La función del obrador de milagros
1. Antes de que los obradores de milagros estén listos para emprender su función en este mundo es esencial que
comprendan cabalmente el miedo que se le tiene a la liberación. De lo contrario, podrían fomentar
inadvertidamente la creencia de que la liberación significa aprisionamiento, creencia que, de por sí, ya es muy
prevaleciente. Esta percepción errónea procede a su vez de la creencia de que el daño puede limitarse solo al
cuerpo. Esto se debe al miedo subyacente de que la mente puede hacerse daño a sí misma. Ninguno de esos
errores es relevante, ya que las creaciones falsas de la mente en realidad no existen. Este reconocimiento es
un recurso protector mucho más eficaz que cualquier forma de confusión de niveles porque introduce la
corrección al nivel del error. Es esencial recordar que solo la mente puede crear y que la corrección solo
puede tener lugar en el nivel del pensamiento. Para ampliar algo que se mencionó anteriormente, el Espíritu
ya es perfecto y, por lo tanto, no requiere corrección. El cuerpo no existe, excepto como un recurso de
aprendizaje al servicio de la mente. Este recurso de aprendizaje, de por sí, no comete errores porque no
puede crear. Es obvio, pues, que inducir a la mente a que renuncie a sus creaciones falsas es la única
aplicación de la capacidad creadora que realmente tiene sentido.
2. La magia es el uso equivocado del poder creativo de la mente. Los medicamentos físicos son una forma de
“hechizo”, pero si tienes miedo de usar la mente para curar, no debes intentar hacerlo. El hecho mismo de que
tengas miedo hace que tu mente sea vulnerable a crear falsamente. Es probable, por lo tanto, que no entiendas
correctamente cualquier curación que pudiera producirse, y puesto que el egocentrismo va normalmente
acompañado de miedo, tal vez no puedas aceptar la verdadera fuente de la curación. En tal caso, es menos
arriesgado depender temporalmente de artificios curativos físicos, ya que no los puedes percibir erróneamente
como una creación tuya. Mientras tu sensación de vulnerabilidad persista, no debes intentar obrar milagros.
3. He dicho ya que los milagros son expresiones de una mentalidad milagrosa, y una mentalidad milagrosa no es
otra cosa que una mentalidad recta. Los que poseen una mentalidad recta no exaltan ni menosprecian la mente
del que obra milagros ni la del que los recibe. En cuanto que medio de corrección, sin embargo, el milagro no
tiene que esperar a que el que lo ha de recibir goce de una mentalidad recta. De hecho, su propósito es
restituirle su mente recta. Es esencial, no obstante, que el obrador de milagros esté en su mente recta, aunque
sea brevemente o, de lo contrario, será incapaz de restablecer la mentalidad recta en otros.
4. El sanador que confía en su propio estado de preparación pone en peligro su entendimiento. Estás
perfectamente a salvo siempre que no te preocupes en absoluto por tu estado de preparación, pero mantengas
firme confianza en el mío. Si tu inclinación a obrar milagros no está funcionando debidamente es siempre
porque el miedo se ha infiltrado en tu mentalidad recta y la ha invertido. Toda forma de mentalidad no-recta
es el resultado de negarte a aceptar la Expiación para ti mismo. Si la aceptases estarías en una posición desde
la que podrías reconocer que los que tienen necesidad de curación son simplemente aquellos que aún no se han
dado cuenta de que la mentalidad recta es en sí la curación.
5. La única responsabilidad del obrador de milagros es aceptar la Expiación para sí mismo. Esto significa que
reconoces que la mente es el único nivel creativo y que la Expiación puede sanar sus errores. Una vez que
hayas aceptado esto, tu mente podrá solamente sanar. Al negarle a tu mente cualquier potencial destructivo y
restituir de nuevo sus poderes estrictamente constructivos, te colocas en una posición desde la que puedes
eliminar la confusión de niveles en otros. El mensaje que entonces les comunicas es el hecho irrefutable de
que sus mentes son igualmente constructivas y de que sus creaciones falsas no pueden hacerles daño. Al
afirmar esto liberas a la mente de la tendencia a exagerar el valor de su propio recurso de aprendizaje y la
restituyes a su verdadero papel de estudiante.
