Capítulo 4
LAS ILUSIONES DEL EGO
Introducción
1. La Biblia dice que si un hermano te pide que camines con él una milla, que le acompañes dos. Ciertamente no
sugiere que le retrases en su viaje. Tu dedicación a un hermano no puede tampoco retrasarte a ti. Solo puede
conducir a un progreso mutuo. El resultado de una dedicación genuina es la inspiración, palabra que es lo
opuesto a la fatiga si se entiende correctamente. Estar fatigado es estar des-animado, mas estar inspirado es
estar en el Espíritu. Ser egocéntrico es estar des-animado, mas estar centrado en Sí Mismo, en el buen sentido
de la expresión, es estar inspirado o en el Espíritu. Los verdaderamente inspirados están iluminados y no
pueden morar en las tinieblas.
2. Puedes hablar desde el Espíritu o desde el ego, según elijas. Si hablas desde el Espíritu es que has decidido
acatar las palabras “Aquiétate y reconoce que Yo soy Dios”. Éstas son palabras inspiradas porque reflejan
conocimiento. Si hablas desde el ego estás renegando del Conocimiento en vez de ratificándolo y, por lo
tanto, estás des-animándote. No te embarques en viajes inútiles, pues ciertamente no llevan a ninguna parte. Puede que el ego los desee, pero el Espíritu no puede emprenderlos porque nunca está dispuesto a apartarse
de Sus Cimientos.
3. El viaje a la cruz debería ser el último “viaje inútil”. No sigas pensando en él, sino dalo por concluido. Si
puedes aceptarlo como tu último viaje inútil, serás libre también de unirte a mi resurrección. Mientras no lo
hagas, estarás desperdiciando tu vida, ya que ésta simplemente seguirá siendo una repetición de la separación,
de la pérdida de poder, de los esfuerzos fútiles que el ego lleva a cabo en busca de compensación y, finalmente,
de la crucifixión del cuerpo o muerte. Estas repeticiones continuarán indefinidamente hasta que
voluntariamente se abandonen. No cometas el patético error de “aferrarte a la vieja y rugosa cruz”. El único
mensaje de la crucifixión es que puedes superar la cruz. Hasta que no la superes eres libre de seguir
crucificándote tan a menudo como quieras. Éste no es el Evangelio que intenté ofrecerte. Tenemos otro
viaje que emprender, y si lees cuidadosamente las lecciones que aquí se ofrecen, te ayudarán a prepararte para
emprenderlo.
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