La atracción
del amor por el Amor
1. ¿Crees realmente que puedes
matar al Hijo de Dios? El Padre ha ocultado a Su Hijo dentro de Sí Mismo,
manteniéndolo a salvo y alejado de tus pensamientos destructivos, por causa de
los cuales no conoces al Padre ni al Hijo. Atacas el mundo real cada día, cada
hora y cada minuto y, sin embargo, te sorprende que no lo puedas ver. Si buscas amor a fin de atacarlo, nunca lo hallarás,
pues si el amor es compartir, ¿cómo ibas a poder encontrarlo excepto a través
de sí mismo? Ofrece amor, y el amor
vendrá a ti porque se siente atraído por sí mismo. Ofrece ataque, y el amor
permanecerá oculto, pues sólo puede vivir en paz.
2. El Hijo de Dios se encuentra tan a salvo como su Padre, pues el
Hijo sabe que su Padre lo protege y, por lo tanto, no puede temer. El Amor de
su Padre lo mantiene en perfecta paz y, al no necesitar nada, no pide nada. Sin
embargo, aunque tú eres su Ser, él se encuentra lejos de ti, porque al elegir
atacarlo él desapareció de tu vista y buscó refugio en su Padre. Él no cambió, pero tú sí. Pues el Padre no
creó una mente dividida ni tampoco las obras de ésta, y ni aquélla ni éstas
podrían existir si tuvieran conocimiento de Él.
3. Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es
verdad se volvió invisible para ti. No obstante, de por sí no puede ser
invisible, pues el Espíritu Santo lo ve con perfecta claridad. Es invisible para ti porque estás mirando otra
cosa. Mas no es a ti a quien le corresponde decidir lo que es visible y lo que
es invisible, tal como tampoco te corresponde decidir lo que es la realidad. Lo
que se puede ver es lo que el Espíritu Santo ve. La definición de la realidad
es la que Dios provee, no la tuya. Él la creó y, por ende, sabe lo que es. Tú,
que sabías lo que era, lo olvidaste, y si Él no te hubiese proporcionado la
manera de recordar, te habrías condenado a ti mismo al olvido total.
4. Por razón del amor que tu Padre te profesa, nunca podrás olvidarte
de Él, pues nadie puede olvidar lo que Dios Mismo puso en su memoria. Puedes
negarlo, pero no puedes perderlo. Una Voz responderá a cada pregunta que hagas,
y una visión corregirá la percepción de todo lo que veas. Pues lo que hiciste
invisible es lo único que es verdad, y lo que no has oído, la única respuesta. Dios
quiere que te reconcilies contigo mismo, y no te abandonó en tu desolación. Estás esperando sólo por Él, mas no lo sabes. Su recuerdo, sin embargo, brilla en tu mente y
no puede ser borrado. No es ni del
pasado ni del futuro, al ser un eterno siempre.
5. No tienes sino que pedir este recuerdo y te vendrá a la memoria. Mas el recuerdo de Dios no puede aflorar en
una mente que lo ha borrado y que quiere que continúe así. Pues dicho recuerdo
solo puede alborear en una mente que haya elegido recordar y haya renunciado al
demente deseo de querer controlar la realidad. Tú, que ni siquiera puedes
controlarte a ti mismo, no deberías aspirar a controlar el universo. Contempla,
más bien, lo que has hecho de él y regocíjate de que no sea verdad.
6. ¡Hijo de Dios, no te conformes con lo que no es nada! Lo que no es real no se puede ver ni tiene
valor alguno. Dios no pudo haberle ofrecido a Su Hijo lo que no tiene valor ni
Su Hijo habría podido recibirlo. Fuiste redimido en el mismo instante en que
pensaste que habías abandonado a tu Padre. Nada de lo que has forjado ha
existido jamás, y es invisible porque el Espíritu Santo no lo ve. Pero lo que Él ve es tuyo para que lo
contemples, y a través de Su visión tu percepción sanará. Has hecho invisible
la única verdad que este mundo encierra. Al valorar lo que no es nada, has
buscado lo que no es nada. Al conferirle
realidad a lo que no es nada, lo has visto.
Pero no está ahí. Y Cristo es invisible a causa de lo que has hecho que
sea visible para ti.
7. No importa cuánta distancia hayas tratado de interponer entre tu
conciencia y la Verdad, al Hijo de Dios
se le puede ver porque la visión es algo que se comparte. El Espíritu Santo contempla al Hijo de Dios en
ti y no ve nada más. Lo que es invisible
para ti, es perfecto en Su visión y lo abarca todo. Él se ha acordado de ti porque no se ha
olvidado del Padre. Tú contemplaste lo
que no era real y hallaste desesperación. Mas ¿qué otra cosa podías haber
encontrado al ir en pos de lo irreal? El
mundo irreal es desesperante, pues nunca podrá ser real. Y tú que compartes el Ser de Dios con Él,
nunca podrás sentirte satisfecho sin la realidad. Lo que Dios no te dio no tiene poder sobre ti,
y la atracción del amor por el Amor sigue siendo irresistible. La función del Amor es unir todas las cosas en
Sí Mismo, y mantenerlas unidas extendiendo Su Plenitud.
8. Dios te dio el mundo real en amoroso intercambio por el mundo que
tú construiste y que ves. Recíbelo simplemente de la mano de Cristo y contémplalo.
Su realidad hará que todo lo demás sea
invisible, pues contemplarlo es una percepción total. Y al contemplarlo
recordarás que siempre fue así. Lo que
no es nada se hará invisible, pues por fin habrás visto verdaderamente. Una
percepción redimida se convierte fácilmente en Conocimiento, pues solo la
percepción puede equivocarse y la percepción nunca existió. Al ser corregida da
paso al Conocimiento, que es la única realidad eternamente. La Expiación no es
sino el camino de regreso a lo que nunca se había perdido. El Padre nunca pudo haber dejado de amar a Su
Hijo.
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