuenta de que se han condenado a sí mismos. No desean morir, sin embargo no dejan de
condenar. De esta manera, cada uno se
aísla en su propio mundo, en el que reina el desorden y en el que lo que está
dentro aparenta estar fuera. Mas no ven
lo que está dentro, pues no pueden reconocer la realidad de sus hermanos.
5. Solo puedes experimentar dos emociones, pero en tu mundo privado
reaccionas ante cada una de ellas como si se tratara de la otra. El amor no
puede residir en un mundo aparte, donde no se le reconoce cuando hace acto de
presencia. Si lo que ves en tu hermano
es tu propio odio, no lo estás viendo a él. Todo el mundo se acerca a lo que ama y se
aleja de lo que teme. Y tú reaccionas
con miedo ante el amor y te alejas de él. Sin embargo, el miedo te atrae, y tomándolo
por amor, lo invitas a que venga a ti. Tu mundo privado está lleno de figuras
tétricas que tú mismo has invitado, por lo tanto, no puedes ver todo el amor
que tus hermanos te ofrecen.
6. Al contemplar con claridad el mundo que te rodea, no puedes sino
darte cuenta de que estás sumergido en la demencia. Ves lo que no está ahí y oyes lo que no emite
sonido. Las emociones que expresas
reflejan lo opuesto de lo que sientes. No te comunicas con nadie, y te encuentras tan
aislado de la realidad como si tú fueras lo único que existe en todo el
universo. En tu demencia pasas por alto
la realidad completamente, y dondequiera que tu mirada se posa no ves más que
tu mente dividida. Dios te llama, mas tú
no lo oyes, pues estás embebido en tu propia voz. Y no puedes ver la visión de Cristo, pues sólo
te ves a ti mismo.
7. Criatura de Dios, ¿es eso lo que le quieres ofrecer a tu
Padre? Pues si te lo ofreces a ti mismo,
se lo ofreces a Él. Mas Él no te lo
devolverá, pues no es digno de ti porque no es digno de Él. Aun así, Él quiere librarte de ello y ponerte
en libertad. Su Respuesta cuerda te dice que lo que te has ofrecido a ti mismo
no es verdad, pero que el ofrecimiento que Él te hizo sigue en pie. Tú que no sabes lo que haces, puedes aprender
lo que es la demencia y mirar más allá de ella. Se te ha concedido poder
aprender a negarla y a escapar de tu mundo privado en paz. Verás todo lo que
negaste en tus hermanos al haberlo negado en ti mismo. Pues los amarás y, al acercarte a ellos, los
atraerás a ti al percibirlos como los testigos de la realidad que compartes con
Dios. Yo estoy con ellos tal como estoy
contigo, y juntos los extraeremos de sus mundos privados, pues tal como
nosotros estamos unidos, así nos uniremos a ellos. El Padre nos da la bienvenida a todos con
alegría, y alegría es lo que le debemos ofrecer. Pues a ti a quien Dios se dio a Sí Mismo se te
han encomendado todos Sus Hijos. Y es
Dios lo que les debes ofrecer, para que puedas reconocer el regalo que te hizo.
8. La visión depende de la luz. En la obscuridad no puedes ver. Mas en la
obscuridad—el mundo privado que habitas cuando duermes—ves en sueños a pesar de
que tus ojos están cerrados. Ahí es donde
lo que ves es obra tuya. Con todo, si
abandonas la obscuridad dejarás de ver todo lo que hiciste, pues verlo depende
de negar la visión. Sin embargo, negar
la visión no quiere decir que no puedas ver. Mas eso es lo que hace la negación, pues
mediante ella aceptas la demencia, al creer que puedes construir un mundo
privado y gobernar tu propia percepción. Mas para esto, la luz tiene que ser excluida. Cuando ésta llega, no obstante, los sueños se
desvanecen y entonces puedes ver.
9. No intentes alcanzar la
visión valiéndote de los ojos, pues tú mismo inventaste tu manera de ver para
así poder ver en la obscuridad, y en eso te engañas. Más allá de esta obscuridad, pero todavía
dentro de ti, se encuentra la visión de Cristo, Quien contempla todo en la luz.
Tu “visión” emana del miedo, tal como la
Suya emana del amor. Él ve por ti, al ser
tu testigo del mundo real. Él es la
manifestación del Espíritu Santo, y lo único que hace es contemplar el mundo
real, invocar a sus testigos y acercártelos. Cristo ama lo que ve en ti y Su deseo es
extenderlo. Y no retornará al Padre
hasta que no haya extendido tu percepción de forma que incluya al Padre. Y allí acaba la percepción, pues Él te habrá
llevado Consigo de vuelta al Padre.
10. Solo puedes experimentar dos emociones. Una la inventaste tú y la otra se te dio. Cada una de ellas representa una manera
diferente de ver las cosas, y de sus correspondientes perspectivas emanan dos
mundos distintos. Ve a través de la
visión que se te ha dado, pues a través de la visión de Cristo Él se contempla
a Sí Mismo. Y al ver lo que Él es,
conoce a Su Padre. Más allá de tus
sueños más tenebrosos Él ve en ti al inocente Hijo de Dios, resplandeciendo con
un fulgor perfecto que tus sueños no pueden atenuar. Y esto es lo que verás a medida que veas todo
a través de Su visión, pues Su visión es el regalo de amor que Él te hace, que
el Padre le dio para ti.
11. El Espíritu Santo es la Luz en la que Cristo se alza revelado. Y todos los que desean contemplarlo lo pueden ver,
pues han pedido luz. No lo verán a Él
solo, pues tal como ellos no están solos, Él tampoco lo está. Al ver al Hijo en Él, ascendieron con Él hasta
el Padre. Y todo esto lo entenderán
porque miraron en su interior, más allá de la obscuridad, y al ver el Cristo en
ellos lo reconocieron. En la cordura de
Su visión se contemplaron a sí mismos con amor y se vieron tal como el Espíritu
Santo los ve. Y con esta visión de la
verdad que en ellos mora, toda la belleza del mundo vino a resplandecer sobre
ellos.
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