6. Debe subrayarse nuevamente que al cuerpo le resulta tan imposible aprender como crear. En cuanto que
recurso de aprendizaje se deja llevar simplemente por el estudiante, mas si se le dota falsamente de iniciativa
propia, se convierte en una seria obstrucción para el mismo aprendizaje que debería facilitar. Solo la mente es
capaz de iluminación. El Espíritu ya está iluminado, y el cuerpo, de por sí, es demasiado denso. La mente,
sin embargo, puede hacer llegar su iluminación hasta el cuerpo al reconocer que éste no es el estudiante y que,
por lo tanto, no tiene la capacidad de aprender. Es muy fácil, no obstante, poner al cuerpo en armonía con la
mente una vez que ésta ha aprendido a mirar más allá de él hacia la luz.
7. El aprendizaje que verdaderamente corrige comienza siempre con el despertar del espíritu y con el rechazo de la
fe en la visión física. Esto frecuentemente entraña temor, ya que tienes miedo de lo que tu visión espiritual te
mostraría. Anteriormente dije que el Espíritu Santo no puede ver errores y que solo puede mirar más allá de
ellos hacia la defensa de la Expiación. No cabe duda de que esto puede producir incomodidad, mas la
incomodidad no es el resultado de la percepción. Cuando se le permite al Espíritu Santo contemplar la
profanación del altar, Él mira de inmediato hacia la Expiación. Nada que Él perciba puede producir miedo. Todo lo que resulta de la conciencia espiritual simplemente se canaliza hacia la corrección. La incomodidad
se manifiesta únicamente para traer a la conciencia la necesidad de corrección.
8. El miedo a la curación surge, en última instancia, de no estar uno completamente dispuesto a aceptar que la
curación es necesaria. Lo que el ojo físico ve no es correctivo ni tampoco es posible corregir el error mediante
ningún medio físicamente visible. Mientras creas en lo que tu visión física te muestra, tus intentos de corregir
estarán mal encauzados. La verdadera visión queda nublada porque te resulta intolerable ver tu propio altar
profanado. Mas como el altar ha sido profanado, tu estado se torna doblemente peligroso a menos que
percibas que así ha sido.
9. Curar es una habilidad que se desarrolló después de la separación, antes de la cual era innecesaria. Es temporal
al igual que todos los aspectos de la creencia en el tiempo y en el espacio. Mientras el tiempo continúe, no
obstante, la curación seguirá siendo necesaria como medio de protección. Esto se debe a que la curación se
basa en la caridad, y la caridad es una forma de percibir la perfección en otro aun cuando no puedas percibirla
en ti mismo. La mayoría de los conceptos más elevados que ahora eres capaz de concebir dependen del
tiempo. La caridad, en realidad, no es más que un pálido reflejo de un amor mucho más poderoso y todo abarcador, que se encuentra mucho más allá de cualquier forma de caridad que te hayas podido imaginar hasta
ahora. La caridad es esencial para la mentalidad recta aun en la pequeña medida en que ahora puedas
alcanzarla.
10. La caridad es una manera de ver a otro como si ya hubiese llegado mucho más allá de lo que en realidad ha
logrado en el tiempo hasta ahora. Puesto que su pensamiento tiene fallos no puede ver que la Expiación es
para él, pues de otro modo no tendría necesidad de caridad. La caridad que se le concede es a la vez una
confirmación de que necesita ayuda, así como el reconocimiento de que la aceptará. Estas dos percepciones
denotan claramente su dependencia del tiempo, haciendo patente el hecho de que la caridad opera todavía
dentro de las limitaciones de este mundo. Dije anteriormente que solo la revelación transciende el tiempo. El milagro, al ser una expresión de caridad, tan solo puede acortarlo. Hay que entender, no obstante, que
cuando le ofreces un milagro a otro estás acortando su sufrimiento y el tuyo. Esto corrige tanto
retroactivamente como progresivamente.
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