El fin de la
enfermedad
1. Toda magia es un intento de reconciliar lo irreconciliable. Toda
religión es el reconocimiento de que lo irreconciliable no puede ser
reconciliado. La enfermedad y la perfección son irreconciliables. Si Dios te creó
perfecto, eres perfecto. Si crees que puedes estar enfermo, has antepuesto
otros dioses a Él. Dios no está en guerra con el dios de la enfermedad que
inventaste, pero tú sí. Este dios es el símbolo de tu decisión de oponerte a
Dios, y tienes miedo de él porque no se le puede reconciliar con la Voluntad de
Dios. Si lo atacas, harás que sea real para ti. Pero si te niegas a adorarlo,
sea cual sea la forma en que se presente ante ti o el lugar donde creas verlo,
desaparecerá en la nada de dónde provino.
2. La realidad solo puede alborear en una mente despejada. La realidad
está siempre ahí, ante ti, lista para ser aceptada, pero para aceptarla tienes
que primero estar dispuesto a tenerla. Conocer la realidad requiere que uno esté
dispuesto a juzgar la irrealidad como lo que es. Pasar por alto lo que no es nada es
simplemente juzgarlo acertadamente, y mediante tu capacidad para evaluarlo
correctamente, permitir que desaparezca. El Conocimiento no puede alborear en
una mente llena de ilusiones porque la verdad y las ilusiones son irreconciliables.
La verdad es íntegra y no puede ser conocida solo por una parte de la mente.
3. No se puede percibir a la Filiación como parcialmente enferma
porque percibirla de esa manera es no percibirla en absoluto. Si la Filiación
es una, es una desde cualquier punto de vista. La unidad no puede ser dividida.
Si percibes otros dioses significa que tu mente está dividida, y no podrás
limitar dicha división porque ello es señal de que has separado parte de tu
mente de la Voluntad de Dios. Esto quiere decir que tu mente está fuera de
control. Estar fuera de control significa que se ha perdido la razón, y en ese
caso la mente se vuelve irracional. Al definir erróneamente a la mente, la
percibes como algo que funciona erróneamente.
4. Las Leyes de Dios mantendrán a tu mente en paz porque la paz es Su
Voluntad, y Sus Leyes se promulgaron para sustentarla. Sus Leyes son las leyes
de la libertad, mas las tuyas son las del cautiverio. Puesto que la libertad y
el cautiverio son irreconciliables, sus respectivas leyes no se pueden entender
simultáneamente. Las Leyes de Dios operan exclusivamente para tu bien, y no hay
más leyes que las Suyas. Lo demás no
está regido por ninguna ley y es, por lo tanto, caótico. Dios Mismo, no obstante, ha protegido todo lo
que creó mediante Sus Leyes. No existe nada que no esté regido por ellas. “Las
leyes del caos” es una expresión que no tiene sentido. La Creación acata las
Leyes de Dios perfectamente, y lo caótico carece de significado porque Él no
forma parte de ello. Le has “dado” tu
paz a los dioses que inventaste, pero ellos no pueden aceptarla, pues no están
ahí y tú no puedes dársela.
5. No eres libre de renunciar a la libertad; solo de negarla. No
puedes hacer lo que Dios no dispuso porque lo que Él no dispuso no puede tener
lugar. Tus dioses no son los causantes del caos; tú les adjudicas el caos y
luego lo aceptas de ellos. Nada de esto ha tenido lugar jamás. Nada, excepto
las Leyes de Dios, ha existido jamás, y nada, excepto Su Voluntad, existirá
jamás. Fuiste creado mediante Sus Leyes y por Su Voluntad, y el modo en que
fuiste creado te estableció como creador. Lo que has inventado es tan indigno
de ti que lo repudiarías solo con que estuvieras dispuesto a verlo tal como es.
En ese caso no verías nada en absoluto. Y tu visión automáticamente se
dirigiría más allá de ello hacia lo que se encuentra en ti y a tu alrededor. La realidad no puede salvar las obstrucciones
que pones ante ella, mas te envolverá completamente cuando desistas de ellas.
6. Una vez que se ha experimentado la protección de Dios, inventar ídolos
se vuelve inconcebible. En la Mente de Dios no hay imágenes extrañas, y lo que
no está en Su Mente no puede estar en la tuya porque tú tienes una sola mente y
esa mente le pertenece a Él. Es tuya precisamente porque le pertenece a Él, ya
que para Él ser propietario de algo equivale a compartirlo. Y si esto es así para
Él, también lo es para ti. Sus definiciones son Sus Leyes, pues mediante ellas
estableció el universo tal como éste es. Los falsos dioses que tratas de
interponer entre tu realidad y tú no afectan a la verdad en absoluto. Tuya es
la paz porque Dios te creó. Y Él no creó nada más.
7. Un milagro es el acto de un Hijo de Dios que ha abandonado a todos
los dioses falsos y exhorta a sus hermanos a que hagan lo mismo. Es un acto de
fe porque es el reconocimiento de que su hermano puede hacerlo también. Es un
llamamiento al Espíritu Santo en su mente, que se refuerza mediante la unión. Puesto
que el obrador de milagros ha oído la Voz de Dios, la refuerza en sus hermanos
enfermos al debilitar su creencia en la enfermedad, la cual él no comparte. El
poder de una mente puede irradiar hasta otra porque todas las lámparas de Dios
fueron encendidas por la misma chispa, la cual está en todas partes y es
eterna.
8. En muchos lo único que queda es la chispa, pues los Grandes Rayos
están velados. Aun así, Dios ha mantenido viva la chispa de manera que los
Rayos nunca puedan olvidarse completamente. Solo con que veas la pequeña chispa
podrás conocer la luz mayor, pues los Rayos están ahí aunque sin ser vistos. Al
percibir la chispa sanas, mas al conocer la luz creas. En el proceso de
retornar, no obstante, la pequeña chispa debe reconocerse primero, pues la
separación fue el descenso desde la grandeza a la pequeñez. La chispa, no
obstante, sigue siendo tan pura como la Luz Mayor porque es lo que queda de la
llamada de la Creación. Deposita toda tu fe en ella y Dios Mismo te contestará.
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