B. Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es
1. Los que creen en la separación tienen un miedo básico a las represalias y al abandono. Creen en el ataque y en
el rechazo, de modo que eso es lo que perciben, lo que enseñan y lo que aprenden. Estas ideas descabelladas
son claramente el resultado de la disociación y la proyección. Eres lo que enseñas, pero es evidente que
puedes enseñar incorrectamente y, por consiguiente, te puedes enseñar mal a ti mismo. Muchos pensaron que
yo les estaba atacando, aunque es evidente que eso no era cierto. Un alumno desquiciado aprende lecciones
extrañas. Lo que tienes que reconocer es que cuando no compartes un sistema de pensamiento, lo debilitas. Los que creen en él perciben eso como un ataque. Esto se debe a que cada uno se identifica con su propio
sistema de pensamiento, y todo sistema de pensamiento se centra en lo que uno cree ser. Si el núcleo del
sistema de pensamiento es cierto, lo único que puede extenderse desde él es la verdad. Pero si lo que se
encuentra allí es una mentira, lo único que puede proceder de él son engaños.
2. Los buenos maestros se dan cuenta de que solo los cambios fundamentales son duraderos, mas no comienzan en
ese nivel. Su primer objetivo—y el más importante—es fortalecer en el estudiante el deseo de cambiar. Ése
es asimismo no solo su último objetivo, sino también su objetivo final. Lo único que el maestro tiene que
hacer para garantizar el cambio es estimular en el alumno su deseo de cambiar. Cambiar de motivación es
cambiar de mentalidad, y esto inevitablemente produce un cambio fundamental, ya que la mente es
fundamental.
3. El primer paso en el proceso de inversión o des-hacimiento, es el des-hacimiento del concepto de “obtener”. La primera lección del Espíritu Santo es por consiguiente: “Para poder tener, da todo a todos”. Dije que es
posible que esto agudice el conflicto temporalmente, y ahora podemos aclarar este punto aún más. A estas
alturas todavía no percibes la igualdad que existe entre tener y ser. Hasta que no la percibas, tener te parecerá
lo opuesto a dar. La primera lección, por consiguiente, parece encerrar una contradicción, puesto que la está
aprendiendo una mente que está en conflicto. Esto quiere decir que hay deseos conflictivos, y así la lección
no puede aprenderse de manera consistente todavía. Lo que es más, la mente del alumno proyecta su propio
conflicto, por lo tanto, no percibe consistencia en las mentes de los demás, lo cual la hace sospechar de la
motivación de éstos. Ésa es la verdadera razón de que, desde cualquier punto de vista, la primera lección sea
la más difícil de aprender. Puesto que aún eres extremadamente consciente del ego en ti mismo y respondes
principalmente al ego de los demás, se te está enseñando a que reacciones ante ambos como si lo que realmente
crees no fuera verdad.
4. El ego—operando a la inversa como de costumbre—percibe la primera lección como algo demente. De hecho,
ésa es su única alternativa, pues la otra posibilidad, que sería mucho menos aceptable para él, es obviamente
que él es el que es demente. En esto, como en todo, los juicios del ego están predeterminados por lo que él es. El cambio fundamental tendrá lugar cuando el pensador cambie de mentalidad. Mientras tanto, la progresiva
claridad de la Voz del Espíritu Santo hace que sea imposible que el alumno no la oiga. Por algún tiempo,
pues, recibirá mensajes conflictivos y aceptará los dos.
5. La manera de escapar del conflicto que surge de dos sistemas de pensamiento que se oponen entre sí consiste
claramente en escoger uno y abandonar el otro. Si te identificas con tu sistema de pensamiento, lo cual es
inevitable, y aceptas dos sistemas de pensamiento que están en total desacuerdo, es imposible gozar de paz
mental. Si enseñas ambos sistemas, que es lo que probablemente harás mientras aceptes los dos, estarás
enseñando conflicto y también aprendiéndolo. Sin embargo, tú deseas la paz, ya que de lo contrario no
habrías invocado a la Voz de la paz para que te ayudara. Su lección no es demente, pero el conflicto sí.
6. Entre la cordura y la demencia no puede haber conflicto. Solo una de ellas es verdad y, por lo tanto, sólo una
de ellas es real. El ego trata de persuadirte de que es a ti a quien le corresponde decidir cuál de ellas es
verdad, mas el Espíritu Santo te enseña que la verdad fue creada por Dios, y que sea lo que sea que decidas,
ello no puede alterarla en absoluto. A medida que empieces a comprender el sereno poder de la Voz del
Espíritu Santo y Su perfecta consistencia, tu mente se dará cuenta de que estás tratando de revocar una decisión
que se tomó irrevocablemente por ti. Por eso sugerí anteriormente que te recuerdes a ti mismo permitir que el
Espíritu Santo decida en favor de Dios por ti.
7. No se te pide que tomes decisiones descabelladas, aunque tal vez pienses que eso es lo que se te está pidiendo. Sin embargo, creer que es a ti a quien le corresponde decidir lo que son las Creaciones de Dios no puede sino
ser una locura. El Espíritu Santo percibe el conflicto exactamente como es. Por consiguiente, Su segunda
lección reza así: Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es.
8. Éste es todavía un paso preliminar, puesto que aún no has equiparado tener con ser. Es, no obstante, un paso
más avanzado que el primero, que en realidad no es sino el comienzo del proceso de inversión del
pensamiento. El segundo paso es una afirmación categórica de lo que deseas. Es pues, un paso encaminado
a liberarte del conflicto, ya que significa que se han considerado las alternativas y se ha elegido la más
deseable. Con todo, la expresión “más deseable” aún implica que lo deseable tiene diferentes grados. Por lo
tanto, aunque este paso es esencial para poder tomar la decisión fundamental, no es obviamente el último. No
se ha aceptado todavía la falta de grados de dificultad en los milagros porque nada que se desee completamente
puede ser difícil. Desear completamente es crear, y crear no puede ser difícil si se tiene en cuenta que Dios
Mismo te creó para que fueras un creador.
9. El segundo paso, pues, es todavía perceptual, si bien es un paso gigantesco hacia la percepción unificada que
refleja el Conocimiento de Dios. Al dar este paso y seguir en esa dirección, estarás avanzando hacia el centro
de tu sistema de pensamiento, donde tendrá lugar el cambio fundamental. En el segundo paso el progreso es
intermitente, pero el segundo paso es más fácil que el primero porque es el que le sigue. Darse cuenta de que
este paso no puede sino seguir al primero es señal de una creciente conciencia de que el Espíritu Santo te
guiará en tu camino.
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